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Sociedad y educación superior Peninsular (4)
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 461 [2012-05-10]
 

La globalización y las tendencias de la educación superior, de la ciencia y la tecnología en México han afectado a los sistemas estatales y regionales de enseñanza e investigación. Hace varios años analizamos y apuntamos (Muñoz y Suárez, 2004) que el desarrollo de la ciencia y del posgrado en el país ocurrió de forma concentrada, con decisiones centralizadas. Que el acceso al conocimiento científico cuando es desigual, se combina con la exclusión social.

Ir a contracorriente de las desigualdades se ha convertido en el reto más importante para elevar las capacidades de producción de conocimiento con fines de desarrollo local. Y, también, es un reto lograr un buen clima académico en las universidades, desde la licenciatura hasta el posgrado, que favorezca la enseñanza de las disciplinas científicas.

Para producir ciencia hay que crear científicos. Esto último comienza desde antes de entrar a la universidad y, ya en ella, en las carreras que se brindan. Hacer que los estudiantes participen en la producción de conocimiento, y gestarles una cultura científica, pasa por una buena enseñanza en la licenciatura encadenada al posgrado.

El organismo encargado de evaluar los programas de licenciatura definió que los mejores son aquellos que alcanzan el nivel 1. En Yucatán, la Universidad Autónoma tiene el 60.5% de los programas nivel 1 en el estado. En Campeche la proporción sube al 83.0% contando las dos grandes universidades públicas. Y, en Quintana Roo, la universidad del estado tiene el 51.9% del total de programas acreditados en la entidad. El promedio de programas nivel 1 en los estados, entre 45 universidades públicas, es de 41.7%.

Por otro lado, la información torna evidente las grandes distancias que hay en el país en materia del posgrado. Según los datos, en México, cinco entidades federativas tienen el 60.8% de todos los programas pertenecientes al Programa Nacional de Posgrados de Calidad. Los mismos cinco estados cuentan con el 50.4% de la matrícula doctoral en México.

En la península yucateca es más que evidente que las tres entidades requieren fortalecer el número de sus posgrados, que en conjunto alcanzan una cifra de 58, que apenas representan el 4.72% del total nacional. En Yucatán hay 46 y la UADY tiene el 37.8% de ellos. La Universidad de Quinta Roo tiene 4 de los 6 en el estado, mientras que la Autónoma de Campeche anda en 2 de los seis existentes en la entidad.

Los posgrados en las tres entidades peninsulares están básicamente orientados al nivel de maestría, a juzgar por la matrícula en 2010 (80.5%). El grado de avance del posgrado se puede ver por este indicador que en Yucatán es el menor (75.8%) seguido por Campeche (85.2) y, finalmente por Quinta Roo (92.0%).

La Universidad Autónoma de Yucatán cubre el 33.3% de la matrícula del posgrado en el total del estado. Esto se debe, en parte, a la presencia del CIESAS, CINVESTAV, y el CICY que tienen posgrados y a las unidades de investigación de la UNAM. También, a un conjunto de programas en las instituciones privadas como la Anahuac, el Tec de Monterrey, y muchos otros centros particulares, en los que se han expandido las maestrías profesionalizantes. La proporción se reduce al 21.5 en Campeche, uniendo la UACAM y la UNICAR y 8.13 en Quintana Roo, que es lo que cubre la universidad del estado.

Todo esto quiere decir que las universidades públicas estatales han hecho un esfuerzo serio por mejorar la calidad de la enseñanza en la licenciatura, lo que da una buena base para pensar en expandir el posgrado a nivel de maestría y doctorado, donde se requieren hacer más esfuerzos de los realizados, hasta ahora, por las expectativas de volver a la península un verdadero centro científico y cultural en el país, y por las necesidades que está demandado el desarrollo de las sociedades; demandas ligadas a la educación superior pública. En especial, la tarea de coadyuvar al desarrollo local tiene que descansar primordialmente en las universidades públicas.

Las tres universidades públicas autónomas de Yucatán y Campeche y la estatal de Quintana Roo han avanzado en la contratación de su planta académica de carrera. Todas rebasan el promedio nacional (24.9%) entre 1.6 y 2.1 veces. Donde hace falta una política de impulso es en elevar la planta de doctores de tiempo completo. En el país dos de cada cinco tiempos completos tiene doctorado (32,956). En la península, las universidades públicas apenas alcanzan el 22.2%. La UADY es la que necesita más impulso.

La investigación, hoy en día, no puede quedarse rezagada y eso requiere tener personal académico de tiempo completo, con doctorado, dedicado, además de la docencia, a producir conocimiento. Este tema lo abordaré en la siguiente entrega.

La información usada en este texto proviene del EXECUM.


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