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La difícil actualización curricular en el CCH
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm. 498, pp.12 [2013-02-14]
 

Creado en 1971 bajo el rectorado de Pablo González Casanova, el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) representó una de las mayores novedades en el panorama educativo mexicano de la época. Lejos del enciclopedismo que por mucho tiempo había caracterizado al modelo de bachillerato universitario de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP), el CCH aspiraba a ser “un motor permanente de innovación de la enseñanza universitaria y nacional”, el cual se complementaría con los esfuerzos sistemáticos para mejorar el proceso educativo mediante la evaluación de la enseñanza y el aprendizaje de los estudiantes. Entre otras motivaciones para su fundación, estuvieron la atención a la creciente demanda de educación media superior en la zona metropolitana de la Ciudad de México y resolver la desvinculación entre escuelas, facultades, centros e institutos de investigación de la UNAM, así como “impulsar la transformación académica de la Universidad Nacional con una nueva perspectiva curricular y nuevos métodos de enseñanza”.

Cabe señalar que en la elaboración de la propuesta encabezada por González Casanova, participaron notables personajes universitarios como el recientemente fallecido Rubén Bonifaz Nuño, Guillermo Soberón, el filósofo Ricardo Guerra, el físico Juan Manuel Lozano, el químico José F. Herrán y el politólogo Víctor Flores Olea. El modelo educativo que sustentaba al CCH, promovía primordialmente el aprendizaje activo de los estudiantes y los animaba a involucrarse en diversas experiencias de investigación científica y humanística. Se pretendía formar un alumno que fuera capaz de buscar el conocimiento y adquirir una sólida cultura básica que le permitiera seguir estudios profesionales, así como adquirir destrezas en el manejo de la lectura y la escritura, las matemáticas y al menos una lengua extranjera. El plan original no sólo contemplaba el ciclo de bachillerato sino que se extendía hasta la licenciatura y el posgrado. Fue así que hasta mediados de los años noventa funcionó la Unidad Académica de los Ciclos Profesional y de Posgrado (UACPyP), la cual desapareció al ser reestructurada la coordinación de los estudios de posgrado de la UNAM. Una característica importante del profesorado encargado de echar a andar el proyecto, era que, en su mayoría, estaba compuesto por maestros relativamente jóvenes y con mucho entusiasmo por participar en una nueva propuesta educativa.

Sin embargo, al paso del tiempo lo novedoso del modelo CCH fue cayendo en una suerte de desgaste gradual, aunque el modelo original siguió siendo retomado por un número importante de instituciones privadas de todo el país que buscaron incorporar sus planes de estudios a la UNAM. La primera revisión curricular a fondo se realizó hasta 1996, 25 años después de la fundación del Colegio y entre los cambios más relevantes estuvieron el cambio y aumento en el número de materias, así como la reducción de cuatro a dos turnos. Otra revisión y ajuste más general se llevó a cabo en 2003. Más recientemente, el año pasado se inició un amplio proceso de consulta para la construcción de una propuesta de modificación de planes y programas.

Lamentablemente la consulta convocada por las autoridades ha tenido que recorrer un largo y accidentado camino por la dificultad que representa la búsqueda de consensos en algo tan complicado y debatible como es la transformación de la estructura y contenido de los planes y programas de estudio. No siempre ha sido posible en las escuelas y facultades de la Universidad Nacional, que la actualización curricular se realice sin contratiempos ni grandes conflictos. Ocurre con mucha frecuencia una fuerte resistencia al cambio o, a veces, las propuestas de transformación se elaboran con precipitación y sin sólidos fundamentos. Ello a pesar de que en la UNAM la aprobación de los planes y programas académicos debe pasar por la minuciosa revisión de distintos cuerpos colegiados.

Una muestra de lo complejo de los procesos en cuestión es lo ocurrido recientemente con los incidentes de los últimos días en el plantel Naucalpan y la toma violenta de las instalaciones de la Coordinación General por parte de un grupo de jóvenes que se dijeron estudiantes de varios planteles. El motivo del conflicto es el rechazo a los 12 aspectos de la “Propuesta de Actualización del Plan y los Programas de Estudio del CCH”, los cuales fueron aprobados por el Consejo Técnico del Colegio en mayo del año pasado. Parece ser que los puntos que causan mayor desaprobación son los relacionados con la obligatoriedad del idioma inglés en los tres años que dura el plan de estudios, al incluirlo en la selección de materias y el esquema preferencial, así como el cambio en el número de materias obligatorias y optativas. Llama la atención que hasta el momento los profesores no se hayan manifestado (o al menos los medios no lo han reportado) en torno a la propuesta, ni para apoyar o rechazar los planteamientos del grupo de estudiantes que mantienen ocupada la Coordinación General.

Al momento de escribir estas líneas la buena noticia era que se había realizado el primer encuentro entre las autoridades del CCH y el grupo de estudiantes mencionado. Ojalá que el conflicto pueda destrabarse en poco tiempo y que el proceso de consulta pueda continuar con la participación plena y activa de los alumnos y, sobre todo de los profesores. Deben ser estos últimos, en conjunto con las autoridades académicas, quienes propongan de acuerdo con sus conocimientos y experiencia docente, los lineamientos de una auténtica transformación curricular que derive en una formación del más alto nivel.


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