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¿Una conferencia descentralizadora?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 464 [2012-05-31]
 

Uno de los ajustes más importantes a la normatividad científica y tecnológica, después del realizado a fines de los años noventa, fue el de 2002. El ejecutivo federal y los legisladores propusieron y crearon diferentes instancias para impulsar el desarrollo del sistema. Una de ellas fue la Conferencia Nacional de Ciencia y Tecnología, con la cual se buscaría promover la descentralización de la actividad. Hoy, transcurrida una década exacta, los avances en este terreno comienzan a trazarse y no precisamente por la intervención de esa instancia.

La reforma a la ley de ciencia y tecnología del 2002 incluyó, explícitamente, la idea de una política de Estado y también dotó a Conacyt de mayores instrumentos para conducir la política del sistema: la instauración de un ramo de gasto específico en el presupuesto (el ramo 38); el manejo de los fondos competitivos; los mecanismos de aplicación de los incentivos fiscales y la creación de diferentes estructuras organizativas, entre otros aspectos.

El capítulo V de la entonces nueva ley, especificó la integración y funcionamiento de una Red Nacional de Grupos y Centros de Investigación, la creación de la Conferencia y el funcionamiento de los convenios con las entidades federativas para la constitución de los fondos mixtos para fomentar la investigación.

La Conferencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación —la reforma del 2009 le agregó el término innovación— se creó como un órgano permanente de coordinación institucional entre Conacyt y las entidades federativas con competencia en la materia que aceptaran la invitación a formar parte de tal instancia (artículo 31). Por la misma razón se integra por el director de Conacyt y los titulares de todos los consejos estatales.

De acuerdo con la ley, la Conferencia tiene entre sus funciones la posibilidad de opinar sobre las políticas de apoyo a la investigación científica y el desarrollo tecnológico, participar en la elaboración del programa sectorial, celebrar acuerdos de coordinación y proponer modificaciones al marco legal.

Según la misma ley, la Conferencia debiera sesionar por lo menos dos veces al año. Sin embargo, desde el principio su funcionamiento ha sido relativamente accidentado. El 19 de noviembre quedó instalada y con unas bases de funcionamiento provisionales celebró cuatro o cinco reuniones entre el 2003 y 2006 con unos cuantos representantes de entidades federativas. Quizá el periodo más notable fue a partir del 2004, cuando se estableció una comisión de ciencia y tecnología al interior de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), lo cual despertó cierto interés en los ejecutivos estatales y quedó un vínculo entre ambas instancias. Esto es: una Conferencia al interior de una Conferencia

Todavía al inicio de la actual administración, las sesiones de la Conferencia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación se realizaban en el marco de la Conago. En el 2007, por ejemplo, cuando estaba por elaborarse el programa sectorial, sesionó ya con más de tres cuartas partes de representantes de los estados y se puso en marcha la propuesta de crear nuevas bases de funcionamiento de la instancia.

La participación de los representantes de las entidades federativas fueron en aumento y apenas en el 2009 la Conferencia sesionó con los titulares de todos los consejos estatales, aunque el vínculo con la Conago fue perdiendo vigor y esta última también perdió presencia pública en los años más recientes.

Antes de la instauración de la Conferencia existían 23 consejos estatales de ciencia y tecnología. Es decir, a partir de la reforma del 2002 se crearon nueve consejos más (Yucatán, Morelos, Nuevo León, Chihuahua, Tlaxcala, DF, Sonora y Oaxaca) para completar el conjunto y con sus respectivas leyes.

Seguramente el lento avance de la Conferencia está asociado a la paulatina integración de los representantes de las entidades. Aunque los consejos estatales solamente son el primer paso, a ello habría que sumarle el funcionamiento efectivo de los sistemas de ciencia y tecnología de las entidades y sus respectivos programas para orientar las actividades.

Entonces, quizás no es de extrañar que una buena parte de la estrategia descentralizadora se ha depositado en un instrumento con mayor capacidad de directiva: la instauración de los fondos mixtos en todas las entidades. Esa es otra historia.

Posdata. Este mayo se cumplieron dos años del primer Congreso del SNI y las resultados siguen ausentes.


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