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Obstáculos a la escolarización y al trabajo de las adolescentes
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm. 600, pp.20 [2015-03-20]
 

La desigualdad sigue siendo una característica de los sistemas educativos de América Latina. Pese a los avances observados en la materia en las últimas décadas, aún queda mucho por hacer para reducir las brechas que persisten entre diversos sectores de la población, tanto entre los países como dentro de ellos. En este contexto, uno de los problemas que ha ocupado la atención de especialistas y de la opinión pública es el de los jóvenes que han quedado fuera de los establecimientos educativos y del mercado laboral: los llamados ninis.

La investigadora Vanessa D’Alessandre publicó en los Cuadernos del Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (SITEAL), un interesantísimo estudio titulado, “Adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan en América Latina. El trabajo de cuidado como obstáculo a la escolarización y desarrollo laboral de las mujeres”, el cual inicia señalando que entre el 15 y el 20 por ciento de los adolescentes y jóvenes en la región “no estudia, no trabaja ni busca trabajo remunerado”.

El trabajo elaborado por D’Alessandre y su equipo de investigación, explora la forma en que la relación que las personas establecen con el sistema educativo, el mercado laboral, sus familias de crianza y reproducción a lo largo del ciclo vital, conforma al grupo de adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan y lo configura como un grupo en particular. Al mismo tiempo, en el caso de las mujeres que conviven con niños pequeños, también examinan la asociación existente entre la invisibilización de la actividad que realizan, su participación en la producción social del cuidado y el modo en que la división sexual de este tipo de cuidado limita las oportunidades de las mujeres, especialmente aquellas provenientes de los sectores sociales más desfavorecidos, para conciliar estudio, trabajo y conformación con una nueva familia.

Una de las preguntas que el estudio intenta responder es la que se refiere al lugar que ocupa el trabajo de cuidado para explicar las razones por las cuales un grupo de adolescentes no estudia ni trabaja. La información analizada por los autores indica que los adolescentes y jóvenes pertenecientes a los sectores sociales menos favorecidos tienen una mayor probabilidad de no estudiar ni trabajar porque, en primer lugar, su vínculo con el sistema educativo tiende a debilitarse con mayor rapidez. Las privaciones económicas y el modo en que éstas afectan las interacciones familiares de los hogares en los que conviven niños, adolescentes y jóvenes, constituyen la principal causa de abandono escolar. Un dato que destacan D’Alessandre y su equipo es que en los sectores sociales menos favorecidos, la presencia de hijos o sobrinos pequeños incide de manera negativa con mucha más fuerza en la escolarización de las mujeres adolescentes que en la de los hombres adolescentes. Por el contrario, en los sectores socialmente más favorecidos la brecha de género desaparece o incluso se invierte.

Los datos muestran también que a nivel de toda la región, la proporción de mujeres adolescentes que no estudia ni trabaja duplica la de los hombres. Sin embargo, hay diferencias entre los países, pues en Guatemala y Venezuela la quintuplica; en México la cuadruplica; en Ecuador, El Salvador, Honduras y Nicaragua, la triplica. Al comparar la condición de doble inactividad de hombres y mujeres que no conviven con niños pequeños, la brecha se reduce en la mayoría de los países a la mitad. En contraste, si el enfoque se centra en quienes conviven con niños pequeños, la brecha se amplía de forma muy considerable en perjuicio de las mujeres. En Ecuador y Venezuela esta variación es especialmente crítica.

Asimismo, los autores señalan que la asociación entre doble inactividad, género y configuración familiar se sostiene aún en los sectores sociales más favorecidos. En este sentido, subrayan que la información analizada sugiere que la sujeción de hombres y mujeres a rígidos estereotipos de género (mujeres cuidadoras y hombres proveedores), atraviesa a todos los sectores sociales. En su propósito por desentrañar la forma en que las dinámicas familiares incidieron en la interrupción de las trayectorias escolares y laborales de los adolescentes y jóvenes que están fuera de la escuela y del ámbito del trabajo, D’Alessandre y sus colaboradores observaron que los niños y adolescentes de los países más pobres de América Latina, quienes viven en zonas rurales, pertenecen a comunidades indígenas o son afrodescendientes, y quienes provienen de sectores socialmente desfavorecidos, presentan de manera temprana más dificultades que el resto para avanzar dentro del sistema educativo en el tiempo y forma previstos.

D’Alessandre y su equipo también se percataron de que una proporción importante de los adolescentes que provenían de sectores sociales desfavorecidos empiezan a trabajar cuando la gran mayoría de sus coetáneos de otros sectores sociales sólo se dedican a estudiar. Esta situación es mucho más frecuente entre los hombres que entre las mujeres y se relaciona de forma estrecha con la interrupción temprana de las trayectorias escolares. En el grupo de las mujeres adolescentes, éstas permanecen en el sistema escolar por más tiempo y, en comparación con sus contrapartes masculinos, ingresan al mercado laboral más tarde. Sus trayectorias escolares son algo más estables y extensas, lo que se manifiesta en tasas de graduación del nivel primario y medio ligeramente superiores a las de los hombres. Esto ocurre así en mujeres y hombres de los sectores sociales más pobres. De cualquier modo, los autores observaron que las mujeres más pobres, aún sin participar en el mercado laboral, interrumpen sus trayectos escolares mucho antes que el resto de sus coetáneos, aumentando así el grupo que no estudia ni trabaja.

Un señalamiento importante que se hace en este estudio con respecto a la organización familiar es la enorme dificultad de conocer con mayor precisión y comprender las dinámicas que se crean durante el entrelazamiento de las trayectorias vitales de las personas que conviven y pertenecen a diferentes generaciones, vinculadas por el afecto y por intereses algunas veces contrapuestos, en tensión y asimetría de poder con los del resto de los miembros que la conforman, invisibiliza de modo particular la situación de quienes tienen sus cursos de vida fuertemente afectados por las dinámicas que se despliegan dentro del hogar. El caso más paradigmático, destacan los autores, es el de las adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan.

Los autores también plantean la pregunta de qué hacen las mujeres a quienes algunas estadísticas interpretan como ninis cuando “no hacen nada”. La respuesta que ofrecen es que sus configuraciones familiares, caracterizadas primordialmente por la existencias de niños pequeños y ancianos, la acumulación de carencias materiales y bajo capital educativo de los adultos del hogar, sugieren vigorosamente que estas mujeres desarrollan tareas destinadas a la producción de cuidado, es decir, “al desarrollo y/o gestión de actividades orientadas al sostenimiento y acompañamiento de personas en situación de dependencia”.

A partir de los hallazgos del estudio se plantea que el pasaje desde la posición de hijos receptores de cuidado hacia el de jefes de familia o cónyuges, productores y gestores de cuidado, se da con frecuencia sin que transcurran largos periodos intermedios o incluso de manera simultánea. Asimismo, es posible observar que los niños y adolescentes, a edades tempranas, y particularmente las niñas y adolescentes más pobres, son al mismo tiempo receptores y productores de cuidado de los otros dependientes del hogar.

Entre las propuestas presentadas en el estudio para revertir la desventajosa situación de las y los adolescentes que han quedado fuera del sistema escolar y de las oportunidades laborales, está la de ampliar y mejorar la oferta de servicios públicos de cuidado de niños pequeños (extensión de la jornada escolar, por ejemplo), así como impulsar y fortalecer políticas de alfabetización para que padres y madres jóvenes y adultos finalicen los estudios que hubieran dejado incompletos en los diversos niveles educativos.

Es indudable que el estudio aquí reseñado plantea un análisis muy valioso a un tema que ejemplifica un aspecto importante de la desigualdad que aún prevalece en grandes sectores de la población latinoamericana en términos de la falta de oportunidades en los ámbitos educativo y laboral.


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