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Más dinero y menos becas para el extranjero
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 85 [2004-06-17]
 

En este año el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) reducirá de forma importante el número de becas para estudiar en el extranjero. Mientras que el promedio anual se había mantenido en alrededor de un millar de nuevas becas, ahora solamente se entregarán 300.

La directora adjunta de Formación de Científicos y Tecnólogos del organismo, Silvia Álvarez, anunció la semana anterior que la decisión obedece aun mejor manejo de los recursos financieros y que los ahorros se canalizaran estancias temporales en el extranjero de becarios nacionales (Crónica 07/06/2004).

La decisión es trascendente e implica un cambio significativo en la política de formación de recursos humanos en el campo de la ciencia y la tecnología.

Según advierte la directora adjunta de Conacyt, la experiencia de estudiar en el extranjero es invaluable, pero existen al menos dos razones para la reducción: la mayoría de becarios que salen van a estudiar en áreas que ya se han consolidado en México y el costo de cada uno es cuatro veces más que el de uno nacional.

Es probable que el fortalecimiento de varios programas del posgrado nacional, y particularmente algunas áreas de conocimiento, puedan ser equiparables o mejores que las de otros países. Como lo mencionamos aquí la semana anterior, el Padrón Nacional de Posgrado intenta discriminar positivamente en la amplia oferta existente (alrededor de 14 por ciento de los más de cuatro mil 500 programas que se ofrecen). Sin embargo, el aprendizaje de los posgraduados no solamente se centra en los contenidos.

La experiencia de estudiar en el extranjero aporta a los aspirantes, además de la formación propiamente curricular, el fortalecimiento de su independencia y la posibilidad de autoafirmación, el contacto con un sistema cultura y escolar diferente, el manejo de diferentes códigos, en muchos casos el dominio pleno de una segunda lengua y, desde luego, la extensión de una red de relaciones académicas, entre otros aspectos.

Sustituir la experiencia por una estancia temporal de unos meses no es lo mismo, aunque desde luego es mejor que nada.

La reducción de becas tampoco parece justificarse por el lado de la inversión. Por supuesto, un becario en el extranjero es más costoso que uno en el país y los recursos que se destinan a ambos son recursos públicos.

Por ello, es importante que los becarios cumplan con sus compromisos y aquellos que salen al exterior deben retornar al país. El caso es que la proporción de nuevos becarios al extranjero que se agregan anualmente es en realidad reducida.

Dejemos aparte el hecho de que no existen cifras confiables sobre el total de becas que Conacyt ha otorgado a lo largo de su existencia. Según los datos de Conacyt (Informe general del estado de la ciencia y la tecnología 2003), a partir de 1996 se agregan más seis mil nuevos becarios cada año (en ese año 6 mil 669 y para el año 2002 fueron 7 mil 45).

Del total de nuevas becas, alrededor de mil son para estudios en el extranjero 8entre un 17 y 21 por ciento para el mismo periodo). Si consideramos que para el año 2002 se inscribieron a primer ingreso en el posgrado del país poco más de 48 mil estudiantes y en ese mismo año se otorgaron 964 becas para el extranjero, entonces estas últimas no representan más de 2 por ciento del total de estudiantes de este nivel. Una proporción más bien reducida y que disminuirá a 0.60 si ahora solamente se otorgan 300 becas.

Por otra parte, el mismo informe de Conacyt indica que de las casi mil becas otorgadas en el año 2002, los mayores beneficios fueron los egresados de dos instituciones públicas y dos privadas: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) (25.2 por ciento), el Tec de Monterrey (11.3 por ciento), la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) (4.6 por ciento) y la Universidad Iberoamericana (4.3 por ciento).

En cuanto a los recursos financieros que se consumen. El presupuesto para becas (nuevas, en operación, nacionales y para el extranjero) fue de poco más de mil 500 millones de pesos corrientes en el año 2002, cifra que significó 34 por ciento del presupuesto que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología ejerció en ese mismo año. Es una cantidad importante.

El punto es que desde el año anterior, con la desectorización de Conacyt, existe un ramo de gasto específico para ciencia y tecnología en el presupuesto de egresos de la Federación (el Ramo 38). Sin embargo, los ajustes a los rubros de gasto total en este sector y el que ejerce directamente Conacyt no quedan del todo claros.

El presupuesto que Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología ejercerá este año se redujó respecto del anterior (pasó de 7 mil 951 a 7 mil 706 millones), pero el presupuesto global para ciencia y tecnología se incrementó (paso de 24.9 mil millones de pesos a 26.8 mil millones de pesos).

El asunto es si la reducción en el número de becas no está más bien relacionada con la idea de ampliar el margen de maniobra en el gasto directo de Conacyt, pues los recursos destinados a becas en este año representan 22 por ciento de su presupuesto (12 puntos porcentuales menos que en el año 2002), aunque si se le añade el presupuesto del Sistema nacional de Investigadores (SNI) y los gastos de operación del mismo Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el porcentaje se eleva a cerca de 80 por ciento (cfr. Programa de trabajo institucional 2004:5).

Quizá la disminución en el número de becas al extranjero no permitirá un ahorro significativo, pero si tendrá un impacto relevante en la formación de recursos humanos.

Los efectos no serán inmediatos, pero no hay duda de que serán evidentes. El tema tiene otras aristas como el financiamiento público de becas o la comparación de cifras con otros países de los cuales nos ocuparemos próximamente.

PD. “Como no te voy a querer, si mi corazón azul es, y mi piel dorada, siempre te querré…”


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