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El desafío de la (des)igualdad
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 658, pp. 5 [2016-05-26]
 

Las diferencias en el desarrollo mundial no constituyen ninguna novedad. Las cifras destacan un voluminoso y notable crecimiento de la economía mundial en las últimas tres décadas: los números se duplicaron en ese periodo. Nada menos. Sin embargo: “la realidad es que la distribución es enormemente desigual: entre 1988 y 2011, el 10 por ciento más rico de la población ha acumulado 46 por ciento del incremento total de los ingresos, mientras que 10 por ciento más pobre solo ha recibido 0.6 por ciento” (OXFAM, 2016).

La distribución del ingreso tal vez es la desigualdad más notable y evidente, pero no es la única. Esa misma desigualdad está en estrecha relación e interdependencia con otro tipo de desigualdades, como la de género, la etnia, el lugar de residencia, el acceso al trabajo, la educación y otras más. La distribución del ingreso es básicamente económica, las restantes son predominantemente sociales y políticas.

Si bien la región latinoamericana no presenta los mayores indicadores de pobreza extrema y hambre a nivel mundial (ese lugar, nada envidiable, lo ocupan Asia meridional y África subsahariana, con alrededor de 80 por ciento del total de personas extremadamente pobres en el mundo), sí muestra la mayor desigualdad. Por la misma razón, algunos de los programas puestos en marcha por diferentes organismos de cooperación internacional, se han dirigido principalmente a tratar de contener el grave y dramático problema de la desigualdad social.

En el último decenio, el énfasis de organismos como Naciones Unidas se ha dirigido a la búsqueda de una igualdad de oportunidades para el desarrollo de capacidades y al mismo tiempo en una actualización sobre la igualdad en la titularidad de derechos, sobre todo porque los segundos dependen de políticas públicas para la protección del empleo, el desarrollo productivo, el acceso a los servicios educativos, de salud, de seguridad social, entre otros.

En esta misma semana, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) realiza en la Ciudad de México su reunión bienal más importante para discutir centralmente el tema de la desigualdad. La Cepal es un organismo de Naciones Unidas, creado hace casi siete décadas, con la idea de impulsar el desarrollo económico de la región y estrechar lazos económicos entre los países.

En particular, en la reunión que se desarrolla en esta semana, se discutirá y acordará por ministros y expertos el documento “Horizontes 2030: la igualdad en el centro del desarrollo sostenible”, para intentar políticas y alianzas regionales que permitan una mayor igualdad. Es parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Estos últimos son los que reemplazaron a los anteriores Objetivos de Desarrollo del Milenio a partir de este año y que estarán vigentes por los próximos 15 años.

También, previo al encuentro, la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena y el secretario ejecutivo adjunto, Antonio Prado, publicaron el libro El imperativo de la igualdad. Por un desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe (disponible en el sitio electrónico de la Cepal).

Un texto que resume y ordena la posición de la Cepal sobre el tema de la igualdad. Una posición que, como se advierte en el prólogo mismo del libro reciente, la expresó parcialmente en tres documentos anteriores: La hora de la igualdad (2010), Cambio estructural para la igualdad (2012) y Pactos para la igualdad (2014).

Ahora, sintetizan una perspectiva sobre el desarrollo. Una que, dicen los autores, “integra las raíces del pensamiento estructuralista cepalino con una agenda ligada a la construcción de una sociedad de derechos, así como la agenda de preservación de la sostenibilidad ambiental y la emergencia de nuevas institucionalidades que promuevan la igualdad y los espacios donde esta se disputa”.

En el terreno de la educación, como distintos estudios han dado evidencia, mejoró el acceso para niños y jóvenes en las últimas décadas en la región. Sin embargo, por una parte, ahora son más notables las diferencias de logro entre estudiantes de diferentes grupos de ingreso económico. Por otra parte, el acceso no mejoró de la misma manera ni en la misma proporción para los estudiantes de los diferentes grupos de edad ni de los distintos estratos sociales.

Las oportunidades se reducen conforme más alto es el nivel escolar y también son menores para niños y jóvenes de hogares más desfavorecidos, todavía más en localidades rurales y según el sexo. Las desigualdades educativas son una piedra atada al cuello. Todo un reto.

Posdata: Me hicieron notar que la semana anterior dije, equivocadamente, que no estaban los resultados de la convocatoria a los repositorios institucionales. Sí, ya están publicados. Lo que sigue sin estar es el Repositorio Nacional.


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