En varias ocasiones, en Campus he escrito textos sobre los jóvenes. Mi constante preocupación por la juventud proviene del hecho de que, por años, mi trabajo académico ha estado inscrito en este campo de investigación. Desde hace mucho, he observado y analizado cómo el agotamiento de las utopías modernas del futuro, basadas en la esperanza de la realización de los proyectos personales de vida, del progreso y del bienestar social, ha afectado los mundos juveniles, sobre todo a aquellos situados en los territorios de Latinoamérica.

Más allá de dar cuenta de algunos aspectos que me parecen muy graves, mis escritos han tenido la intención de llamar la atención sobre tal gravedad y de convocar, con urgencia, a la sociedad, particularmente a la mexicana, para que se haga cargo de la responsabilidad de forjar un futuro digno para su juventud.

Estoy convencida de que reflexionar y comprender lo que está pasando en los mundos juveniles es una vía y punto de partida para intervenir los preocupantes rasgos de precariedad, inseguridad y vulnerabilidad que están definiendo la condición juvenil contemporánea en México y en Latinoamérica.

Contra la amenaza de un futuro que se muestra sombrío y desesperanzador para tantos jóvenes latinoamericanos y para la mayoría de los países y sociedades de la región, considero que hoy estamos, todavía, a tiempo de poder actuar para cambiar las cosas.

Por supuesto, no quiero caer en el equívoco de anunciar que el estudio de la juventud es una condición suficiente para lograr que las situaciones que viven hoy los y las jóvenes sean menos injustas e inseguras en el futuro, porque de antemano sé que esto no es cierto; estando las cosas como están, los movimientos sociales y los comportamientos de agenciamiento político son insustituibles.

Sin embargo, considero que, ligados a éstos, el estudio de los temas acerca de la juventud sí constituye un recurso eficaz para desafiar la impotencia e imaginar acciones que permitan la transformación social y reorientar el presente hacia un futuro que proyecte bienestar para las mayorías.

En este sentido, estoy de acuerdo con la consideración de Anthony Giddens respecto de que la situación actual exige introducir información y conocimiento —pensamiento y reflexión— en la toma de decisiones y en la acción. Por ello, me parece un acierto que esté por comenzar, nuevamente, el Diplomado Virtual Mundos Juveniles, que ofrece la UNAM, mediante el Seminario de Investigación en Juventud (SIJ).

El curso está diseñado para brindar a estudiantes, académicos, funcionarios públicos y profesionales de la sociedad civil instrumentos para investigar, diseñar políticas e intervenir en las problemáticas juveniles; pero, desde mi perspectiva, sus posibilidades van más allá.

Por su estructura, contenidos y profesores que lo imparten, el programa académico de este diplomado ofrece la oportunidad de enfrentar el desafío de comprender la situación y condiciones que están delineando el futuro de la mayoría de los jóvenes latinoamericanos.

Consecuentemente, brinda la posibilidad de imaginar mecanismos y acciones efectivos para desactivar lo que hoy se muestra como inevitable para la región: el incremento de la pobreza, la desigualdad, la injusticia, la violencia y la inseguridad. Porque, como lo he repetido tantas veces, no se debe olvidar lo dicho por Carlos Monsiváis: “el futuro previsible de la mayoría de los jóvenes de un país es el futuro inevitable de una nación”.

Por medio de este texto, hago una invitación a los lectores de este suplemento a matricularse en el curso mencionado. El diplomado se ofrece con la modalidad “a distancia” porque, entre otras cosas, se busca que la matrícula la integren personas que radiquen en distintas entidades de la república mexicana y también por quienes viven en países extranjeros, principalmente de Iberoamérica.

De hecho, la experiencia obtenida con la primera versión del diplomado mostró que la interacción intercultural y la construcción de colectivos que permiten reflexionar en las problemáticas juveniles locales dentro de marcos analíticos más amplios, son una de las riquezas del curso, tanto en las discusiones que se llevan a cabo por medio de la utilización de recursos tecnológicos y de la comunicación a distancia, por ejemplo, chats y foros, como de los aprendizajes que se realizan con el trabajo en equipo. También por las conexiones y redes sociales que se construyen entre los participantes.

La convocatoria para inscribirse al diplomado se encuentra abierta y así seguirá hasta finales de julio. Informes e inscripciones al teléfono 5658 5650, extensión 311, o en la dirección http://www.sij.unam.mx/diplomado.