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El sistema nacional e-méxico
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 254 [2007-12-20]
 

Al comienzo de la década actual, el entonces presidente Vicente Fox anunció su intención de crear un México totalmente electrónico, interconectado entre sí y con el mundo de redes informáticas, en el que se pudieran ofrecer servicios educativos, de salud y de trámites gubernamentales. Al poco tiempo que inició su gestión puso en marcha el programa denominado sistema e-méxico para cumplir su propósito. Pero, como ocurrió con la mayoría de sus iniciativas, al final, las expectativas estuvieron muy por encima de los resultados obtenidos. Ahora, la actual administración —con una infraestructura relativamente extendida del programa y un gasto de operación comprometido— se enfrenta al dilema de continuar o abandonar la iniciativa.

De acuerdo con la nota de Susana Mendieta, el sistema nacional e-méxico contará con un presupuesto para el año próximo de 241.8 millones, un monto que es casi ocho veces más que el ejercido en este año (MILENIO, 27/11/07). Sin embargo, para valorar lo que representa el volumen de recursos, habría que ver qué ha logrado el programa y qué se propone.

Al parecer, el mayor logro del sistema e-méxico es el establecimiento de Centros Comunitario Digitales (CCD) a lo largo del territorio nacional. Se supone que estos centros, localizados en escuelas, hospitales, bibliotecas, edificios gubernamentales y lugares ex profeso son espacios de acceso público a internet y en los que tendría lugar esa estrategia convergente de ampliar las oportunidades educativas, de mejorar los servicios de salud y de hacer más expeditos los trámites gubernamentales.

Según las cifras que reportó la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), en este año sumaban 9 mil CCD en el país. Los centros tienen varios problemas. En primer lugar, en el plano técnico, la lentitud y la irregularidad del acceso en línea es evidente en una buena cantidad de establecimientos, como también el atraso generacional de los equipos con los que se ofrece el servicio. En segundo lugar, una reducida cantidad de centros cumple los propósitos de acceso en alguna de las tres vertientes que se propone (educación, salud, gobierno); la mayoría, cuando es el caso, solamente representa la posibilidad de consulta en internet. En tercer lugar, haciendo cálculos gruesos con el presupuesto del año próximo: si dividimos los 242 millones de pesos entre los 9 mil CCD, resulta que a cada centro le corresponden poco menos de 27 mil pesos; con tal cantidad no parece factible ni una renovación de equipo ni apertura de más centros.

Sin embargo, el problema más importante con el programa es el de la cooperación interinstitucional. Es un obstáculo que generalmente se presenta cuando una iniciativa está a cargo de una entidad coordinadora y se requiere la participación de otras para que funcione. La misma Secretaría de Comunicaciones, la entidad responsable de conducir el sistema, acepta que la mayor dificultad que enfrenta es el de la colaboración interinstitucional.

Además, tampoco existe un plan especialmente diseñado para impulsar o fortalecer el sistema nacional e-méxico. En el programa sectorial de comunicaciones, en términos más bien vagos, solamente se prevé promover el desarrollo de contenidos y servicios digitales “orientados a fortalecer y apoyar los programas de bienestar social relativos a la educación, la salud, la economía y el gobierno, además de aquellos que hagan atractivo el uso de las tecnologías de la información”. O bien, “facilitar el aprovechamiento y el uso de las tecnologías disponibles con la finalidad de incorporar al país a la Sociedad de la Información y el Conocimiento” (p. 40).

Entonces, tanto por lo que ha logrado el sistema nacional e-méxico como por lo que se propone, no parece que estemos ante su inminente renovación o un fuerte impulso. Su situación es similar a la que ocurre con algunas de las iniciativas más visibles de la administración anterior, como el programa Enciclomedia o la biblioteca "José Vasconcelos". En su momento fueron programas que se presentaron como la solución inescapable a diferentes problemas, con diseños sumamente atractivos y merecedores de un importante volumen de recursos. Incluso, como ocurrió con Enciclomedia, el programa fue “blindado” con recursos comprometidos y contratos multianuales. Poco tiempo después, sin embargo, resulta que representan más un problema que un beneficio, pero que dado el volumen de inversión en infraestructura que ya tienen no se pueden cancelar sin más. El peor de los escenarios.

Durante décadas, una de las quejas más reiteradas con los cambios de administración fue la denuncia de abandono o reemplazo de iniciativas relevantes de la gestión previa. De hecho, ahí se originó la idea de continuidad y diseño de largo plazo en las políticas públicas. No obstante, como se puede notar con algunos de los blindajes que han ocurrido, y como lo muestra el sistema nacional e-méxico, el asunto no es tan sencillo de resolver.


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