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Acceso abierto y Repositorio Nacional
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 552, pp.4 [2014-03-21]
 

El Senado aprobó una iniciativa de ley para normar e impulsar el Acceso Abierto (AA) a la información científica y académica. La iniciativa ya pasó a la Cámara de Diputados y seguramente será aprobada en el corto plazo. En breve estará vigente el tema y sus implicaciones. Ni más ni menos.

El proyecto original de ley lo presentó en marzo del 2013 la Senadora Ana Lilia Herrera, legisladora priista por el estado de México, pero lo retiro en agosto para hacerle algunas adecuaciones y volvió a ingresarlo el 9 de diciembre de ese mismo año. El dictamen correspondiente se discutió y aprobó en el pleno el 13 de marzo de este año. Una relativa celeridad para los tiempos del Senado.

La iniciativa considera modificaciones a las leyes de Ciencia y tecnología, General de educación y Orgánica de Conacyt. El objetivo principal es establecer como principio legal para las políticas públicas en la materia, la diseminación de contenidos científicos, educativos, de investigación e innovación, mediante el usos de plataformas de acceso abierto.

En particular, la propuesta de ley define lo que es el AA y el Acceso a Recursos de Información Científica y Tecnológica de Calidad (ARICYTC). También faculta a Conacyt para diseñar y ejecutar la estrategia de AA, lo mismo que para crear y establecer un Repositorio Nacional de Acceso Abierto y la coordinación de los repositorios ya existentes.

Por ejemplo, en la reforma a la ley de ciencia y tecnología, se precisa que por AA se entenderá: “el acceso a través de un plataforma digital y sin requerimientos de suscripción, registro o pago, a las investigaciones, materiales educativos, académicos, científicos, tecnológicos y de innovación, financiados con recursos públicos o que hayan utilizado infraestructura pública en su realización, sin perjuicio de las disposiciones en materia de patentes, protección de la propiedad intelectual o industrial, seguridad nacional y derechos de autor, entre otras, así como de aquella información que, por razón de su naturaleza o decisión del autor, sea confidencial o reservada” (artículo 65). Un cambio notable y deseable en el acceso a la información científica que recupera la intencionalidad del Congreso de Budapest del 2001, cuya definición es mejor conocida como la BOAI (Budapest Open Acces Initiative, por sus siglas en inglés). Una reunión en la que se reconoció, por primera vez, la inminencia del AA a revistas científicas y académicas por la posibilidad que ofrecía Internet para la libre diseminación de bienes, algo que no era posible en los días del formato único de papel impreso. En cuanto al ARICYTC, la reforma propuesta en México aclara que se refiere al “conjunto de técnicas utilizadas para buscar, categorizar y acceder de manera inequívoca, al texto completo de publicaciones reconocidas por los sectores de ciencia, tecnología e innovación, y que son resultado de la revisión por pares” (artículo 66), pero que también incluye bases de datos que contienen, citas, información bibliográfica de revistas, tesis, protocolos, memorias de congresos y patentes, entre otros.

El Repositorio Nacional será operado por Conacyt y su función principal será el “acopio, preservación, gestión y acceso electrónico de información y contenidos de calidad” que se producen con fondos públicos. El repositorio “operará mediante estándares internacionales que permitan buscar, leer, descargar textos completos, reproducir, distribuir, importar, exportar, identificar, almacenar, preservar y recuperar la información que se reúna” (artículo 70).

Un primer elemento a considerar es que el AA depende enteramente de los derechos de autor, si el propietario de ese derecho permite el acceso no existe ningún problema, pero en caso contrario, el acceso simplemente no procede.

Otro asunto es si trata de un acceso libre y/o gratuito. Esto es, como lo planteo el estudio de UNESCO del año pasado, un asunto es permitir el AA para reusar el contenido o solamente para su lectura. El primer caso es libre; el segundo es el gratuito que no permite explícitamente otros tipos de reuso. Un elemento adicional, y quizás el más sobresaliente, es el papel de las grandes revistas en la diseminación del conocimiento. Una buena ilustración del caso es la de Randy Schekman, biólogo de la Universidad de Berkeley, ganador del Premio Nobel de Medicina en 2013, quien anunció un boicot a las prestigiosas revistas Nature, Science o Cell y, en su lugar, voltear a las revistas de libre acceso que son gratuitas para cualquiera que quiera leerlas y no tienen caras suscripciones que promover. (El País 10.12.2013).

El debate ya está aquí.


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