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La actuación de los legisladores
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 250 [2007-11-22]
 

Un atento lector me cuestiona sobre algunos aspectos de mi colaboración de la semana anterior sobre el papel de los diputados en el diseño del presupuesto y en la orientación de las políticas. Tal vez no fui lo suficientemente claro en lo que traté de comunicar, ahora intento una mayor puntualización y responderle.

Me pregunta, por ejemplo, si opino que el monto del presupuesto que aprobaron los diputados para el año próximo es para celebrarse. Lo que señalé es que los 2.6 billones de pesos aprobados de presupuesto total son una cifra de suma importancia. Si la cantidad representa una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB) del país, podemos acordar que es un volumen relevante. Algunas naciones gastan más, otras menos, depende del tamaño de la economía, de los ingresos que esperan recaudar y de las prioridades que establezcan. Lo más importante es el equilibrio entre el ingreso y el gasto; si se gasta más de lo que se tiene, como ocurre en los presupuestos familiares, se incrementa el déficit y en ese tema tenemos una larga experiencia.

El proyecto original del Ejecutivo federal consideraba un gasto total de 2.42 billones de pesos. Los diputados le añadieron, entre asignaciones y reasignaciones, poco más de 152 mil millones de pesos más. En esta ocasión, a diferencia del pasado, los diputados tuvieron mayor cuidado de no incrementar el déficit, ajustarse a los ingresos más probables de la nación (en parte, derivados de la reforma hacendaria) y calcular un precio por barril de petróleo relativamente acertado.

En este último rubro, el gobierno federal había calculado un precio promedio de 46.6 dólares por barril, los legisladores lo fijaron en 49 dólares y al secretario de Hacienda le pareció que el ajuste era “realista”, así que probablemente no está fuera del escenario del año próximo. Recuérdese que en los últimos cuatro años, los diputados han calculado un precio de barril por encima del precio estimado por el gobierno y la razón ha estado del lado de los diputados.

Los diputados saben bien que los ingresos derivados del petróleo son relativamente impredecibles, volátiles y seguramente en declive en los próximos años. Hace apenas unos años, a los dos o tres meses de aprobado el presupuesto, los diputados ya estaban haciendo los recortes al mismo porque sus cálculos habían sido desmedidos. Hoy, según se desprende del dictamen de los diputados, aunque las solicitudes de incremento de sus diferentes comisiones sumaban 291 mil millones de pesos, adoptaron como criterio general incrementar 5 por ciento de la cifra correspondiente al renglón de gasto en el proyecto original de presupuesto (“Dictamen de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública con Proyecto de Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el ejercicio fiscal 2008”. p. 14). El incremento total fue de 152 mil millones y no la cifra que solicitaban las comisiones.

No sé si es de celebrar o lamentar el presupuesto, lo que me parece importante es su análisis y valorar su racionalidad. Los rezagos en el área social son múltiples, pero es cierto que los recursos no alcanzan para todo y lo que se aumenta aquí se disminuye allá; es una distribución de suma cero. Es una discusión aparte si lo que se necesitan son más recursos (otra reforma fiscal) o gastarlo mejor como lo sostienen agrupaciones de empresarios. Lo que me interesaba y me interesa subrayar es que los diputados no aprobaron el presupuesto sobre las rodillas ni al cuarto para las doce, sin saber bien a bien qué aprobaron, como acostumbraban hacerlo, ahora lo hicieron previo dictamen y casi por consenso. No tiene nada de extraordinario, es su trabajo, pero no era lo usual.

El lector también me pregunta si ya cambié de parecer sobre la actividad de los legisladores y ahora estoy de acuerdo con sus posiciones, pues hace poco sostenía lo contrario. Lo que dije es que en la reciente aprobación del presupuesto y, especialmente en lo que concierne al gasto para ciencia y tecnología, los diputados no solamente lo incrementaron, también decidieron dónde aplicar el mayor volumen del aumento. Es decir, están asumiendo el control del instrumento de los recursos para la orientación, impulso o inhibición de las políticas. Una capacidad que anteriormente no mostraban.

La actuación de los legisladores ha sido polémica y controvertida, y me he ocupado de ello en algunas ocasiones en este espacio, no creo que ahora debamos quemarles incienso por el trabajo que están obligados a realizar. Son discutibles sus decisiones sobre la renovación del Consejo General del IFE, la discrecionalidad en la administración interna de su presupuesto o la aprobación de iniciativas que ellos son los primeros en incumplir. No obstante, creo que también debemos reconocer cuando hacen bien su trabajo y, sobre todo, analizar sus medidas. El Congreso es ya un actor político fundamental.


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