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Tres visiones sobre la universidad pública
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 55 [2003-10-30]
 

La crisis mexicana ha debilitado sus instituciones. De ahí la necesidad de reformar el Estado. El cambio incluye a las universidades públicas porque enfrentan, hoy más que en otros tiempos, demandas sociales que deben satisfacerse. Entonces, la pregunta que debemos responder es, ¿de qué cambio estamos hablando? Habrá que discutir su orientación porque ésta obedece a la concepción que se tenga de los fines y funciones de la universidad. Y esto último es un punto crucial porque tiene una expresión clara sobre las políticas nacionales de educación superior.

Desde mi punto de vista se puede distinguir a grandes rasgos tres visiones de lo que debe ser la universidad pública. Enseguida pasaré a desarrollarlas de manera esquemática, no sin antes señalar que ésta requiere ser pensada viendo todo el ámbito nacional, donde se asienta un conjunto institucional en que cada una de las unidades tiene su especificidad y características comunes con las otras.

La primera visión, en su forma actual, es la que entiende a la universidad pública como un espacio donde se junta de manera inseparable la investigación con la docencia. Se comprende como un modelo en el cual se imparte la mejor educación a las nuevas generaciones y en donde se forman investigadores. Dicho modelo es estratégico en nuestro país por las necesidades de producción, consumo y distribución de conocimiento para elevar la competitividad y fomentar el desarrollo integral de la sociedad.

Esta visión va más allá porque considera que la universidad pública además de ser un espacio en donde se crea, transmite y aprende conocimiento, es también un ámbito de reproducción de la cultura. En este sentido tratase de una institución que abre posibilidades de desarrollo a todos los campos y formas del saber. En consecuencia, la enseñanza de la ciencia, las humanidades y las ciencias sociales es inherente a su naturaleza institucional. Aquí, se persigue que los estudiantes aprendan a pensar y reflexionar al tiempo que se apropian de instrumentos, técnicas y destrezas para hacer el diagnóstico de la realidad y contribuir a cambiarla. Además, uno de los propósitos fundamentales es formar ciudadanos responsables y participativos. Estos fines, asimismo, deben alcanzar independientemente del tamaño de la institución, la cual está vinculada y sirve a los intereses de la sociedad en su conjunto. Su perspectiva es nacional. Hay una liga entre educación y progreso, material y cultural.

Las condiciones para asegurar la buena marcha de la vida académica van de la mano de su libertad creadora, del apoyo financiero del Estado y del reconocimiento que se trata de una institución políticamente independiente. La composición social de su alumnado es multiclasista.

La segunda visión enfoca a la universidad pública como una institución que debe adecuarse permanentemente a las necesidades de su entorno. Por tanto es reactiva y requiere tener ajustes estructurales que hagan pertinente su labor mediante programas establecidos a este fin. Se trata de una institución que tienen como uno de sus objetivos contender con el tránsito y arribo a la sociedad del conocimiento, siendo este último el elemento en el cual se sustenta la economía. Reconocer que la globalización y la revolución científico-tecnológica afectan su devenir y que la institución funciona en un medio social en el que la naturaleza del trabajo consiste en su flexibilidad y constante mutación.

En consecuencia, colabora con la sociedad gestando programas que actualicen a los profesionistas a lo largo de sus trayectorias de vida activa, debe estar preocupada para elevar continuamente su calidad, seguir los cambios y orientaciones del mercado laboral para que sus egresados consigan empleo y rendir cuentas periódicamente.

La universidad pública se conduce mediante la planeación estratégica y una organización flexible, según escenarios deseables. Está sujeta a la evaluación de sus logros y, por tanto, requiere ser eficaz, eficiente y estar preparada para la competencia por recursos. Es una institución abierta a la participación social en sus procesos internos de gestión y se relaciona con el Estado aceptando que éste tiene injerencia en su vida académica mediante la aplicación de programas de mejoramiento concebidos desde las esferas oficiales. A través de estos últimos se ejercita la evaluación y la autonomía responsable. Los fondos públicos para poyar los fines y funciones de la universidad públicas se manejan mediante un concepto de escasez y una lógica de mercado.

La tercera visión concibe el papel de la universidad pública centrado en el ámbito local, en el que su contribución radica en analizar y proponer soluciones para cambiar el contexto regional en que se ubica. En esta medida promueve el desarrollo nacional. Tal vez éste sería el rasgo básico de la institución. Algunas universidades públicas estatales podrían servir de ejemplo.

La formación de profesionistas y la producción de conocimiento tienen pertinencia social e influyen en el cambio del entorno circundante. Se trata de una visión práctica que no está reñida con el carácter universal de la institución, que recoge los planteamientos de la primera visión, como la importancia de ligar la investigación con la enseñanza, la autonomía científica y la independencia política y cultural. Pero tampoco está reñida con algunas cuestiones de la segunda, como la rendición de cuentas, por ejemplo.

Persigue llegar a altos estándares de calidad y educar con un contenido humanista y científico, estimular la interdisciplina e institucionalizar sus prácticas. Pero el recorte propio es que tiene el propósito de acotar el trecho entre la universidad y la sociedad local, aplicar el conocimiento que produce, hacer procesos de gestión e intervención comunitaria para estimular sus cambios, precisar el impacto de sus acciones académicas y culturales en la población, participar en procesos educativos que refuercen los niveles escolares inferiores, influir en las políticas públicas locales y hasta ofrecer servicios para complementar sus recursos. De esta manera busca el bienestar social y, en esa medida, que se le reconozca.

Cabe aclarar que el ejercicio llevado a cabo ha tenido la intención exclusiva de resaltar algunos rasgos comunes de cada visión. Seguramente podría formarse otra procediendo a destacar las intersecciones entre los modelos. Sin embargo, por ahora, la importancia de la diferenciación radica en poner al descubierto el contenido del discurso político que se encuentra detrás de cada una de las visiones.

En este punto lo que puede especularse es que, en efecto, son varias las visiones de universidad pública que recorren México, de las cuales se origina una serie de tensiones políticas entre los actores del ámbito educativo. Con todas las limitaciones para plantear el problema en un ensayo tan corto, lo cierto es que no debemos quedarnos en la formulación de los proyectos de universidad sino pasar el debate sustantivo y político, que nos incumbe a todos los académicos.

Así entiendo la declaración del doctor De la Fuente, rector de la UNAM, cuando habló del proyecto de universidad pública, gratuita y de masas. Una vez más nos impulsó a considerar un problema de la más alta relevancia nacional en este momento histórico en que México requiere crecer económicamente, consolidar su democracia y tener gobernabilidad, para lo cual es indispensable gestar una nueva cultura política y una nueva moral social. En todo ello, la universidad pública, si es bien concebida, entendía y apoyada, será la que nos dé condiciones de entera a una nueva etapa: la del país en este periodo del mundo. Porque la universidad pública es civilización y posibilidad de futuro.


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