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A favor de las ciencias sociales
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 465 [2012-06-07]
 

A la memoria de Earl Shorris

Los días 17 y 18 de Mayo se llevó a cabo en la UNAM el evento “Las universidades latinoamericanas ante los rankings internacionales”. Quedó claro que sólo algunas universidades de un puñado de países de la región aparecen en las comparaciones globales. En la reunión se anotaron dos cosas: que la historia y la cultura universitarias que tenemos ponen en desventaja a las instituciones de la región, porque los rankings comparan sobre la base de un modelo de universidad creado bajo la cultura anglosajona (Marginson). La segunda idea es que la investigación científica domina los rankings globales, en su confección y ejecución. La ciencia latinoamericana es débil y a las ciencias sociales y a las humanidades, que nos podrían representar mejor, prácticamente no se les otorga peso.

Lo anterior dio píe para volver a discutir el papel que juegan las ciencias sociales en nuestras casas de estudio, con pronunciamientos a su favor. El Dr. José Narro, Rector de la UNAM, señaló la necesidad imperiosa de fortalecerlas. Y muchos de los setenta rectores, latinoamericanos y mexicanos, que asistieron a la reunión, coincidieron manifiestamente con él.

Los científicos sociales estamos obligados a trabajar arduamente para elevar la visibilidad y el prestigio de nuestras casas de estudios y de nuestro quehacer. Mostrar los productos de la actividad que desplegamos por la vía académica y por los medios. Remontar una serie de obstáculos que han militado en nuestra contra.

Los obstáculos vienen de lejos. Con la crisis del endeudamiento externo y los recortes al subsidio de las universidades, en los ochentas del siglo pasado, se tomaron prioridades que ubicaron a las ciencias sociales en segundo plano. La ganancia para el poder fue doble: puso de lado a quienes, con la crítica, le resultamos incómodos y alimentó los prejuicios contra nosotros, que subsisten hasta hoy en los círculos oficiales.

Las políticas de estímulos establecidas, también desde ese entonces, provocaron que el trabajo de los científicos sociales se evaluara con instrumentos basados en criterios de las disciplinas naturales, que al no ajustarse a lo que hacemos nos deprecian. Esta evaluación introdujo, además, actitudes de competencia insana, donde los colegas en los comités actúan como verdugos de sus colegas. Habremos de reconocer que hemos mostrado una tendencia a desvalorarnos. Y que frente a la adversidad en la academia, hemos sido incapaces de ganar peso político y de usarlo a nuestro favor para vencer las rigideces burocráticas.

La individualización, antinatura de la academia, ha terminado por marginar la apreciación cualitativa de los productos, y minimizar el rigor teórico y metodológico. Las presiones y tensiones que ocasiona el concepto de productividad, además, influyen para desviar la atención hacia lo cuantitativo, en lugar de atender la significación y la trascendencia de los resultados de la investigación.

Entre los académicos hablamos frecuentemente de problemas como estos. Reconocemos que, hasta hoy, las organizaciones con las que contamos, que nos agrupan, hacen sólo una defensa declarativa de la importancia que tienen las ciencias sociales y las actividades que en estas disciplinas hacemos en las universidades.

Armar la discusión para fortalecer las ciencias sociales es, como se dijo, indispensable. Hoy el país las necesita para salir de las dificultades de esta coyuntura histórica. El país en el que vivimos está lleno de atrocidades y problemas sociales de todo tipo, que requieren el concurso de académicos expertos para analizarlos y orientar sus soluciones. Además, nos encontramos frente a una sucesión presidencial en la que se discute la necesidad de hacer de la educación superior y la ciencia una política de Estado para atender las prioridades del desarrollo nacional, discusión que deberíamos aprovechar para que no dejen de tenerse en cuenta los planteamientos que podamos hacer.

Otro punto a favor es el reconocimiento social que tiene la gran mayoría de las universidades públicas, donde se acentúa el cultivo de nuestras disciplinas. Las universidades atraviesan por un momento de fortaleza académica y prestigio social. Cuentan con generaciones nuevas que están ingresando a la academia y con investigadores reconocidos para renovar y tener liderazgos más fuertes, sí las autoridades se deciden a ponerlos en posiciones de mando.

Estamos, en suma, en un momento que nos puede ser favorable para reubicarnos en el espacio institucional de la investigación, para lo cual requerimos comunicarnos y actuar colectivamente a fin de acumular fuerza académica y política.


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