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#Yosoy132: nuevas formas de hacer política
María Herlinda Suárez Zozaya
Campus Milenio Núm 473 [2012-08-09]
 

En lo que va del siglo XXI, cuando menos en México, el discurso dominante ha representado a los jóvenes como individuos desinteresados y apartados de la política. Por eso la irrupción del movimiento #Yosoy132 que ha ubicado a la juventud mexicana en el espacio público y en la confrontación política tiene asombrados a tantos, y son muchos quienes no comprenden sus estrategias y formas de lucha.

La juventud mexicana contemporánea ha crecido en un contexto de vulnerabilidad y precariedad socioeconómica entre cuyos efectos se encuentra la desintegración social. Los jóvenes han sido testigos y principales víctimas de la crisis y del derrumbe de acuerdos y pactos sociales y políticos, y tienen consciencia de la incapacidad de las instituciones tradicionales para dar respuestas éticas a las transformaciones requeridas y para gestionar nuevos vínculos y redes humanas basadas en la honestidad, la solidaridad y la certidumbre. Siendo este el contexto y la realidad en que les ha tocado vivir ¿cómo esperar que el pensamiento, estrategias, acciones y horizontes políticos de los hoy jóvenes sean los mismos, o parecidos, a los de los adultos?

Los hoy jóvenes mexicanos están frente a una realidad que les es hostil y están buscando transformarla. Las instituciones tradicionales no les son útiles para lograr su cometido y por ello se desmarcan de ellas. Desde hace mucho las relaciones de compromiso y confianza mutua entre juventud y el Estado mexicano están rotas, así que el hecho de que el movimiento #Yosoy132 se declare apartidista no debe sorprender; mucho menos dar lugar a sospechas. En cambio, debe entenderse que el distanciamiento de la juventud mexicana respecto del poder político de las instituciones es una marca epocal, un producto histórico que, entre otras cosas, exige nuevas formas de pensar la juventud y de aceptar que los y las hoy jóvenes son diferentes.

Dice Bauman que en la época actual lo público ha sido vaciado de sus contenidos tradicionales y que se parece cada vez más a un conglomerado de preocupaciones y de problemas privados. Desde esta visión, el mismo autor augura el fin del compromiso mutuo. Pero, si bien es cierto que los y las jóvenes del movimiento #Yosoy132 del estado de Nuevo León plantean demandas diferentes a las de los morelenses o a las de los del Distrito Federal, por ejemplo, lo cierto es que las preocupaciones de los jóvenes por problemas locales o propios no puede interpretarse como ausencia de un “interés común”. Mucho menos como falta de compromiso mutuo.

Desde mi punto de vista, el interés común emergió y se hizo manifiesto cuando a los 131 jóvenes que se identificaron públicamente como estudiantes de la Ibero se sumaron otros; los cuales independientemente de su número se presentaron como #Yosoy132. Por muchos o pocos que sean los agregados acumulan a la cuenta sólo uno, porque todos los que se suman representan un “uno-plural”. Este “nosotros en uno” es el sujeto que toma voz para expresar que comparte el interés de tratar de evitar que, en México, los grupos en el poder continúen desplegando un autoritarismo invencible que asfixia a la democracia y que desmoviliza el sentido de competencia política y la participación social. A este interés común se le sumó otro: la exigencia de neutralidad a los medios de comunicación.

Lo que nos ha venido a mostrar el movimiento # Yo soy 132 es que bajo del aparente conformismo y de la apatía de los jóvenes mexicanos subyace la resistencia y la oposición, capaces de agregar intereses particulares y de activarse como reacción agregada contra el poder autoritario del todavía vivo “sistema político mexicano”. Muchos se preguntan por qué los jóvenes que no vivieron en tiempos del priismo son quienes ahora se levantan contra el viejo sistema. La respuesta es que ellos saben que el sistema no ha muerto y que su poder ha seguido vivo. Por cierto, este saber deriva, en mucho, de la capacidad reflexiva que les da su condición universitaria. Porque, no es casualidad que la irrupción del movimiento haya sido precisamente en una universidad y que sus actores principales sean estudiantes. La formación que tienen estos jóvenes potencia su capacidad reflexiva y, por lo tanto, para comprender que el pasado del país se relaciona con su presente.

La eficacia simbólica y la distinción social que otorga la identidad de estudiante universitario constituyen unas de las estrategias más importantes de los integrantes del movimiento #Yosoy132 para hacerse escuchar en el espacio público, y para contender con las intenciones de descalificación que constantemente surgen desde los medios de comunicación. Así mismo, la ponderación y el despliegue de sus competencias informacionales, que les han abierto nuevos canales para la sociabilidad, constituyen elementos estratégicos porque, sin duda, la red es un nuevo espacio para el encuentro público y para el reconocimiento de lo común. Por supuesto, ninguna estrategia reemplaza, todavía, la visibilidad y la fuerza que otorga la ocupación de las calles, las manifestaciones y las marchas en las vías públicas.

He oído comentarios de colegas que dicen que las demandas educativas del movimiento #Yosoy132 son menores y que poco se orientan a la crítica de la universidad y del sistema educativo. Pero hay que advertir, a quienes hacen estos comentarios, que con el resurgimiento de las manifestaciones públicas estudiantiles, cristalizadas en el movimiento #Yosoy132, la identidad de estudiante universitario se ha convertido en una representación de lo juvenil ligada a nuevas formas de hacer política. De hecho, en la identidad de estudiante universitario que ha puesto en escena el movimiento #Yosoy132 se pone de manifiesto que la formas tradicionales de hacer política universitaria también están agotadas y que no cuentan con legitimidad frente a muchos integrantes del colectivo estudiantil. Así que, desde su propio hacer y sin pedirle permiso a nadie, los estudiantes universitarios que forman parte del #Yosoy132 están exigiendo que las universidades cambien.


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