MOTOR DE BÚSQUEDA PARA ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

Autor  Periódico  Año 
Mostrar Introducción

Las universidades. ¿Futuro de chozas de arena?
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 101 [2004-10-14]
 

Es muy común cuestionar la pertinencia de la universidad, tras el actual movimiento de ideas que critican a la modernidad o que buscan dar paso a una nueva etapa civilizatoria. Hoy, la nueva sociedad ya está suficientemente desarrollada y es inútil proseguir negando la necesidad de abrir la universidad a nuevos diseños culturales y a nuevas formas de organización del trabajo académico y del poder.

Los universitarios tenemos que reconocer que en nuestras instituciones ha empezado a tomar lugar la lógica de las empresas, demandando a la universidad que se ponga a su servicio y les entregue conocimiento hoy, cuando en la nueva sociedad, el conocimiento se anuncia como la nueva forma de dominación.

Sería absurdo pensar que si la universidad debe acatar los designios empresariales, no esté bajo la amenaza del conflicto y en un momento dado hasta el exterminio.

Desde su creación, esta institución ha sido la depositaria del conocimiento que la sociedad secular convirtió en potencialidad creativa del bienestar humano. Ponerlo solamente en manos de agentes privados que puedan págalo lo convierte en mercancía y se contrapone con la esencia de la universidad pública.

O lo que es lo mismo: la vuelve una cosa del pasado. Entonces, cuando se trata de hablar de la “universidad que viene”, debemos revelar que la lógica empresarial impuesta hoy como forma de pensamiento correcto, se ha transformado en una especie de marea que amenaza con desmoronarla para arrebatarle su presencia en el horizonte.

En este escenario, ¿acaso alguien puede imaginar que le depara un futuro promisorio a la universidad pública cuando se la está empujando a ser castillo de arena?

Quizá exista un lugar en el mundo en el cual la respuesta a la pregunta anterior pueda ser positiva: en México, no. En estos momentos, los dueños del poder y del dinero no parecen entender la importancia que tienen las instituciones educativas de carácter público. Son ellos quienes la están empujando a convertirle en castillo de arena.

Éste es probablemente el problema más serio que hoy enfrenta la universidad pública mexicana para proyectarse al futuro.

Pero, si es cierto que en México vivimos en un régimen democrático no tiene que ser tan sólo el mercado ni tampoco el gobierno que decidan la posibilidad de futuro de las instituciones de educación superior. Implica sí, reactivarlas como representación colectiva del pluralismo social y de la acción cívica basada en la reflexión.

En este sentido, la posibilidad de futuro de la universidad pública se encuentra directamente vinculada con el fortalecimiento y ejercicio de su autonomía y de su propia capacidad crítica. Hay entonces razones para mantener la esperanza.

Aunque cauce la impresión de ir a contracorriente con lo que parece ser el anhelo generalizado entre los universitarios, me atrevo a decir que la resistencia a ser castillo de arena en la playa la pueden libar las comunidades académicas repeliendo la tentación que hoy tiene de convertirse en universidad de investigación.

Ante la creciente apreciación social del conocimiento, la investigación ha incrementado su importancia y, cuando menos de manera retórica, algunas universidades, tanto públicas como privadas, han anunciado su decisión de adoptar este modelo.

No hay aquí ni tiempo ni espacio para ahondar en los absurdos y contradicciones en los cuales se cae con esta propuesta, por ahora sólo quiero decir que para la universidad pública ésta no es la mejor opción.

Para hacer más clara mi postura: debemos percibir que la fuerza del mercado está empujando a la universidad a ser de arena.

Por ello, convertirse en universidad de investigación no parece ser lo que permitirá fortalecerse para salirse de este molde; si acaso ayudará a que el agua no le llegue.

Me resisto a soportar las desastrosas consecuencias del poder del mercado sobre la universidad pública y sobre los países que, como México, cargan con ellos el calificativo de pobres. Por eso, ceo que la etiqueta de universidad de investigación no le queda.

Para que la universidad pública asome con toda su fortaleza en el horizonte debe actuar y anunciarse como universidad reflexiva, es decir, como una institución educativa que impone a todos los procesos, funciones y productos que en ella se desarrollan, a manera de sello, el pensamiento reflexivo.

De otra manera, “lo que viene”, en México, cuando sea de carácter público, no serán castillos sino chozas de arena.


Instituto de Investigaciones Económicas
Seminario de Educación Superior
TEL: 56650210, FAX: 56230116
webmaster@ses.unam.mx
Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

Free Blog Counter