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Las patentes
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 199 [2006-10-26]
 

El director general de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, Kamil Idris, en la reciente presentación del reporte sobre patentes a nivel internacional, destacó el notable incremento en el sistema de solicitudes en los últimos 15 años. Este organismo considera una patente como el derecho exclusivo concedido a una invención y es un indicador de la capacidad tecnológica de las naciones. Desafortunadamente las estadísticas para México, a diferencia de otras economías emergentes con las que hasta hace poco se compraba, no son alentadoras.

Los datos más recientes del reporte (Statistics on Worlwide Patent Activity 2006) se refieren al 2004 y efectivamente indican un incremento importante en el número de solicitudes de patente: pasaron de alrededor de un millón en 1995 a 1.6 millones en el 2004. Esto es, un incremento de 4.7 por ciento anual en los últimos 10 años. Un porcentaje que es más o menos similar al crecimiento promedio del PIB mundial para el mismo periodo (5.6 por ciento).

Uno de los aspectos que en realidad ya no sorprende, aunque no deja de ser inquietante, es la persistente concentración en unos cuantos países del mayor volumen de solicitudes de patentes. Según las cifras que se manejan, las oficinas de patentes de Japón, Estados Unidos, Corea del Sur, China y la Unión Europea, en ese orden, concentran tres cuartas partes del total de solicitudes en el mundo.

Lo que sí llama la atención y refuerza la concentración, es el número de solicitudes de acuerdo al origen de residencia. Mientras que el número de solicitudes de residentes se ha mantenido más o menos estable, el de no residentes (extranjeros) creció 7.4 por ciento en la última década. Es decir, que el crecimiento total en la actividad de patentes se explica en buena medida por los no residentes y, a la vez, muestra el aumento en la dependencia tecnológica.

En países como Brasil, China, la India, Corea del Sur y México, se registra el mayor crecimiento de las solicitudes de no residentes, un movimiento que ilustra la búsqueda de protección de derechos e invenciones en naciones con mercados en expansión. En el caso de México, por ejemplo, las solicitudes de nacionales pasaron de 432 a 565 entre 1995 y el 2004, mientras que las de extranjeros pasaron de 4,961 a 12,629 en el mismo periodo. Es la proporción más alta de patentes solicitadas en el país por extranjeros respecto de las solicitadas por residentes del conjunto de países. Una proporción de 23.36, contra un promedio mundial de 0.67.

En términos comparativos México ocupa las últimas posiciones en la treintena de países recopilados en las estadísticas de la OMPI. Si se considera el número de patentes por millón de habitantes, el promedio es de 184 solicitudes, pero México ocupa la última posición con cinco patentes, mientras que en el otro extremo está Japón con 2,884 o Corea del Sur con 2,189; India 7, Brasil 21, Argentina 28 y China 55.

Una situación similar se presenta si se toma como referencia el número de solicitudes por cada mil millones de dólares de PIB nacional. A la cabeza, separadas con mucho del resto, aparecen nuevamente Corea del Sur y Japón, con 116.2 y 107.3 solicitudes, respectivamente; le siguen Alemania con 22.6, Nueva Zelanda con 18.7 y Estados Unidos con 17.7. Al final, México con 0.6, abajo incluso que Turquía, Argentina, India o Brasil.

Solamente en el caso de solicitudes de patente por cada millón de dólares invertido en investigación y desarrollo, México ocupó el antepenúltimo lugar. El promedio mundial es de 0.81 y México tiene 0.14, igual que Turquía y superando solamente a Bélgica (0.08).

La concentración en el número de solicitud de patentes -una situación similar se aprecia en las patentes concedidas- y el desequilibrio que se muestra, expresa el problema más amplio del acceso y apropiación del conocimiento. Como lo señala la UNESCO, la finalidad inicial de los regímenes de protección es fomentar la creación y producción del conocimiento, así como la innovación, fijando un plazo determinado a la protección de la propiedad intelectual. Uno en el que el creador o productor recupere la inversión y se apropie de los beneficios. No obstante, conviene advertir que la protección de la propiedad intelectual no constituye un fin en sí misma, es más bien un incentivo para alentar a los creadores y distribuidores a producir más conocimientos. En estos términos, el endurecimiento de la protección a la propiedad intelectual puede tener un efecto más bien contrario a la innovación y tal vez alentar la búsqueda de otros mecanismos de colaboración y elaboración.


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