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Universidad y nuevo proyecto nacional
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm. 692, pp. 6 [2017-02-09]
 

1. Es momento de sumarse a lo dicho por el rector Enrique Graue para que los universitarios participen y hagan propuestas que enriquezcan la elaboración de un nuevo proyecto nacional. El rector de la UNAM señaló que México necesita un nuevo modelo de desarrollo, que la sociedad se reinvente para marchar al combate de la pobreza, la concentración de la riqueza, la corrupción, la impunidad; en suma, acabar con la desigualdad y la exclusión social.

Lo dicho por el rector Graue es muy valioso porque reconoce que la crisis no es solamente económica. Él apuntó la necesidad de ir más allá, de tener una óptica que cubra lo social, lo político y lo cultural en un nuevo curso de desarrollo, tendiente a mejorar el bienestar de la población, su calidad de vida, y hacer frente a los problemas que plantea la coyuntura. Sus palabras permiten reflexionar sobre la necesidad de crear normas y mecanismos que acaben con la violencia, con el miedo de la peligrosidad del entorno, con la corrupción, la desconfianza y la falta de legitimidad de la clase política. Observar cómo se desenvuelve la crisis, y sus manifestaciones, en el contexto mundial, para orientarnos en lo que debamos hacer en el país.

Pero además, sus ideas invitan a impulsar un movimiento cultural que nos devuelva valores perdidos, que rescate aquellos que nos permiten vivir juntos, como la dignidad, la tolerancia y, en general, los valores éticos. Promover las capacidades y mecanismos para que todos nos hagamos responsables de nuestros actos y exista cohesión social. La humillación es inadmisible.

Algo más. Las instituciones que nos dimos dejaron de funcionar correctamente, de dar incentivos y satisfacer expectativas, de educar para que exista respeto entre los ciudadanos. Habrá que recomponer el Estado para que cumpla a cabalidad con sus funciones, que logre coaligar a las fuerzas políticas mediante estrategias que conecten las prioridades del nuevo curso del desarrollo. Y para que se mejore la administración pública, y se reduzca el endeudamiento. Quienes gobiernan deben manejar con transparencia las finanzas públicas.

2. El papel de la universidad pública para realizar un nuevo proyecto de desarrollo es crucial. Una de sus tareas prioritarias es producir conocimiento pertinente para coadyuvar a resolver los problemas sociales. La universidad deberá acercarse a la sociedad civil. La producción de conocimiento debe contemplar a las áreas académicas que transfieran sus aplicaciones a quienes estén interesados por su uso en la sociedad y en el gobierno. La investigación social y humanística requerirá salir del cubículo, organizar proyectos conjuntos con otros agentes, proponer metodologías de cambio, evaluar políticas públicas, organizarse en colectivos para alcanzar resultados inter y multidisciplinarios, participar en los medios.

La universidad requerirá la presencia del investigador que produce conocimiento original, basado en información rigurosa, transmitido en la cátedra o en la multiplicidad de formas que incluye la docencia. Un investigador dispuesto a desempeñarse en colectivos, en los que realicen proyectos de envergadura, sustantivos, para una sociedad cuya solución de problemas dependerá, en buena medida de conocimiento para el sistema productivo, la regulación de la vida política y el mejoramiento del bienestar.

A estas alturas es deseable lanzar algunas ideas para discutir acerca de la figura del investigador que hemos necesitado y vamos a necesitar. Porque la figura que pone el acento de su labor como productor de artículos científicos, en revistas especializadas, apegadas al “mainstream” internacional, al menos en las ciencias sociales, ha terminado por romper la comunicación entre los académicos y entre ellos y los públicos que necesitan de su saber. Ha impulsado la competencia y la simulación.

Es irrelevante trabajar para que la actividad científica se califique por criterios cuantitativos y rúbricas excluyentes, para recibir estímulos compensatorios a la insuficiencia salarial. La calificación pierde sentido si no se revisa a fondo el contenido de los productos académicos. El manejo enfático de lo cuantitativo para evaluar ha roto el tejido social en la academia, ha orientado las prioridades del conocimiento por objetivos que no se apegan necesariamente a los requerimientos sociales y ha terminado por debilitar a las instituciones, porque los objetivos del trabajo de investigación dejan de corresponder, del todo, con los de las instituciones donde el investigador presta sus servicios.

3. En el corto plazo, las universidades públicas recibirán demandas de una multiplicidad de públicos con muy diversos intereses y tendrán que discutir los cambios que les permitan operar adecuadamente. Tendrán que apoyarse en redes, en un contexto de restricciones presupuestales. Habrán de alentar el disenso (Delanty), y cobrar fuerza como el sitio del debate racional de la problemática social. Interesará la crítica, interactuar con la sociedad civil y con el sector público con fines de desarrollo local. Será importante que la universidad recobre el espacio público y que se construya como una entidad comunicativa que ligue el conocimiento a los intereses de los seres humanos (Habermas).


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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