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¿Nueva política de becas?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 601, pp.5 [2015-03-26]
 

Desde la creación de Conacyt, hace más de cuarenta años, se ha sostenido el programa de becas de posgrado. Tal parece que hoy, el programa, acicateado por los ajustes presupuestales, metas autoimpuestas y los vientos de la internacionalización, incluirá cualquier modalidad de apoyo y tipo de estudios para alcanzar un número prometido.

Una y otra vez lo hemos dicho en este mismo espacio: la política de becas para estudios superiores del Estado mexicano ha sido sumamente generosa y benevolente. A pesar de inconsistencias, vicisitudes y errores, el respaldo de Conacyt ha sido decisivo para incrementar el número de profesores con estudios de posgrado en el mercado académico.

Las cifras sobre el número de becas otorgadas durante los primeros 30 años del programa son inciertas y poco confiables. Los cálculos oficiales dicen que entre 1971 y 2000 se financiaron con recursos públicos poco más de 100 mil becarios. De ese total, dice la misma fuente, tres cuartas partes fueron para estudios en instituciones nacionales y la parte restante en instituciones extranjeras.

A la vez, del total de becas otorgadas durante el periodo de referencia, casi dos terceras partes fueron para realizar estudios de maestría y el resto para estudios de doctorado. También, nueve de cada diez fueron becas completas. Es decir, el apoyo otorgado incluía inscripción, colegiatura, monto mensual y seguro médico durante el tiempo de duración de los estudios. Las becas parciales, como su nombre lo indica, solamente incluían uno u otro componente.

Independientemente de la confiabilidad de los cálculos sobre el número de becas durante los primeros 30 años y su correspondencia con las características del mercado académico en el mismo periodo, parece innegable que el apoyo para los estudios de posgrado se concentraron mayoritariamente en becas completas, en el nivel de maestría y en instituciones nacionales. Hoy se dice que se alcanzarán las mismas 100 mil becas en cuatro años.

Durante los años noventa las cifras sobre el programa de becas son relativamente inestables, tanto por los altibajos de los recursos públicos como por la idea que estaba en ese momento de reordenar la base de datos. Sin embargo, se supone que las becas vigentes pasaron de poco más de 2 mil en 1990 a poco más de 18 mil en el año 2000, con tasas de crecimiento muy irregulares.

A partir del año 2000 —se supone que existe mayor certeza sobre las cifras y el manejo de la base de datos, aunque el informe general más reciente de Conacyt es de 2012—, de modo que el número pasó de 18 mil a más de 54 mil becas vigentes para el año pasado. De ese total, más de 60 por ciento son para maestría y alrededor de 10 por ciento para estudios en el extranjero.

El asunto es que con la creación del Foro Bilateral México-Estados Unidos sobre Educación Superior, Innovación e Investigación (FOBESII) en mayo del 2013, está la idea de que México enviará a Estados Unidos a 100 mil estudiantes y recibirá a 50 mil estadunidenses en México para el 2018 (véase Campus No. 530).

Sin embargo, desde que el gobierno federal anunció el recorte presupuestal, la mayoría de dependencias, incluido Conacyt, ajustaron sus programas y recursos. Y, al mismo tiempo, tienen la tenaza de cumplir los compromisos anunciados. En el caso del programa de becas, los titulares de Educación, Relaciones Exteriores y Ciencia y Tecnología, han anunciado la celebración de diferentes convenios y el otorgamiento de múltiples becas —revisaremos las cifras próximamente.

Una de las novedades que destaca es la iniciativa de enviar al extranjero, y particularmente a Estados Unidos, a estudiantes de posgrado a estancias cortas de un mes, con diferentes porpósitos (Reforma 15.03.2015). La idea, dicen las autoridades, es que los jóvenes puedan enriquecer su formación, perfeccionar una segunda lengua, aprovechar la estancia para seleccionar una universidad para sus estudios posteriores o conocer a algún profesor destacado.

No es mala idea diversificar las modalidades de movilidad estudiantil; diferentes países lo han intentado y lo fomentan. Sin embargo, también es cierto que un mes es totalmente insuficiente para un auténtico aprendizaje e intercambio. Pero quizás lo más grave sería que, en un contexto de recursos escasos y de suma cero, se modificara completamente la distribución de apoyos para cumplir con la meta del FOBESII y se descuidara o disminuyera francamente la formación de recursos de alto nivel. Muy lamentable.


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