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El factor Trump: ¿Tenemos el destino en nuestras propias manos?
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm. 689, pp. 5 [2017-01-19]
 

Finalmente llegó el día que tomará posesión el amenazante y controvertido Donald Trump. Este viernes 20 de enero también terminarán las especulaciones sobre lo que podrá hacer o dejar de hacer el nuevo mandatario y de aquí en adelante comenzará el periodo de las verdaderas acciones de gobierno. ¿En qué condiciones llegamos a este nuevo ciclo y cómo habrá de resolverse?

El lapso que transcurrió desde el pasado mes de noviembre, cuando Trump fue declarado electo, hasta ahora que asumirá el cargo, fue relativamente corto. Sin embargo, su comportamiento era como si ya fuera presidente en funciones, ratificando lo que había dicho en campaña, tratando de gobernar a punta de declaraciones y con los 140 caracteres de Twitter; los efectos han sido letales para la coexistencia pacífica, el trabajo de la prensa, las políticas de seguridad internacional y principalmente para la economía mexicana.

A estas alturas resulta una obviedad decir que la presidencia de Trump trazará una línea divisoria en la geopolítica y será un cambio importante no solamente para la nación que gobernará, también lo será para el mundo entero y comenzará con los países vecinos. Lo que todavía no está claro es cuál será la expansión, profundidad y duración de ese cambio que se aproxima.

El centro de gravitación son las relaciones internacionales y el comercio exterior; los asuntos educativos y científicos estarán en segundo plano. Por lo pronto, las condiciones básicas son los funcionarios públicos que asumen la representación. Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá —el otro país vecino y participante en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Tlcan—, al comienzo de este mes realizó un ajuste relevante en su gabinete. Fueron seis reasignaciones en los ministerios; una veintena permaneció y tres funcionarios salieron (The Globe and Mail 11.01.2017).

Fue un cambio estratégico de funcionarios para la posible renegociación del TLCAN y la relaciones internacionales, particularmente con Estados Unidos y Rusia. Por ejemplo, Chrystia Freeland, la anterior ministra de comercio internacional, ahora asumió la titularidad de Asuntos Exteriores. La nueva canciller fue directora adjunta del periódico canadiense The Globe and Mail y editora en Thomson Reuters. Lo relevante es que la ahora canciller se especializa en Rusia y, de hecho, tiene prohibida la entrada a ese país “como represalia por las sanciones contra Moscú por la incursión en 2014 en Ucrania”.

Los otros cambios relevantes en el gobierno canadiense fueron en Comercio Internacional y en Inmigración. En el primero fue nombrado François-Philippe Champagne, un abogado, empresario y especialista en comercio internacional. En el segundo, Ahmed Hussen, también abogado y ex presidente nacional del Congreso Somalí Canadiense.

En el caso de México ni qué decir, no fue un cambio estratégico, si al caso inercial. También al inicio de este mes y como en su momento lo reiteraron los medios, el presidente Peña Nieto nombró a Luis Videgaray, el ex secretario de Hacienda que renunció a esa posición en septiembre del año pasado, como el nuevo canciller. En primera línea, nada más (Bueno, también nombró a la titular de Cultura, pero por otras razones). Y el ahora secretario no, no es un especialista. Él mismo lo reconoció ante los integrantes del servicio exterior: “no soy diplomático, vengo a aprender de ustedes”.

Apenas la semana anterior comenzaron los cambios estratégicos. Carlos Manuel Sada Solana, quien se desempeñaba como embajador de México en Estados Unidos, fue designado como subsecretario para América del Norte. Y en su lugar, como embajador, a la espera del beneplácito del gobierno estadounidense y la ratificación del Senado, fue propuesto Gerónimo Gutiérrez Fernández, funcionario de relaciones exteriores y gobernación en las anteriores administraciones panistas.

Sin embargo, seguramente por la inestabilidad de las posiciones o la premura de los cambios, todavía faltan por resolverse posiciones clave del servicio exterior. Desde octubre pasado la representación de México en Unesco sigue vacante y el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) se quedó sin titular desde noviembre. Igualmente, María Eugenia Casar Pérez, directora de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Amexcid) dijo que se separaría del cargo en diciembre del año pasado (Campus Milenio No. 681). A la fecha, oficialmente nada se ha informado.

Entonces, ni siquiera en lo elemental llegamos en los mejores términos: en la simple representación completa del servicio exterior. La canciller alemana, Angela Merkel, interrogada sobre las críticas que Trump lanzó sobre la OTAN y su política sobre los refugiados, simplemente respondió “los europeos tenemos nuestro destino en nuestras propias manos” (El Mundo 16.01.2017). Nosotros no. Por ahora, lamentablemente, se nos escapa, solamente está en un par de manos y no tenemos idea de cómo terminará.


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