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Qué hacer con la ciencia
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 166 [2006-02-23]
 

En los países desarrollados se han producido avances muy importantes en las formas de producir y distribuir el conocimiento científico. En México, por el contrario, no hemos sido capaces de establecer una política con visión de largo plazo que haga progresar la ciencia.

Para el Estado la ciencia no está ubicada en un primer plano, tal que le sirva al país para desarrollarse. Esta es una de las razones por la cual no se aprecia en las oficinas del gobierno el trabajo que llevamos acabo los investigadores. Actitud que no sorprende como tampoco la falta de mención a la ciencia, y su papel en la sociedad, entre los candidatos que hacen campaña por la presidencia de la República.

Vamos a terminar el sexenio con una serie de errores, con metas incumplidas y hasta con retrocesos. Falta de financiamiento a la actividad científica. Con tensiones por que no se supo como resolver la contradicción entre una ley que favorece el desarrollo de la ciencia y acciones ejecutadas con una óptica puramente economicista en materia de tecnología (Loyola y Zubieta, 2005).

Preocupa, asimismo, que hay quienes están desatados presentando propuestas para cambiar lo que deja el gobierno del cambio. Ideas que, en mi modesta opinión, no resuelven la gravedad de los problemas que enfrentamos para lograr un desarrollo científico serio.

Me parece necesario considerar que llegamos a este momento de la historia con una política que, en lugar de juntar, divide a la ciencia y a la educación superior. Esta división ha creado intereses propios en cada ámbito que ahora luchan por defender su espacio de influencia y mantener la desunión. No se dan cuenta, porque lo ignoran, que países donde se dio tal separación terminaron por echarse para atrás (Loyola y Zubieta, 2005). Mientras estos dos campos funcionen cada uno por su lado no se podrá adelantar demasiado.

Entre las pocas cosas que han seguido funcionando positivamente se encuentra el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Habrá que reconocer que en los últimos cinco años hubo un crecimiento sostenido pasando de 7466 miembros en el año 2000 a 12426 en el 2005.

Ha aumentado la demanda para incorporarse al Sistema a medida que también ha aumentado el número de graduados en los doctorados (ahora estamos cerca de los 1800 al año) y el número de académicos de carrera con doctorado. Ello explica, en parte, el actual volumen de investigadores reconocidos. No es difícil prever que la demanda se incrementará en el corto plazo. Lo cual estaría bien porque el país requiere de una planta de investigadores más grande.

Hoy que comienza a discutirse qué hacer con la ciencia se piensa que el Sistema debe cambiar. Los investigadores necesitamos prestar atención y cuidado a las propuestas que se hagan desde los altos círculos para no correr el riesgo de que se le quiera diluir y acabarlo.

Y al mismo tiempo indicar hacia donde queremos que se le dirija. Los cambios que necesita el régimen de evaluación no sólo devienen de la presión de la demanda, sino también de aspectos de fondo que han terminado por agotar las formas como se valora actualmente los resultados del trabajo académico.

Por lo pronto, un grupo de investigadores de varias disciplinas pensamos que el SNI debe ser visto como una institución, que agrupa a quienes producen conocimiento, integrada a un proyecto de desarrollo nacional que incluya una política explícita de ciencia y tecnología en la que se enfatice la importancia de impulsar la investigación en todo el territorio del país.

La finalidad del Sistema en los nuevos tiempos debería ser brindar reconocimientos y apoyos a los investigadores para que fortalezcan su trabajo. Asimismo, cumplir el objetivo de estimular la vinculación de los procesos de investigación y sus productos con los propósitos y necesidades del país, sus regiones, localidades y comunidades. Los productos del trabajo científico que realizamos requieren servir para la transformación de la realidad social de México en el futuro inmediato. Podemos precisar cómo para satisfacer el enunciado.

Debe quedar de lado que el SNI sea entendido exclusivamente como un mecanismo que ofrece estímulos económicos para que se logren más productos individuales del trabajo académico. El Sistema debe ser un fin y no un medio (Suárez, 2005). Sus miembros están encargados de producir, adquirir, manejar, sintetizar y distribuir el conocimiento, porque en la conjunción de estos procesos y en su transmisión a la sociedad es como se puede auspiciar un crecimiento económico con ganancias para promover el bienestar social.

Por ahora, los temas y problemas de la política de la ciencia son punto de reflexión en el Seminario de Educación Superior de la UNAM y en el Foro Consultivo Científico y Tecnológico. Los investigadores presentaremos en breve una postura concreta sobre cómo acometer los desafíos que tenemos en el campo científico. Ojalá que otros académicos se animaran a hacer lo propio para que se pueda contar con una pluralidad de puntos de vista.


Instituto de Investigaciones Económicas
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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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