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¿Qué queremos hacer con el SNI?
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 128 [2005-05-12]
 

La política de la ciencia en México ha sido de altibajos. En ese marco, el Sistema Nacional de Investigadores es una de las pocas instituciones que ha mostrado continuidad y resultados positivos, según se deriva de las múltiples evaluaciones que le han practicado. Asimismo, ha manifestado disposición para ajustar sus reglas y procedimientos alas siempre cambiantes condiciones de la actividad científica.

El Sistema Nacional de Investigadores fue creado hace poco más de 20 años como una medida coyuntural para combatir la caída salarial de los académicos de carrera, que fue muy pronunciada durante la década perdida. Se trató de evitar la fuga de cerebros y la dispersión laboral de los académicos para redondear sus ingresos. Era necesario frenar la desbandada de un grupo de alto nivel en el cual el país había invertido tiempo y recursos económicos.

En 1984 fueron registrados mil 396 investigadores. Se entendió que un investigador es quien hace trabajo científico en un determinado campo disciplinario, que formula preguntas sobre la realidad y busca darles respuesta, con lo cual produce conocimiento original que es publicado y divulgado para que le sirva a la sociedad. Se dedica también a transmitir los conocimientos acumulados y emergentes y a enseñar cómo inquirir científicamente.

Todas estas actividades las realiza preferentemente en instituciones educativas, las cuales reciben el impacto de las políticas sobre sus programas. Son las encargadas de organizar el trabajo académico, la producción y distribución de sus resultados. El investigador generalmente tiene un contrato de tiempo completo y en su carrera sigue una trayectoria, que es la dimensión más importante para evaluar su desempeño.

El sistema ha dado impulso al desarrollo de la colectividad científica. En los años siguientes a su fundación, el número de miembros comenzó a crecer, aunque hay un periodo en que decae para luego seguir aumentando.

Es notorio que el ritmo de crecimiento de los afiliados al Sistema Nacional de Investigadores se haya incrementado en la presente administración, a pesar de que no podrá cumplir con las metas que se propuso. Hoy existen más de diez mil investigadores nacionales que forman parte de la comunidad científica del país.

LOS INVESTIGADORES, SOPORTE DE CONOCIMIENTO

Los investigadores nacionales son el soporte reconocido de las capacidades que tiene México para producir conocimiento. El sistema Nacional de Investigadores ha sido el medio a través del cual hemos podido, los mexicanos, contar con un grupo dedicado plenamente a la actividad científica.

En el país, desafortunadamente, la ciencia y la educación superior siguen pistas paralelas. Los miembros del Sistema Nacional de Investigadores han cumplido el cometido de enlazarlas. Gracias a ellos, las instituciones educativas han acrecentado el posgrado y sus potencialidades para producir conocimiento y atender a su entorno social, político y cultural.

La producción escrita de los investigadores nacionales ha aumentado, diversificado y alcanzado reconocimiento internacional. Cubre una amplia gama del saber sobre el hombre y la naturaleza. Difundir los resultados ha dado pie para que las revistas científicas se fortalezcan,

Además, ha fomentado la formación de grupos y redes que trabajan en varias partes del país sobre problemas comunes, lográndose plataformas de conocimiento para enfrentarlos en distintos ámbitos nacionales, según sus manifestaciones concretas.

El Sistema Nacional de Investigadores ha tenido tres repercusiones más que no pueden dejarse de lado. Ha permitido a los investigadores lograr reconcomiendo social, lo que ha estado ligado al mantenimiento de su nivel de vida. Ha otorgado prestigio académico asociado al mérito. Y, en tercer lugar, ha conseguido que los criterios de evaluación utilizados por sus comisiones dictaminadoras, a través de un juicio de pares creíble, tengan vigencia y legitimidad en todo el territorio.

A la fecha, el número de investigadores nacionales con los cuales cuenta una institución es utilizado como uno de los principales indicadores de su avance académico.

SNI, FUNDAMENTAL EN LAS RETRIBUCIONES

Sin embargo, el SNI ha sido utilizado para que los salarios tabulares de los académicos queden anclados en niveles que hacen imposible la sobrevivencia de los investigadores y sus familias. En consecuencia, sigue teniendo un papel fundamental en sus retribuciones.

En esta medida, los investigadores buscan cumplir con los requisitos de productividad que impone el SNI, lo que en ocasiones ha restado compromiso con las labores institucionales. Éste ha sido uno de sus efectos negativos.

A lo anterior se agrega que la evaluación sigue estándares que se aplican por igual a todas las cohortes de académicos y se hace de manera individual, sin tener en cuenta el contexto institucional. Además, el pago por beca ha prolongado el ciclo de vida laboral de los investigadores.

En su tiempo de existencia, el SNI ha concentrado aspectos desfavorables en su funcionamiento que hoy en día son necesarios discutir y corregir.

Hay quienes pensamos que el Sistema Nacional de Investigadores debe continuar como parte de una política de la ciencia que enfatice la atención a los grandes problemas nacionales que obstaculizan el desarrollo, enunciados en una agenda indicativa de investigación que cambie periódicamente y abra posibilidades a la interdisciplina y a la conjunción de esfuerzos interinstitucionales, sin perjuicio de la libertad individual de investigación.

Los investigadores reconocidos por el SNI estarían orientados a involucrarse en este tipo de proyectos, participar en colectivos de investigación, formar en ellos a nuevos investigadores, crear programas docentes innovadores, así como también a establecer nexos con su entorno social, tal que sus análisis sirvan para desatar procesos de transformación y gestión social comunitaria, formar opinión pública y estimular la cultura científica.

Con base en sus exigencias y competencias académicas, los miembros del SNI deberían ser consultados en la toma de decisiones, en asuntos que tienen relación con la formulación de leyes y con el avance de las instituciones públicas.

Hay que atrevernos a pensar de otra manera. A proponer cambios y ajustes a organizaciones como el Sistema Nacional de Investigadores para alcanzar derroteros científicos más amplios que satisfagan necesidades sociales. Todo lo cual llevará a reformar las instituciones educativas y a revisar los términos y criterios de la evaluación.

En suma, con respeto a la libertad y confianza que debe disfrutar la academia, hacer una ciencia que sea útil en las actuales circunstancias históricas del país. La ciencia es completamente fluida y los investigadores debemos participar activamente en decidir cómo organizarnos mejor. ¿Por qué no empezamos a dialogar sobre lo que queremos hacer del Sistema Nacional de Investigadores y qué papel debe jugar en el futuro? Nos conviene a todos.


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