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Universidad reflexiva
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 474 [2012-08-16]
 

Este es un tiempo de cambio de la educación superior y México no debe ser la excepción. En muchos países se están llevando a cabo modificaciones a la estructura y organización de las instituciones de este nivel educativo, particularmente en las universidades. La universidad está transformándose porque en ella se mezclan lo global, lo nacional y lo local, y esta es una de sus mayores virtudes: situarse en la sociedad como un espacio variable y multidimensional.

En un número pasado del Suplemento (Campus, 472) señalé que una nueva política pública en materia educativa debe considerar la noción de responsabilidad social. Este concepto compromete a la universidad a realizar el examen intelectual de sus propias circunstancias vitales, auto confrontarse, para cambiar sus estructuras y la forma de realizar sus funciones, atendiendo de manera prioritaria a las necesidades sociales. Con responsabilidad social se puede integrar mejor a su entorno y mantenerse como un centro de definición de las orientaciones del cambio social. La universidad, sostenida con fondos públicos, tiene en la responsabilidad social un principio de orden y una obligación ineludible.

En la sociedad hay intereses propios sobre la educación superior, del Estado y del mercado, pero también de organizaciones, actores, grupos e individuos, a través de los cuales se teje y desteje la realidad social que le toca atender a la universidad. En la sociedad en que vivimos aparecen continuamente más públicos con demandas educativas y de conocimiento a la universidad, demandas que ejercen presión para que la institución cambie y adquiera responsabilidad y compromiso social. Se acentúa la importancia de la universidad para el desarrollo de la sociedad y, en esa medida, se vuelve, más que nunca, un espacio en disputa por el control de sus procesos y productos.

La responsabilidad social implica que la universidad sea una institución reflexiva. Que en los términos del pensamiento social de hoy supone tener capacidades de alimentarse intelectualmente por su auto comprensión, convertirse en tema y problema para sí misma y nutrirse por los conocimientos y la información de su entorno. Contar con sus propias estructuras de información y comunicación para mantener su espíritu reflexivo, el cual la auxiliará para sortear riesgos e incertidumbres. Para ir hacia adelante, cada universidad necesita tener un núcleo de académicos que la analice sistemática y permanentemente.

Una universidad reflexiva induce sus transformaciones en la lógica y la racionalidad de los quehaceres académicos. Y eso supone, por su heterogeneidad interna, tener flexibilidad para aceptar que distintas partes de la institución sigan caminos diferentes para desarrollarse y consolidarse. Una actitud reflexiva permite que cada colectivo de académicos revise racionalmente sus nociones y actividades y las de otros, con el compromiso de irse transformando en la continuidad de la trayectoria histórica de la institución. En el mismo sentido, permite que la universidad haga sus cambios políticos sin rupturas.

Una universidad reflexiva, que orienta su vida y sus cambios con base en la razón, se vuelve una institución sustentable, esto es, que puede reproducirse académicamente y tener capacidad para gestionar sus procesos de expansión, proliferación del conocimiento, formación de estudiantes e información. En estos términos, la universidad basa su sostenimiento en la calidad, vista como la realización cabal de sus propósitos. Para conseguir realizarlos, la universidad lucha por la cohesión social de sus miembros, sobre la base de que los académicos de distintas disciplinas y facultades tienen un interés común y comparten responsabilidades, propósitos y riesgos.

Por otro lado, la reflexión al interior de la universidad, en sus cuerpos colegiados y en sus comunidades, abre el terreno para que académicos y estudiantes se sientan identificados con los principios que dan fundamento a la Universidad. La identidad es clave para que la institución se proyecte y desarrolle en sus miembros el sentido de pertenencia.

En la reflexión, la universidad construye y reconstruye símbolos y nociones como los de calidad, competitividad, participación en la toma de decisiones y la importancia de internacionalizarse, que actualmente da buenas ganancias de prestigio. Cómo ubicarse en el escenario universitario global es motivo de una reflexión seria. La universidad de la era global es productora y reservorio de conocimiento; en la docencia enseña a reflexionar.

Estimular que la universidad sea reflexiva, para cumplir con su responsabilidad social, es una cuestión que debe alentar una política desde el Estado. En cuyo caso, se dará inicio a una nueva época de la educación superior.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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