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En la cancha de Brasil
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 563, pp.4 [2014-06-12]
 

Hoy, precisamente este día, una buena parte de la atención pública internacional se concentra en Brasil. Ahí inicia la competencia por la Copa Mundial FIFA 2014, el máximo encuentro futbolístico que atrae no solamente a recalcitrantes aficionados a ese deporte, también a los indiferentes pero que están pendientes del escaparate que es el país sede.

La Copa Mundial, en la que ahora participan 32 selecciones nacionales, es uno de los juegos deportivos más vistos en el mundo y también uno de los más rentables. Algunos medios e indicadores sostienen que es el de mayor audiencia e ingresos, pero otros dicen que son los juegos olímpicos. No hay duda de que ambos son muy importantes.

La revista Forbes ha documentado que el Mundial está entre los 10 deportes de mayor valor, solamente abajo del Super Bowl y los juegos olímpicos. Los derechos de comercialización de estos últimos de 2009 a 2012, ha sostenido la revista, se estiman en alrededor de 8 mil millones de dólares.

Según los datos oficiales de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), en el torneo anterior, el de Sudáfrica en 2010, solamente por derechos televisivos recaudaron 2 mil 408 millones de dólares y 1 mil 072 millones de dólares por derechos de comercialización. Alrededor del 90 por ciento de los ingresos totales del organismo.

El volumen de las cifras nos da una idea de la relevancia del encuentro deportivo, pero quizás la rentabilidad y los aspectos financieros no sea lo más destacado del evento que ahora se realiza. Más importante es la exposición mediática que ha tenido y tendrá Brasil en estas semanas. Las noticias previas a la Copa fueron poco alentadoras. Enfatizaron las manifestaciones de inconformidad por los costos excesivos que implicó la organización del encuentro, particularmente por el número de estadios deportivos que se construyeron y los recortes en gasto social; los problemas laborales que se han generado; la organización y logística; y el tema de seguridad pública. Una imagen negativa que se sumó al declinante desempeño de la economía brasileña en los últimos tres años y a las posibilidades de continuar en el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff. Ahora, la realidad del país estará capturada y amplificada por miles y miles de testimonios, cámaras fotográficas y videograbaciones. Fragmentos de una realidad que tal vez no es la que quieren proyectar los gobernantes.

La semana pasada, en un foro organizado por el diario español El País sobre desarrollo e innovación, el ex presidente brasileño Lula da Silva, no solamente argumentó y defendió logros de su propio gobierno (2003-2011) y de su sucesora, Dilma Rousseff (2011-2014), también hizo comparaciones desfavorables sobre México.

Por ejemplo, según el rotativo español, destacó los avances de Brasil a partir del 2003 y aseguró que no habrá retroceso para Brasil. Lo notable fue que criticó a la prensa, nacional y extranjera, por elegir a México como la nación en ascenso y destacó: “Me fui a enterar [de los fundamentos económicos mexicanos] y todo es peor que en Brasil… Lo que hacen mejor, nosotros ya lo hicimos con Petrobras hace 20 años" (El País 07.06.2014).

El discurso del ex mandatario brasileño abona a cierta rivalidad soterrada que han sostenido ambos países de forma alternada, dependiendo de las posiciones que ocupan en las tendencias de los indicadores. Al final de los años noventa México parecía la nación prometedora y Brasil no; al término de la década pasada las posiciones se invirtieron.

En el contexto de las elecciones del próximo mes de octubre en Brasil, los datos desfavorables para ese país en los últimos tres años, la baja de popularidad de la presidenta Rousseff y la incertidumbre sobre su posible reelección, las palabras de Lula da Silva parecen comprensibles.

México y Brasil concentran el mayor volumen de población en la región, el primero con poco más de 100 millones y el segundo ligeramente arriba de los 200 millones; ambos representan más de la mitad del total de población en el área. Lo mismo ocurre con el tamaño de sus economías: el PIB de Brasil es casi el doble que el de México. Pero el crecimiento anual del PIB de México fue superior al de Brasil en los últimos tres años (casi tres o cuatro veces más). Tal parece que otra vez las posiciones se han invertido.

En definitiva, como dijo el alcalde de Río de Janeiro, “Brasil no era un país tan exitoso como se decía hace tres años, ni es un país tan defectuoso como dicen que somos ahora”. Y están en su cancha. Los indicadores los veremos próximamente.


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