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Universidad y ciudadanía: el vínculo necesario
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm. 595, pp.6 [2015-02-12]
 

Por muchos años las sociedades occidentales contemporáneas (tanto en los llamados países desarrollados como los que se denominan “en vías de desarrollo”) han tenido como algunos de sus principales propósitos la promoción y consolidación de la ciudadanía. A ésta se le considera un indicador del grado de desarrollo social de una nación y uno de los instrumentos más efectivos para la convivencia entre los individuos. El respeto a los derechos del ciudadano expresado, entre otros, en el voto libre y secreto, la democracia representativa, la libertad de expresión, y la libertad de profesar una creencia religiosa, constituye uno de los bienes más preciados de los Estados modernos.

Como es sabido, el liberalismo derivado de la Ilustración francesa, y que sustentó los principios anteriores, se expandió por una buena parte del mundo: al principio en Europa y después por un número significativo de naciones de América Latina y el Caribe, y el resto del mundo. Varios de los principales caudillos que encabezaron los movimientos independentistas en la región durante el siglo XIX (Dessalines, Hidalgo, Morelos, Bolívar, San Martín, Sucre y Artigas, entre otros) se inspiraron en los escritos de pensadores como Rousseau, Voltaire, D’Alembert, Diderot y Rameau. Es de llamar la atención que, a más de 200 años, los principios enarbolados por la Revolución francesa sigan vigentes, por un lado; aunque por otra parte sólo se hayan logrado implantar de manera plena en unos cuantos países.

Aunado a lo anterior, también se ha considerado a la educación como el vehículo por excelencia para transmitir y fortalecer tanto los valores como el ejercicio de los derechos ciudadanos. Por ello se ha buscado diseñar e implementar currículas que propicien la adquisición de esos valores en los estudiantes desde los años de la educación obligatoria. Sin embargo, es necesario que la educación para la ciudadanía continúe a todo lo largo de los demás niveles y tipos educativos, incluyendo el universitario. Si bien el ejercicio de la ciudadanía ha de ocurrir en el seno de la sociedad, la universidad —en tanto sitio en el que tienen lugar el estudio y la libre discusión de las más variadas formas del pensamiento humano e incluso se le considera como la conciencia crítica de la sociedad— es un lugar muy adecuado para llevarla a la práctica, fortalecerla y hacer conciencia de su importancia entre todos los que integran el conglomerado universitario. La ciudadanía en la universidad también se puede ejercer en su interior, en la búsqueda de formas cada vez más democráticas y representativas en la toma de decisiones, y el pleno ejercicio de los derechos de estudiantes, académicos y trabajadores, entre otras de sus principales expresiones.

A lo largo de la historia de muchas universidades, han ocurrido diversos episodios en que jugado un papel clave en el desarrollo y la defensa de la democracia y la libertad de expresión. En la región latinoamericana y del Caribe, por ejemplo, sería largo enumerar las ocasiones en que han sido actores principales en las luchas sociales en contra de las dictaduras y los regímenes autoritarios. Éste ha sido el caso del movimiento de Córdoba y las luchas por la autonomía en un número importante de universidades de la región, así como de las movilizaciones de estudiantes y profesores en contra de las dictaduras militares en distintos países latinoamericanos y caribeños. Así ha sido también a lo largo del siglo XX y hasta años más recientes, en que las reivindicaciones han sido por demandas que también incluyen la gratuidad de la educación superior.

En México el movimiento estudiantil de 1968 con sus demandas contra el autoritarismo y por una mayor democratización del régimen político, constituyó un elemento muy importante para la elaboración y puesta en marcha de reformas a las leyes electorales de los años ochenta del pasado siglo. Mediante dichas reformas se pudo contar con una mayor representatividad de las distintas fuerzas políticas en el congreso e incluso, varios años más tarde, se favoreció la alternancia en la presidencia de la República.

Durante las últimas décadas, algunos de los más importantes movimientos sociales en el país han contado con la participación activa de muchos universitarios en las luchas por la democracia, el respeto a los derechos humanos, la mayor participación de los ciudadanos en la toma de decisiones gubernamentales y diversos aspectos relacionados con la justicia social. Por lo tanto, si la universidad tiene entre sus objetivos de docencia, investigación y extensión, el ocuparse del estudio y análisis de los problemas relevantes del país, el fortalecimiento de la ciudadanía no puede dejar de ser una parte fundamental de su compromiso social.


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