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¿Más cuadros para el sector energético?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 615, pp. 5 [2015-07-09]
 

Tal vez, estimado lector, recordará que a raíz de la aprobación de la reforma energética y la promulgación de las leyes secundarias, a mediados del año pasado y cuando el precio del petróleo todavía no se desplomaba, se planteó lo que parecía un ambicioso programa de formación de recursos humanos para ese sector.

El punto de partida era que la reforma energética permitiría no solamente un mejor y más alto crecimiento económico, también daría oportunidad a una adaptación y aprovechamiento de tecnologías y conocimientos desarrollados en esa industria. Esto es, una serie de cambios estructurales que propiciarían un trabajo de alta innovación entre el sector energético, el sistema educativo y la economía nacional.

En términos prácticos, en lo correspondiente al sistema educativo, implicaría formar recursos humanos en cantidad y especialidad suficientes para hacerle frente al reto de la reforma. Ahí fue donde apareció el “Programa Estratégico de Formación de Recursos Humanos en Materia Energética” (PEFRHME), en septiembre del año pasado.

Según las cifras que se plantearon en el programa, en el sector energético se demandarían alrededor de 135 mil especialistas en empleos directos entre el 2015 y el 2018. De ese total, el mayor volumen debían ser de nivel técnico: la Secretaría de Energía (Sener) calculó que se necesitarán más o menos 108 mil (80 por ciento) jóvenes técnicos de nivel medio superior y 27 mil (20 por ciento) de nivel profesional y de posgrado.

A pesar de que no está muy clara la especialidad de los cuadros técnicos de media superior que se estaban calculando, las cifras no se disparan mayormente de las actuales tendencias del nivel medio superior y superior. Los datos del ciclo escolar 2014-2015 indican que están matriculados 4 millones 800 mil jóvenes en la media superior, de los cuales alrededor de una tercera parte son de bachillerato tecnológico.

Si solamente se consideran los profesionales técnicos de nivel medio superior, representan alrededor del 10 por ciento de la matrícula total de ese nivel. Esto es, alrededor de 480 mil alumnos. Los indicadores del nivel muestran que más o menos la mitad logran egresar. Entonces, prácticamente sin hacer nada, la cifra se localizaría holgadamente en el escenario esperado.

En el caso de la educación superior, las estimaciones del ciclo escolar 2014-2015 señalan que están matriculados en licenciatura universitaria y tecnológica (sin considerar educación normal) 3 millones 181 mil jóvenes. De ese total, 931 mil (casi un 30 por ciento) cursa alguna especialidad en el área de ingenierías y tecnología.

No todas las especialidades de la ingeniería se relacionan con el sector energético. El año pasado, el PEFRHME calculaba una matrícula en licenciatura en áreas de especialidad relacionadas con ese sector de más de medio millón de jóvenes y un egreso anual de alrededor de 70 mil.

En el posgrado, se supone que de los 242 mil estudiantes, al menos alrededor de 20 mil (ocho por ciento) está matriculado en áreas como geofísica, geología, química petrolera, ingeniería petrolera o energías renovables. Adicionalmente, Conacyt indica que cerca de siete mil becarios están matriculados en programas directamente relacionados con el área de energía. Es decir, tanto los egresados de licenciatura como los de posgrado alcanzarían con facilidad la cifra de 27 mil especialistas que se proyectaban como necesarios en el periodo de esta administración.

No obstante, al final del mes pasado, en la XLVII asamblea de Anuies, el titular de Conacyt, Enrique Cabrero, señaló que a partir de este año y hasta el 2018 se otorgarán 60 mil becas a estudiantes “a nivel técnico, así como para ingenierías, licenciaturas, diplomados, especialidades, maestrías, doctorados y posdoctorados que fortalezcan al sector energético” (Comunicado 58/15).

Las becas son parte del programa estratégico de formación de recursos y se supone que en la iniciativa participan tanto Conacyt como la CFE, PEMEX y las secretarías de Energía, Educación Pública y Relaciones Exteriores. Incluso se planteó que se instaurará un “Observatorio de Talento” para definir áreas prioritarias e identificar talento para el sector.

En resumidas cuentas y en números gruesos, el volumen proyectado de recursos humanos calificados para el sector energético está en la dinámica inercial del sistema educativo. Falta la distribución específica del número de becas que se otorgarán, tanto por tipo educativo como por área de especialidad, para saber si ahí estará o no la diferencia y de qué dimensión estamos hablando.


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