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América Latina
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 235 [2007-08-09]
 

La reciente visita de los mandatarios de Argentina y Brasil, y hace algunos meses de la presidenta de Chile o la gira por Centroamérica del presidente Felipe Calderón al comienzo del año, constituyen un paso más en el cambio de la política exterior del gobierno mexicano hacia América Latina. El cambio es más notable por el contraste con la administración anterior, cuyas relaciones con los gobernantes de algunas naciones de la región fueron estridentes, frívolas y en ocasiones sumamente ríspidas.

Las opiniones sobre el nuevo talante del gobierno mexicano difieren, para algunos se trata sólo de la búsqueda de una legitimidad que no termina de obtener, para otros de un completo error y para otros más de un interés genuino por retornar al encuentro con la región. Lo cierto es que las reuniones con los mandatarios de la región latinoamericana han derivado en la firma de documentos marco o creación de estructuras que probablemente se traducirán en acciones y en un renovado esquema de cooperación internacional. La ciencia y la tecnología es uno de los campos en los que, de ser el caso, se advertirá un nuevo tipo de relaciones.

En marzo pasado, con motivo de la visita de la presidenta de Chile, Michel Bachelet, se anunció la instalación del Consejo de Acuerdo de Asociación Estratégica México y Chile. Según se indicó, es un mecanismo de “integración de última generación”, ratificado por los respectivos congresos, en el que se prevé intensificar las relaciones comerciales, el intercambio académico y la instauración de un “fondo con aportaciones de ambos Estados que sirva para financiar proyectos de desarrollo e innovación en naciones latinoamericanas con un grado menor de desarrollo” (www.emexico.cl).

Hace una semana el gobierno mexicano firmó otro acuerdo con el mismo nombre: Acuerdo de Asociación Estratégica con el gobierno argentino. El Ejecutivo de México ha precisado que se trata de un acuerdo que no solamente estará enfocado al intercambio comercial y de inversiones, sino que impulsarán la cooperación científica y el intercambio cultural.

En el encuentro más reciente, sostenido con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente Calderón le dijo: “Tenemos, le puedo asegurar presidente Lula, tenemos sí una posición geográfica que nos ubica en el norte, pero puedo asegurarle que nuestro corazón está claramente en el sur y en América Latina” (www.presidencia.gob.mx). También se firmaron diferentes acuerdos y el gobierno mexicano expresó que Brasil podría ser la puerta de entrada al Mercosur y a la región latinoamericana.

Los documentos firmados con el gobierno brasileño incluyeron el área de procuración de justicia, energética, agrícola y un protocolo de intención para promover la cooperación en materia científica y tecnológica, firmado por el director de Conacyt y el ministro de relaciones exteriores de Brasil.

Los indicadores de actividades científicas y tecnológicas, para el año más reciente disponible, muestran que Brasil, Argentina, México y Chile, en ese orden, ocupan las posiciones más relevantes en la región. En términos de recursos financieros destinados a investigación y desarrollo experimental, Brasil destina poco más de la mitad del total de recursos disponibles en la región y le sigue México con poco más de una cuarta parte; Argentina y Chile, más distantes, cada una representan una sexta parte. Si se suman los recursos de las cuatro naciones, el volumen representa 91 por ciento del gasto en esta materia en la región. Como proporción del PIB, un indicador más preciso y estable, muestra que Brasil destina 0.91por ciento, Chile 0.68 por ciento, Argentina 0.49 por ciento y México 0.41 por ciento (www.ricyt.org).

En cuanto a número de investigadores por cada mil integrantes de la población económicamente activa (PEA), Chile cuenta la proporción más alta con 2.99 por ciento, le sigue Argentina con 1.91, luego Brasil con 0.91 y al final México con 0.79. La cooperación internacional de México se ha concentrado en buena medida con sus socios comerciales de América del Norte y poco con Europa o América Latina. Sólo recientemente, por el activismo de la Unión Europea, se han establecido algunos mecanismos de cooperación educativa en la región latinoamericana. Conacyt sólo tiene registrados dos convenios de cooperación científica bilateral en América, uno con Colombia y otro con Estados Unidos. Sí, existen numerosos acuerdos entre instituciones, participación de investigadores en redes en América Latina, lo mismo que publicaciones conjuntas, pero han dependido más de la iniciativa individual que de mecanismos estructurales. Ahora, si es que no se trata solamente de actos protocolarios intrascendentes, llegó la hora de diversificar más las relaciones de cooperación internacional y de mirar no sólo al norte.


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