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Universidades privadas y mercado educativo
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 578 [2014-10-02]
 

El desarrollo de la educación superior en México se ha dado en medio de una creciente diversificación institucional, uno de cuyos rasgos ha sido el crecimiento de instituciones tecnológicas, politécnicas e interculturales en el sector público y, por otro lado, el aumento de las universidades particulares o privadas, que son una fuente más de ampliación del mercado.

En el sector particular, las universidades llamadas de élite crecieron, y se extendieron por el territorio, junto con otras de absorción de la demanda, que cubren a quienes no pudieron incorporarse a otros segmentos. La diferenciación institucional en el sector privado es notablemente grande y se refleja en la calidad de los estudios, en el origen social de los estudiantes, en la infraestructura y en la flexibilización del trabajo académico, acentuada en los establecimientos más pequeños. Sería importante conocer más de la dinámica interna del sector privado.

Las universidades privadas, en especial las de elite, compiten con las universidades públicas por alumnos, prestigio, recursos y ubicación en el espacio social y político. Como punta de lanza del segmento privado establecen indicadores de “calidad” para la competencia. Por ejemplo, la oferta de carreras con futuro, la enseñanza práctica, el éxito laboral de sus egresados, el uso de tecnologías informáticas entre sus alumnos. Hacen propaganda en los medios sobre las ventajas en tiempo y costo de sus planes de estudios, la buena imagen de sus instalaciones, el ambiente hospitalario, etc. Juegan con las percepciones para crear consumidores en el mercado.

Las universidades particulares han absorbido, aproximadamente, cerca de un tercio de la matrícula de licenciatura desde el año 2000 hasta el 2012 (SEP). En este lapso se agregaron a la matrícula privada, aproximadamente, 400 mil jóvenes, lo que facilitó el cumplimiento de las metas de cobertura del gobierno. Las privadas tienen un peso relativo mayor en el posgrado. Su matrícula alcanza el 48 por ciento en este nivel. En la maestría se eleva a una cifra de 57 por ciento. (ANUIES, 2010); son, en su gran mayoría, cursos profesionalizantes para satisfacer el credencialismo en el mercado laboral. Para dar cabida a toda esta masa de estudiantes, las instituciones privadas se multiplicaron en todas las entidades federativas del país. El aumento en el número de instituciones ha sido muy grande. En 2012 había registradas 3 mil 59 instituciones de educación superior, de las cuales el 70 por ciento eran privadas (SEP). De ésas, una docena son las que tienen presencia nacional. Un segmento (114) se ha unido en una federación (FIMPES) que las representa. Hay universidades de inspiración religiosa y laicas.

El crecimiento de las privadas ha ampliado las posibilidades de elección y de competencia. La compra y venta de servicios educativos ha quedado completamente instalada y ha cambiado el espectro del sistema institucional. Los jugadores privados participan o son tenidos en cuenta en las políticas educativas. El gobierno juzgó importante abriles la puerta ante la presión de la dinámica demográfica y la necesidad de contener el gasto. Les ha dado facilidades y ha puesto, entre otras, reglas para incorporar planes y programas de estudios.

El mercado no es una entelequia. Está representado por actores concretos de las universidades privadas que se organizan, intervienen y actúan políticamente en el sistema educativo, negocian con funcionarios del gobierno a favor de sus intereses. Usan los medios de comunicación y los ranking para competir y ganar fuerza política.

Actualmente, hay nuevas tendencias en el mercado, a partir de las universidades y capitales extranjeros que se están instalando en el país, con fines de lucro. Han venido corporativos que compran universidades locales. Hay universidades foráneas que imparten cursos de verano en alguna entidad, para alumnos que vienen de otros países, cursos “on line” pagados, posgrados a distancia, venta de franquicias y alianzas con universidades nacionales privadas. Son empresas con ventajas comparativas para competir respecto a las universidades públicas y privadas locales. La transnacionalización de la educación superior, como realidad de mercado, ya influye en la dinámica del sistema educativo e inyecta contenidos culturales distintos a los nuestros.

Por razones económicas y políticas, el Estado ha dirigido su esfuerzo a elevar la cobertura y abrir opciones educativas de carácter técnico. Al mismo tiempo, ha permitido que se instalen universidades privadas de muy diverso sello, que compiten por recursos, orientan la educación con fines económicos, convierten a los estudiantes en consumidores, instauran una base valorativa reñida con los principios sobre los que se funda la universidad pública. Hoy, la expansión del mercado en la educación superior ha servido para hacer muy buenos negocios.


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