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SNTE vs. SEP: disputa por la nación
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 234 [2007-08-02]
 

La educación produce bienes públicos inigualables. Para la economía, por ejemplo, una fuerza de trabajo cada vez mejor calificada y mayores niveles de productividad. Para la socie! dad, un ejercicio pleno de los derechos ciudadanos y una más elevada participación en las tareas colectivas. Además, la educación es un bien que ayuda a mejorar la salud de la población, al cuidado del medio ambiente. Brinda a las personas la posibilidad de conseguir más altos ingresos con lo cual se estimula el ahorro nacional, etcétera. En México, la educación ha sido un poderoso instrumento de movilidad social que consiguió en algún momento modificar la estructura de clases al propiciar el aumento y consolidación de los sectores medios.

Actualmente, por todos lados se escucha que la educación es una prioridad en el país. A su importancia le tiene que corresponder un nuevo ciclo de políticas y un aumento del gasto educativo que las apoye.

Reitero que muchos países han salido adelante en la globalización fortaleciendo su sistema educativo. Si en verdad se quiere que la sociedad mexicana progrese! es menester seguir una ruta que transforme a la educación.

Las cosas no pueden seguir tan desiguales como están. Los ricos se benefician más y mejor de la educación que los pobres. Son miles de niños que no asisten a la escuela. También los que reprueban y desertan, siendo uno de los principales motivos los económico-familiares. Son millones de jóvenes que no estudian ni trabajan. El rezago escolar, que cubre, entre otras, a la población de quince años y más que no terminó su educación básica, es muy elevado.

La eficiencia terminal en el bachillerato no es la deseable y, hasta la fecha, sólo uno de cada cuatro jóvenes entre los 20 y los 24 años de edad asiste a la universidad. El derecho a saber, conocer e informarse no es ejercido por una buena parte de los mexicanos, a quienes por esta vía se les niega otros derechos.

Hay tantas cosas malas en el sistema educativo que en el IV Congreso Nacional de Educación se concluyó que dicho sistema es "rígido, vertical, formal, ineficiente, desvinculado, acrítico, desfasado y descapitalizado".

En este encuentro se puso énfasis en lograr un sistema educativo que sea acorde al nuevo régimen político que se construye en México y al proyecto nacional que deseamos para los años por venir. El congreso fue convocado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Declarado por una agencia internacional como el principal lastre a ser desalojado para que la educación del país siga adelante es, paradójicamente, el que viene con un planteamiento de envergadura para transformar el sistema educativo.

Tal postura le plantea un reto importante al nuevo gobierno, que no puede ir por menos. Pero, ¿qué dicen los otros actores en el campo educativo? ¿Cuáles son sus propuestas? ¿Qué opinan de lo suscrito por el SNTE? Los propios maestros, los académicos, los intelectuales, los políticos, el gobierno, la iniciativa privada. ¿Cuáles son las expectativas que cada uno tiene sobre la educación? El cambio que propone el SNTE toca algunos aspectos que son de raíz y, por tanto, puede crear una especie de vacío si el Plan Nacional de Educación, por aparecer, acentúa la continuidad de las políticas educativas. Un riesgo político por donde quiera que se le mire, en un contexto de pugna entre el sindicato y la Secretaría de Educación Pública.

Estamos a la espera de que este gobierno anuncie lo que va a hacer en la materia. Más que nunca, el anuncio es fundamental, porque esta vez mucho de lo que está en juego político para el país se concentra en el camp! o educativo. Requiere transformarse con una perspectiva de largo plazo para impulsar el desarrollo de un proyecto nacional que beneficie a las mayorías. Reconocerle plenamente a la educación su carácter de bien público.

Las dificultades para transformar la educación en el país van en serie. Dificultades creadas por la mala actuación de los gobiernos que, entre otras cosas, auspiciaron el corporativismo sindical e hicieron fuerte al SNTE. Una fortaleza que hoy lo hace sentir con la capacidad de desafiar quién debe guiar y cómo el destino de la educación nacional.

La tarea política ahora es doble: presentar un plan educativo que convenza de sus bondades y destruir las viejas formas sindicales para eliminar los obstáculos al cambio e impedir los chantajes políticos que por medio de esta organización se siguen haciendo. Así se nos presenta la realidad. Una vez más la disputa por la nación est! á en el terreno de la educación pública. Ojalá salga algo bueno.


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