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Medir y comprender la alfabetización tecnológica
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 114 [2005-01-27]
 

La poderosa e influyente organización estadounidense de pruebas estandarizadas, Educational Testing Services (ETS), pondrá en marcha en el presente ciclo escolar una nueva prueba. Ahora se trata de una prueba que intenta evaluar la alfabetización en tecnologías de la información y comunicación (LICT).

Es una prueba dirigida a jóvenes que han concluido su enseñanza secundaria y esperan continuar sus estudios. Según la misma organización, el nuevo examen mide la capacidad para "definir, accesar, manejar, integrar, evaluar, crear y comunicar información en un ambiente tecnológico" (www.ets.org/ictliteracy). Pero no se trata, como la mayoría de instrumentos de evaluación que utiliza ETS, de una prueba de opciones múltiples. Es un examen en línea, frente a la computadora, que dura dos horas y en las cuales el estudiante debe resolver 16 tareas, tales como extraer información de una base de datos, elaborar una hoja de cálculo o escribir un correo electrónico sintetizando los hallazgos de su búsqueda.

La primera aplicación de la prueba intentará contar con resultados agregados del desempeño de grupos particulares. Según el diario The New York Times, se prevé que tomen el examen cerca de 10 mil estudiantes de universidades y colleges durante el primer periodo (www.nytimes.com 17/01/05).

Para los funcionarios de ETS, un alto desempeño en las nuevas tecnologías de la información y comunicación es un aspecto clave para la educación de los jóvenes y su avance profesional. Sobre todo, expone la responsable del proyecto, para aquellos jóvenes que pasan de instituciones de enseñanza superior que solamente requieren dos años de estudio a otras de cuatro años.

El problema, como lo señaló el diario neoyorquino, es que actualmente no existen mayores acuerdos sobre lo que es significativo de la información o sobre la alfabetización tecnológica, tampoco si tales habilidades se pueden enseñar y menos si se pueden medir a través de pruebas estandarizadas.

Lo que sí parece claro es que está en formación un amplio mercado de usuarios para la nueva prueba (El NYT estimaba el mercado de las pruebas de evaluación en 2003 en cerca de 1.8 mil millones de dólares). ETS es una compañía privada fundada en 1947, dedicada a la elaboración de pruebas estandarizadas. Actualmente cuenta con más de una docena, entre las que se encuentran varias de admisión y desempeño (por ejemplo el GRE, GMAT, SAT), también para docentes (PRAXIS), para evaluar habilidades específicas (SLS) o de dominio del inglés (TOEFL Y TOEIC). El SAT, un examen de admisión a la universidad en los Estados Unidos, es uno de los más extendidos y aunque no es un factor decisivo sí es elemento clave para el ingreso. De hecho, en marzo próximo se aplicará una nueva versión del SAT, en el que además de incluir una valoración de habilidades en matemáticas y lectura, ahora incluye una nueva sección para evaluar las capacidades de escritura.

De acuerdo a ETS, la elaboración de la prueba para medir la alfabetización tecnológica comenzó en el 2001, cuando convocó a un grupo de expertos en comunicación para el desarrollo de la prueba. Actualmente la iniciativa está copatrocinada, además de ETS, por un consorcio de instituciones educativas nacionales y regionales, como el Sistema de Community College de California, también el sistema universitario del mismo estado, lo mismo que las universidades de Washington, Memphis y Lousville, entre otras.

Tal vez entre los problemas más relevantes a considerar con la nueva prueba, aparte de la falta de acuerdos sobre cómo medir la alfabetización tecnológica, es, por un lado, el desconocimiento que se tiene sobre los mecanismos y efectividad de los dispositivos tecnológicos para mejorar los resultados educativos y, por otro lado, la posible estandarización en el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación que se podría provocar.

Un reporte de la agrupación Alliance for Childhood, difundido el año pasado (Teach Tonic. Toward a New Literacy of Technology), destacó que las escuelas en los Estados Unidos, según estimaciones conservadoras, habían gastado alrededor de 55 mil millones de dólares en los últimos diez años en computadoras, productos de alta tecnología, servicios y entrenamiento correspondiente, pero que había "escasas evidencias sólidas de que esas tecnologías hubieran mejorado el logro de los estudiantes" (p.36). Una consideración que convendría tener presente, sobre todo porque una idea muy extendida en la actualidad es que con sólo añadir algunos dispositivos de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información en las aulas, automáticamente se tendrán mejores resultados.

El tema de la estandarización también es relevante, no solamente por la eventual generalización a nivel internacional de pruebas para medir la capacidad en esa área, sino porque una aplicación apresurada de tales pruebas orientaría las habilidades en una dirección sobre la que no se tiene certeza y tampoco de los mecanismos que activa. Como señala el reporte, algunos críticos destacan que representaría una seria amenaza para la creatividad, así como para la enseñanza y aprendizaje individual.

Por último, también convendría reconocer que el acceso y posesión de las nuevas tecnologías de información y comunicación no es generalizado, está fuertemente ligado al poder adquisitivo del usuario. Persisten fuertes desigualdades en ese terreno y no solamente en los países en desarrollo. Tal vez, antes que medir, convendría comprender.


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