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Banco español, benefactor multimillonario de universidades en AL
Marion Lloyd
Campus Milenio Núm 431 [2011-09-15]
 

Las inversiones de Santander en educación superior han rendido frutos en términos de nuevos clientes, aseguran sus críticos.

Ciudad de México. En mayo de 2010, cerca de mil rectores de universidades de Latinoamérica, España y Portugal se reunieron en México para discutir cómo mejorar la colaboración en educación superior entre países. El encuentro no hubiese sido posible de no ser por el amplio bolsillo de su patrocinador, el banco español Santander.

En los pasados 15 años, Santander ha invertido cerca de mil millones de dólares en promover la internacionalización entre universidades iberoamericanas y, más recientemente, con sus contrapartes en Inglaterra, China, Rusia, Alemania, Singapur y Estados Unidos.

El banco ha prometido otros 600 millones de euros (872 millones de dólares) entre 2011 y 2015 por medio de su programa emblema de responsabilidad corporativa, Santander Universidades.

Este programa es por mucho la inversión filantrópica más grande en educación superior de América Latina. Incluye miles de becas anuales para promover el intercambio académico y estudiantil, un sitio de noticias universitarias regionales, diversas revistas académicas, actividades culturales, incluso servicio de bolsa de trabajo.

Expertos en educación superior dan crédito a Emilio Botín, presidente de Santander, de tomar a las universidades de España y Latinoamérica como un sector altamente ignorado para la filantropía corporativa.

Desde el lanzamiento de Santander Universidades en 1996, Botín ha supervisado personalmente el programa, elevando su estatus al de una división global en 2006.

Tal generosidad corporativa no es de gratis, claro está. Tanto críticos como partidarios concuerdan en que tras la inversión de Santander en la educación superior hay una evidente estrategia para captar millones de nuevos clientes dentro de la crecientemente móvil comunidad universitaria, caracterizada por ser un mundo de movilidad social ascendente.

“Lo que Santander comprendió muy bien es la posibilidad de generar nuevos productos y la muy interesante opción de generar clientela entre los estudiantes, porque serán clientes permanentes y futuros miembros de las clases media y alta”, asegura Roberto Rodríguez Gómez, investigador en educación superior de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Realizan donaciones legítimas con el entendimiento que ‘me das tu dinero (para invertir) y yo te doy una biblioteca o un salón de cómputo”, agrega.

Rodríguez Gómez pone como ejemplo las más de 4.3 millones identificaciones electrónicas para estudiantes que el banco ha subsidiado en sus instituciones afiliadas, y que se duplican como tarjetas de débito para cuentas de Santander.

El banco también opera cientos de sucursales en los campus de la región, que ofrecen servicios especiales para estudiantes y académicos. En años recientes, ha comenzado a manejar fondos de pensiones universitarias suplementarios para instituciones privadas y públicas, incluyendo entre 30 a 50 acuerdos con universidades en México, dijo Alejandro Carriedo, director de Santander Universidades en el país.

Por ejemplo, la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) firmó un acuerdo con el banco en 2004 para invertir la suma inicial de seis millones de pesos en fondos para el retiro para administradores y trabajadores de esa casa de estudios, de acuerdo con una copia del contrato disponible en línea.

El banco también provee préstamos con bajos intereses para proyectos de infraestructura y procesa cuentas de nómina, así como las colegiaturas de estudiantes en algunas universidades, afirma Carriedo.

Santander no es el único banco internacional que se enfoca en el mercado universitario de Iberoamérica. El banco español BBVA (Banco Bilbao Vizcaya Argentaria) maneja las nóminas de universidades en la región, incluyendo a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la institución de educación superior más grande del área, al igual que los fondos de pensiones de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Sin embargo, Santander es único en el peñascoso volumen de servicios que ofrece a las universidades, tanto en términos de donaciones corporativas como en servicios comerciales.

Directivos de los bancos aseguran que la principal meta de Santander Universidades no es el beneficio económico. Pero no tienen reparo sobre los potenciales ingresos económicos que significan acuerdos con más de 930 universidades en el mundo.

“Si el banco gana dinero con el tiempo, eso nos parece bien, pero no es nuestra intención principal”, asevera Arturo Cherbowski, director ejecutivo de Santander Universidades y director general de Universia, el afiliado en línea, en México.

El país es el segundo mayor beneficiario de becas estudiantiles en América Latina con mil 660 concesiones de este tipo en 2010. La mayoría de las cuales, a petición de los rectores de universidades mexicanas, fueron a estudiantes que buscaban cursar un semestre en otra universidad de México.

Directivos de Santander Universidades niegan que exista quid pro quo en sus tratos con universidades. Hacen notar que proveen concesiones y otro tipo de donaciones a instituciones de educación superior en países donde el banco no realiza operaciones financieras, como Bolivia y Ecuador.

Rectores de universidades mexicanas aseguran que en ningún momento han sentido presión de representantes de Santander para aceptar los acuerdos financieros con el banco.

“Ellos tratan de ser parte de una relación comercial”, indica José Morales Orozco, rector de la Universidad Iberoamericana (UIA), en la ciudad de México. “Pero si la universidad dice ‘no, no estoy interesada’ o ‘no podemos’, eso de ninguna manera evita que recibas todos sus beneficios”.

BOLSILLOS PROFUNDOS, METAS AMPLIAS

El involucramiento de Santander en la educación es tan extenso como la medida de cada universidad. Además de conceder el año pasado más de 13 mil apoyos a estudiantes y académicos en el mundo, el banco ha financiado alrededor de 200 laboratorios computacionales y 140 cátedras en cuatro continentes.

Ayuda a patrocinar un programa de Maestría en Finanzas y Banca Internacional en tres universidades —España, Marruecos y México— y tiene planes de un cuarto programa en Brasil.

Su página web Universia sirve como fuente principal de noticias universitarias en 23 países de la región. También publica seis impresos revisados por pares académicos, opera un servicio de bolsa de trabajo para estudiantes y organiza diversas actividades, incluyendo la reunión de rectores en Guadalajara en 2010.

Además, es uno de los principales patrocinadores del consorcio OpenCourseWare, cuyas más de 100 universidades afiliadas trabajan para hacer disponibles sus clases por internet de manera gratuita.

Desde que el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) comenzó su proyecto pionero OpenCourseWare en 2001, Universia ha traducido al español y portugués más de 100 cursos de la institución, así como otros 150 en línea de otras universidades.

Sus más de mil 200 miembros, todos universidades iberoamericanas, son copropietarios del sitio y se beneficiarán económicamente si Universia alguna vez crea ganancias (por ahora el banco ha invertido 170 millones de euros en el sitio, unos 247 millones de dólares, y directivos de Santander esperan que el proyecto se equilibre en siete años).

Santander también apoya la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, que provee acceso a internet gratis a más de 130 mil libros en español, principalmente de historia y literatura. El sitio empezó en 1999 en conjunto con la Universidad de Alicante, en España.

“Puedo asegurarles que no existe banco en el mundo que haga algo que pueda compararse”, señala Jamil Hannouche, director general de Santander Universidades en Brasil, que recibe la porción más grande de donaciones del banco en América Latina.

En Brasil la institución bancaria creó tres divisiones que atienden a universidades federales, estatales y privadas, con 355 sucursales dentro de universidades en todo el país, asegura Hannouche.

La estrategia funcionó: 500 mil de los 600 mil profesores universitarios del país y 1.4 millones de los 6 millones de estudiantes universitarios en Brasil tienen cuentas en Santander, sostiene.

En Estados Unidos, Santander Universidades comenzó a incursionar en 2007 mediante su socio, Banco Sovereign. Desde entonces ha logrado por lo menos 16 acuerdos con algunas de las universidades más importantes del país, como Harvard, Yale, MIT y Brown.

Ejemplos de estas sociedades incluyen los Institutos Internacionales de Investigación Avanzada en Brown, que patrocina cada año a 200 investigadores visitantes provenientes de instituciones de todo el orbe, de acuerdo con directivos de Santander. En la Universidad Babson, el banco patrocina programas para jóvenes emprendedores de América atina.

DE IMPENSABLE A ACEPTABLE

Mientras que las donaciones corporativas a universidades no son nada nuevo en Estados Unidos, son una novedad en América Latina, que posee una orgullosa tradición de educación superior pública y gratuita.

“Hace 15 años, en el contexto latinoamericano, esto era completamente impensable”, destaca Francisco Marmolejo, director ejecutivo del Consorcio para la Colaboración de la Educación Superior en América del Norte (Conahec) y bloguero de The Chronicle of Higher Education.

Dijo que cuando Santander comenzó su incursión filantrópica en la educación superior en 1996, muchos académicos y directivos fueron escépticos o abiertamente hostiles hacia lo que ellos percibían como el sector privado entrometiéndose en los asuntos universitarios.

“Ahora no existe universidad que no diga lo bueno que es tener becas de Santander”, comenta Marmolejo, otrora vicerrector académico y de Administración y Finanzas en la Universidad de las Américas, en la Ciudad de México.

“Es una de esas organizaciones de las que dices ‘está bien, tenemos dos opciones, la criticamos o vivimos con ella’. Mi impresión es que la mayoría ha optado por la segunda opción”, agrega.

De hecho, rectores de universidades públicas y privadas en México han afirmado que no tienen conflictos éticos al aceptar donaciones corporativas por parte de Santander.

“¿Tienen metas comerciales? Por supuesto”, señala Mario García Valdez, rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP). “Yo no tengo problema si el banco obviamente busca un mercado, pero aporta beneficios a sus clientes. Esa una situación ganar-ganar”.

Además de proveer 15 becas de movilidad para su universidad, el banco cubrió el costo de 500 mil pesos de las identificaciones inteligentes para sus 25 mil estudiantes, comentó.

Las tarjetas permiten a los administradores tener un control sobre quién se encuentra en sus instalaciones —una medida de seguridad vital en medio del clima de violencia que azota al país—.

Otros receptores de apoyo por parte de Santander han alabado su enfoque no invasivo.

“Santander no ha interferido de ninguna manera en nuestras actividades y estamos agradecidos por ello”, afirma Clara E. Lida, historiadora argentina del prestigiado Colegio de México (Colmex), quien coordina una cátedra patrocinada por Santander que invita a destacados académicos a dar conferencias sobre la relación entre España y México. “No hubiésemos aceptado una situación de dependencia que afectara nuestra libertad intelectual”.

¿Entonces cómo se explica el cambio de opinión en los académicos latinoamericanos? Por una parte, es cuestión de las circunstancias; por otra, es resultado de la gran labor de ventas por parte de Santander.

“Estamos muy conscientes de los problemas”, sostiene Cherbowski, quien es doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Yale. “El proyecto ha sido bien recibido por los rectores, pero siempre hay algunas voces, sobre todo entre las universidades públicas, que aseguran que éste es el inicio de la privatización de la universidad pública. Somos muy conscientes y sensibles a estas preocupaciones y respondemos con un enfático no”.

LA ÚNICA OPCIÓN

Con el crecimiento exponencial de las universidades privadas en las recientes dos décadas y la disminución del apoyo público a la educación superior, los administradores universitarios están cada vez más obligados a buscar fuentes alternativas de dinero. Ya que en la mayoría de universidades de la región no existe la tradición de donativos por parte de los egresados, donadores corporativos como Santander son a menudo la única opción.

“América Latina no tiene capacidad, están desesperados, aceptan lo que pueden”, destaca Sheila Slaughter, profesora de educación superior en la Universidad de Georgia y autora del libro Capitalismo académico y la nueva economía.

Ella previene que las universidades de la región están en riesgo de depender demasiado de Santander para manejar sus servicios financieros. “Yo pensaría que las personas deberían implementar formas para regularlo y reducirlo, particularmente considerando la inestabilidad de las instituciones financieras en la actualidad”, advierte.

Rodríguez Gómez, investigador de la UNAM, está de acuerdo. Expresa, además, que no es nuevo para las universidades mexicanas —las cuales carecen generalmente de sus propios planes de pensión— depender del gobierno o de un banco privado para manejar sus finanzas. Pero, argumenta, “no es lo mismo confiar en un banco nacional para ello que en uno trasnacional, como Santander”.

Carriedo, directivo de Santander México, desestima tales preocupaciones, argumentando que el sector financiero en México está bien regulado y el banco sólo maneja fondos adicionales de pensión como parte de sus paquetes de beneficios. Con tales acuerdos, dijo, las universidades mismas deciden si el banco invertirá su dinero en la Bolsa de Valores o en otras áreas de riesgo.

Tras décadas de control estatal sobre el sector financiero, México y otros países de América Latina han abierto camino para que bancos internacionales iniciaran operaciones desde los años noventa.

Santander y su rival español BBVA estuvieron entre los primeros en tomar la oportunidad, en muchos casos forjando alianzas con bancos locales o simplemente absorbiéndolos. Sin embargo, para Roberto Rodríguez, Santander ha sido el más agresivo en buscar el mercado universitario.

Dijo que detrás del apoyo del banco a la internacionalización estaba un plan a largo plazo para convertirse eventualmente en el principal intermediario financiero en el ramo de la educación superior iberoamericana, en el que el banco serviría como principal abastecedor de concesiones a gobiernos y universidades en la región.

Agrega que ante la ausencia de un cuerpo gubernamental que supervise el proceso —como la Comisión Europea—, las universidades de América Latina estarían a merced de las estrategias comerciales del banco, advirte. Pero directivos de Santander niegan tener tal meta en mente.

“Santander está comprometido a crear un espacio de conocimiento iberoamericano como parte de su política de acción social”, escribió José Manuel Moreno Alegre, director global de Proyectos Corporativos en Santander Universidades, vía correo electrónico desde España. “No hay metas comerciales en esta política, sino una práctica de desarrollo sustentable de negocios”.

Él y otros directivos citan los premios que otorga el banco para estudiantes emprendedores socialmente responsables. Entre los ganadores está un grupo de estudiantes de ingeniería de la ciudad de México, quienes ganaron 50 mil pesos por parte de Santander por su propuesta para crear sistemas de iluminación solar de bajo costo para las comunidades rurales.

“Es muy importante que negocios tan grandes como Santander tengan esa visión de ayudar a países pobres como México para que progresen a través del apoyo a sus jóvenes”, declara Gerardo Ruiz de Teresa, egresado de la Universidad Iberoamericana y codirector de Iluméxico.

Desde la fundación de la compañía de energía solar, él y sus socios han instalado más de 40 sistemas de iluminación con microcréditos de mil 800 pesos por familia y están trabajando en alcanzar un estimado de 400 mil mexicanos que carecen de electricidad.

“No veo nada malo en ello”, dijo de la política de Santander que combina negocios y filantropía. “Por el contrario, debería haber más compañías haciendo lo mismo”.


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