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Negativa a crear una nueva estructura para la CyT… en Perú
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 471 [2012-07-19]
 

El actual presidente de Perú, Ollanta Humala Tasso, cumple un año en funciones este 28 de julio. También llegó la hora para algunos de los compromisos y propuestas que formuló en su búsqueda por la presidencia. Uno de ellos había sido la creación de un nuevo ministerio para la ciencia y la tecnología. El mes anterior resolvió que solamente cambiaría la ubicación de su actual instancia en el organigrama gubernamental.

Las propuestas que formuló Ollanta Humala en campaña fueron relativamente controvertidas. Al menos las de su programa de gobierno inicial, con el cual compitió en la primera vuelta electoral, incluía medidas para modificar la Constitución Política y sobre medios. Un programa juzgado como estatizante e intervencionista.

Sin embargo, para la segunda vuelta y por las coaliciones que realizó, el ahora presidente suscribió un tercer programa, denominado “Lineamientos centrales de política económica y social para un gobierno de concertación nacional”. En el entonces nuevo documento (disponible en la página web presidencial), desaparecieron las medidas polémicas e incluyó variadas acciones agrupadas en siete áreas.

En lo que concierne a la actividad científica y tecnológica, como lo consignó oportunamente la Red de Ciencia y Desarrollo (scidev.net), el ahora presidente peruano también prometió crear el ministerio correspondiente y llevar el presupuesto del actual 0.1 por ciento del PIB a por lo menos 0.7 por ciento para el final de su periodo.

No obstante, como recientemente lo señaló la misma Red, los integrantes de la propia comunidad académica peruana no lograron ponerse de acuerdo en las características que debía tener el nuevo ministerio. En tal circunstancia, en noviembre del año pasado, el mandatario peruano resolvió nombrar una comisión de expertos para formular un plan estratégico de políticas públicas para el sector.

A través de un decreto del 20 de octubre de 2011 se creó la “Comisión Consultiva para Ciencia, Tecnología e Innovación”, dependiente del ministerio de educación. Dicha comisión, según estableció el mismo decreto, estaría integrada por seis miembros y debía entregar su informe en enero de este año. (Por cierto, uno de los integrantes fue Francisco Sagasti, uno de los expertos peruanos en políticas científicas y tecnológicas).

El informe de la comisión (“Nueva política e institucionalidad para dinamizar la CTI peruana”), en medio centenar de páginas, destaca un diagnóstico crudo y establecen los lineamientos de política que se podrían adoptar, las áreas prioritarias de investigación en las que debieran concentrarse y los instrumentos de cada una.

En el diagnóstico, relativamente breve y somero, se pone de relieve el escaso nivel, relevancia y peso de la ciencia peruana, así como la exigua inversión que recibe, “una de las más bajas del mundo (0.1 del PIB). En la parte de propuestas, recupera la idea de llevar el nivel del financiamiento al 0.7 del PIB para el 2016.

Quizás entre los lineamientos más sobresalientes del informe, están cuatro alternativas para modificar la institucionalidad y gobernanza del sistema de CTI. La comisión, sin embargo, optó por sugerir la creación de un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. O bien, sucesivamente, la creación de una Secretaría Técnica de Ciencia, Tecnología e Innovación en la Presidencia del Consejo de Ministros.

El gobierno de Humala se inclinó, más o menos, por la segunda alternativa. Un decreto del 16 de junio, trasladó de lugar al ya existente Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica; lo pasó del Ministerio de Educación a la Presidencia del Consejo de Ministros (Una especie de Secretaría de Gobernación).

Es de notar el camino que tomó el gobierno peruano en lo concerniente a la institucionalidad de su sistema científico y tecnológico: la misma estructura, pero más cerca de la toma de decisiones. Sobre todo es notable considerando la fragilidad y el papel marginal que desempeña su sistema. Aunque, quizás, esas mismas características son parte de la explicación. Otro parte son el resto de compromisos presidenciales que se asumieron, las presiones por resolver otras áreas en un contexto de recursos escasos y el asunto de la eficacia.

También es inevitable recordar la solicitud de los legisladores y comisión del caso chileno que buscan crear un nuevo ministerio, pero que siguen sin obtener respuesta alguna. Y, claro, la agenda pendiente de México.


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