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La designación del rector en la UNAM
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 436 [2011-10-20]
 

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ocupa un lugar destacado en la vida académica, científica y cultural del país. Es una universidad de investigación. Cuenta con una matrícula de 316 mil estudiantes, más de 30 mil académicos y otros tantos trabajadores administrativos. Sus actividades se extienden en más de una veintena de entidades federativas. Tiene una presencia internacional reconocida y escuelas en Estados Unidos y Canadá.

La UNAM vive, en estos momentos, el proceso de designación del rector para el periodo 2011-2015, que debe concluir hacia la segunda quincena de noviembre próximo. La Junta de Gobierno, encargada por ley del nombramiento, emitió en tiempo y forma la convocatoria a los miembros de la comunidad para que participen con responsabilidad, y se expresen con absoluta libertad, indicando a las personas y las razones para que sean tomadas en cuenta en la designación. Asimismo, nombró a las comisiones que realizan la auscultación, que es el método que se sigue para calibrar las opiniones de todos los universitarios interesados en emitirlas.

En la UNAM, la elección de las autoridades se funda en la autonomía. Este concepto, contenido en el cuerpo constitucional, es el que garantiza a la institución la capacidad de gobernarse según sus propias normas. La designación de rector se hace conforme a ellas y es uno de los eventos políticos más importantes, que ocurre, habitualmente, cada cuatro años.

En los momentos en que se desata cada vez este proceso, desde la comunidad se emiten posiciones y puntos de vista sobre el rumbo que debe tomar la institución. La autonomía permite que la designación de una autoridad por otra se funde en la participación de la comunidad, mediante la cual aparece la voluntad universitaria, tal como la formula el abogado general en su libro sobre el tema (González y Guadarrama, 2010); es la máxima expresión de la autonomía.

En la designación del rector también entran a considerarse los principios institucionales, enmarcados en el escenario político prevaleciente en la sociedad. Hoy, quienes concursen para ser nombrados al frente de la Rectoría deben enarbolar, explícitamente, en su proyecto de trabajo, el compromiso social de la universidad, su carácter autónomo, humanista, democrático y plural; deben comprometerse a trabajar para que estos principios sean respetados y para que la institución goce de identidad y prestigio en el entorno social que la rodea.

En un punto histórico donde la política está inmersa en una crisis, tener una institución como la nuestra, a la que la sociedad le tiene confianza y reconocimiento, es un logro invaluable, para defender nuestros principios y valores y para abrir y mantener el diálogo con todos los actores y públicos, de tal modo que el proyecto institucional sea viable.

Además, tener un rector que inspire confianza, y a quien se le reconozca liderazgo, es crucial para sentar las bases que hagan la UNAM del mañana. En esta elección no estamos jugando los próximos cuatro años de nuestra casa de estudios; estamos en la posibilidad de jugar la construcción de un futuro para el largo plazo, adelantándonos a los cambios que puedan darse en el país.

Implantar una visión de futuro comienza con la capacidad que pueda tener el rector para establecer un pacto universitario con acuerdos y consensos que alcancen a toda la comunidad. Se trata de un pacto para mejorar la calidad de todas las actividades académicas que realizamos, en todos los niveles de la enseñanza, para que los universitarios, todos, actúen con responsabilidad y compromiso social, y para que una universidad crítica y reflexiva, sustentable académicamente, impulse a la sociedad hacia el uso del conocimiento y a una integración con el mundo que le sea más benéfica.

La voluntad universitaria, la confianza en la autoridad y los acuerdos académicos son la base para orientar el rumbo institucional y para que la Junta de Gobierno escoja a un rector capaz de articular los intereses de la comunidad, esto es, de encabezar un gobierno universitario marcado por la legitimidad y la gobernabilidad.

Hay muchas opciones entre universitarios distinguidos para escoger a un buen rector. La Junta puede llamar a algunos. Todos tienen oportunidad de llegar al cargo. Pero, en mi opinión, hoy no podemos correr riesgos. Necesitamos certezas para continuar siendo la mejor universidad del país. Quien nos ofrece plenamente este camino, con el mayor consenso, es el doctor José Narro Robles. Por eso, considero que la UNAM requiere que siga en el cargo. El doctor José Narro es nuestra mejor opción.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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