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El modelo educativo mexicano
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 564, pp.4 [2014-06-19]
 

La tarea parecía complicada e irrealizable al inicio del año. Hoy, una vez concluidos los foros de consulta, el diseño para la revisión del modelo educativo se ve lógico, fácil e impecable, aunque sus resultados están por demostrarse.

El secretario de Educación, Emilio Chuayffet, dice que “parecieran” claras las orientaciones para el modelo de educación básica. También para la media superior y Normal. Pero, con todo, falta el modelo mismo y, principalmente, el arribo a su destino: los recintos del sistema escolar.

La discusión sobre el modelo educativo no concitó tanto interés mediático. Los reflectores y las notas han sido para el encarcelamiento de la ex líder Elba Esther Gordillo, el ajuste en la estructura sindical (reconocida o no), lo mismo que para el articulado y la letra chiquita de la disposiciones legales de la reforma y su periplo en los congresos locales.

El asunto del modelo se ha circunscrito, básicamente, al espacio de los foros, a la letra y a la voz de sus participantes directos. En un intercambio que parece más propenso y reservado a la argumentación, con interlocutores interesados. Sin embargo, no hay duda de que la idea de modelo es central en el actual proceso de reforma.

Un modelo, según el diccionario de la Real Academia, es un “arquetipo o punto de referencia para imitarlo o reproducirlo”. Por consiguiente, un modelo educativo sería un arquetipo que representa las características deseables, ejemplares, a las que debiera orientarse explícita y claramente el sistema educativo.

Estamos hablando de un modelo educativo; no se trata solamente de un modelo pedagógico o de organización, gestión y liderazgo escolar. Es el modelo en búsqueda de la inasible y prometida calidad educativa. Se entiende que consideraría todo, prácticamente todo lo relativo a la educación (profesores, alumnos, contenidos, infraestructura, planes, programas, financiamiento, regiones, etcétera) pero a escala, de una forma condensada, en la que destacarían los rasgos más apreciados que funcionarían como punto de referencia para el conjunto.

Si es el caso, la iniciativa supondría que hasta ahora hemos funcionado sin modelo educativo o con uno más bien deficiente o anacrónico, causante, en buena medida, de la mayor parte de la mala educación y sus deplorables indicadores. En consecuencia, si todo marcha conforme a lo previsto, también implicaría que en adelante tendremos un nuevo modelo, uno que permitirá superar las fallas, mejorar los resultados y alcanzar la calidad. ¿El modelo educativo mexicano? Podría ser. En el artículo tercero Constitucional, la reforma más reciente estableció que: “El Estado garantizará la calidad en la educación obligatoria de manera que los materiales y métodos educativos, la organización escolar, la infraestructura educativa y la idoneidad de los docentes y los directivos garanticen el máximo logro de aprendizaje de los educandos” (tercer párrafo).

A su vez, en la ley general de educación (LGE), en artículo transitorio, quedó asentado: “A efecto de dar cumplimiento a la obligación de garantizar la calidad en la educación, las autoridades educativas deberán proveer lo necesario para revisar el modelo educativo en su conjunto, los planes y programas, los materiales y métodos educativos” (transitorio décimo segundo).

Ahí se localizó la iniciativa de revisar lo que se denominó “el modelo educativo” de la educación obligatoria, el cual va del preescolar hasta la media superior, aunque también incluyó a la educación normal. Pero, con la excepción del artículo transitorio de la LGE, el término no aparece en la legislación educativa.

Luego vino la estrategia. El diseño de los foros sobre tres tipos educativos: básica, media superior y educación normal, cada uno con cinco temáticas para realizar aportaciones. A su vez, cada uno de los tipos educativos incluyó un comité técnico (sin definirse su número en la convocatoria) y un consejo asesor integrado por cinco especialistas (15 en total). Los 18 foros regionales se realizaron dez febrero a mayo y los tres nacionales (uno para cada tipo educativo) en este mes de junio. Una secuencia y organización que al comienzo parecía poco promisoria. Actualmente, las consultas se llevaron a cabo, existen conclusiones provisionales y ya están claramente apuntadas las orientaciones. El asunto es si es el comienzo de lo que será la definición de un eventual modelo educativo o solamente fue una estrategia exitosa del diseño de agenda del modelo mexicano. Pronto lo veremos.


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