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El camino por venir
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 197 [2006-10-12]
 

Habrá que reconocer que estamos en un momento en que las circunstancias de la historia nos abren la posibilidad de replantear el camino por venir. En materia de educación superior nos quedan aspectos de la realidad que ya no queremos y nuevos propósitos.

1. El Plan Nacional de Educación está concebido de manera aislada de otras políticas públicas. A partir de ahora es necesario que en dicho plan, la educación superior se encuentre integrada, de manera explícita, a la ciencia y a un proyecto nacional sobre la sociedad que queremos construir los mexicanos.

2. Es indeseable que las instituciones operen con un subsidio ordinario que apenas alcanza para pagar la nómina, los materiales y los servicios. Que hayan tenido que aprender a llenar informes para recibir dinero adicional que no siempre permite cubrir las metas prioritarias de sus planes.

Dicho de otra forma, las universidades públicas concursan para satisfacer lo que se les exige bajo el control de las autoridades federales. Y esta es la única manera en la que pueden cumplir con sus funciones sustantivas. La política centralizada que se basa en el llenado de indicadores para el otorgamiento de subsidios extraordinarios ha tenido consecuencias nocivas para la academia.

3. El sistema de fondos adicionales ha implicado que los aparatos administrativos de las instituciones se profesionalicen en las prácticas de las políticas centrales y que los rectores dediquen más esfuerzos a la consecución de recursos económicos que a la dirección académica de las instituciones.

Con todo, la modernización de los rectorados no ha permitido zanjar el hiato que existe entre ellos y las comunidades. En instituciones ampliamente reconocidas por la certificación de sus programas, los académicos opinan que no se ha alcanzado la calidad deseada.

En las comunidades académicas hay descontento, insatisfacción, desconfianza en una administración central que los ata en sus prácticas para no desviarse de los indicadores y, en ocasiones, hasta miedo a la crítica. Quejas por la gran cantidad de tiempo que tienen que dedicar para llenar los informes anuales con los datos que sirven para alimentar los indicadores y lo que consideran un escaso retorno por su esfuerzo.

La estabilidad institucional con un mal acoplamiento no es recomendable a los fines educativos. Lo que ya no queremos es un juego que estimule la simulación, que impida ejercer plenamente la libertad y creatividad de los académicos.

4. Ya no es conveniente para llegar a una academia madura y respetada el que sus miembros estén sujetos a varios tipos de evaluación para definir su carrera y sus ingresos. Un buen clima para las labores académicas no puede fincarse en la desconfianza y en la manipulación de trabajadores necesitados.

También es perjudicial que se siga privilegiando la investigación sobre la docencia. Que se presione a los investigadores para dar clase manteniendo el mismo ritmo, volumen y calidad de las publicaciones. Porque si lo que cuenta es esto último, entonces seguirá habiendo poco compromiso con las labores de formación, incluso de parte de quienes tienen nombramiento de profesor.

Hay académicos que son soportes del sistema de evaluación. Que dedican una buena parte de su tiempo a participar en toda una serie de órganos colegiados que requieren de personas de muy alto nivel con reconocimiento de sus comunidades. Son tareas vitales para el funcionamiento de la academia que resultan contraproducentes para quienes las realizan porque no se tienen en cuenta en sus evaluaciones y hasta son mal vistas por los pares.

Es así que cada vez hay más académicos que se rehúsan a participar en este tipo de labores. Además, no se considera con el debido peso lo que se hace en materia de vínculos con la sociedad, cuando se trata de algo prioritario.

Es un desafío resolver las contradicciones que nos dejan las políticas aplicadas. También proponer un programa nacional de reforma de las universidades que cuente con medidas para dar un mayor acceso a la educación superior. Que cambie al sistema de universidades públicas para hacer frente a los retos del país, mejore las condiciones para hacer academia en pos de la calidad, el conocimiento y la innovación. Garantizar una autonomía real, que es la base para interactuar con los agentes sociales del cambio y para hacer que el trabajo universitario sea más relevante para la sociedad como un todo.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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