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La eduación superior en el PND: ¿más de lo mismo?
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 228, pp.13 [2007-06-14]
 

Tal como lo informaron los distintos medios de difusión, el pasado 31 de mayo se presentó en una ceremonia oficial el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 (PND). Con ello se dio cumplimiento a lo que señala el artículo 26 de la Constitución y los artículos 4 y 20 de la Ley de Planeación. Como se sabe, el PND contiene los objetivos nacionales, las estrategias generales y las prioridades de desarrollo de la presente administración. También en el documento se consideran los siguientes cinco ejes rectores: 1) Estado de Derecho y seguridad; 2) Economía competitiva y generadora de empleo; 3) Igualdad de oportunidades; 4) Sustentabilidad ambiental; y 5) Democracia efectiva y política exterior responsable. El tema educativo fue incluido dentro del Eje 3 (Igualdad de oportunidades) y se intitula Transformación educativa. En uno de los anexos del PND se apunta que, en cumplimiento con lo establecido en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, los distintos programas sectoriales, institucionales, regionales y especiales -entre los que se incluye el educativo- serán elaborados posteriormente. Al igual que todos los Planes Nacionales de Desarrollo de administraciones anteriores, también se subraya que el PND 2007-2012 es "el resultado de un auténtico proceso de deliberación democrático, plural e incluyente que recoge las inquietudes y necesidades de todos los sectores de la sociedad".

En las poco más de 20 páginas que comprende la Transformación Educativa, se menciona que más de 32 millones de mexicanos participan de la educación en sus distintos niveles y modalidades. En contraste, el rezago en educación básica entre la población mayor de 15 años (de los cuales la mitad son jóvenes de entre 15 y 35 años), es casi de la misma magnitud: 30 millones. También se menciona que los años de escolaridad promedio de las personas entre 15 y 24 años es de 9.7. La meta que se propone alcanzar con respecto a este indicador al final del sexenio, es de 12.5 años.

La cobertura del sistema educativo nacional presenta marcadas diferencias en los diversos niveles educativos. Así, en básica es mayor: 67% en preescolar, 94% en primaria y 87% en secundaria. En media superior, el porcentaje de la población de 16 a 18 años que asiste a las diversas modalidades es de poco más del 58%, en tanto que en la enseñanza superior, uno de cada cuatro jóvenes de entre 18 y 22 años de edad asiste a alguna institución de educación superior (IES). En este indicador la meta, es que la cobertura llegue al 30 por ciento de la población entre 19 y 23 años al final de 2012. Es curioso que el rango de edades que se menciona en diversas partes del documento, no sea el mismo. En cualquier caso, se reconoce que la actual cobertura de 25% sigue siendo muy inferior a las tasas de países como Estados Unidos (82%), Italia (63%), Reino Unido (60%), Canadá (57%) y Japón (54%). Se considera que la baja matrícula de nuestro país en dicho indicador se debe a "rezagos e ineficiencias en los niveles previos, a la pobreza de las familias y a las características propias de las IES" (p.179). También se menciona que en México, muchas IES están subutilizadas, debido a que la demanda educativa está muy concentrada en unas pocas áreas profesionales, así como en pocas entidades federativas del país y en un reducido número de instituciones.

Una de las estrategias para incrementar la cobertura es aumentar la matrícula de las universidades tecnológicas y politécnicas, cuya capacidad instalada podría albergar a casi 400 mil estudiantes, lo que equivaldría a un incremento de entre el 3 y 4%. También se estima que la eficiencia terminal en educación superior está entre 53 y 63%, en la mayoría de los programas y en muy pocos (los de investigación avanzada), puede llegar hasta el 87%. Otro aspecto sobre el que hay gran insuficiencia es en la vinculación entre la educación superior y el mercado laboral.

Entre las explicaciones que se ofrecen en el PND para la baja matriculación y la deserción en la enseñanza superior es la falta de confianza en que los años invertidos en dicho nivel mejoren las oportunidades de éxito en el mercado laboral y se traduzcan en aumentos significativos en el nivel de ingreso. Otra explicación que el documento señala es la necesidad que tienen los estudiantes y sus familias, de interrumpir o prolongar sus estudios para obtener recursos económicos. En muchos casos, se agrega, no existe un número suficiente de programas que combinen estudio y trabajo.

De entre los seis objetivos que contempla el rubro educativo (9 a 14), sólo uno se dedica a la educación superior. Dicho objetivo, pretende "ampliar la cobertura, favorecer la equidad y mejorar la calidad y pertinencia" (p.196). El propósito es convertir a este nivel educativo en el motor del bienestar, con capacidad para generar, transmitir y aplicar conocimientos. En otra parte del documento se reconoce que los niveles de calidad son insatisfactorios, puesto que un estudio del Instituto de Estadística de la UNESCO otorgó a México el sitio 15 de los 33 países de la región latinoamericana y del Caribe. Las cinco estrategias que, según el documento, permitirán alcanzar el objetivo antes mencionado, tienen que ver con la creación de nuevas instituciones, el aprovechamiento de la capacidad instalada, la diversificación de los programas y el fortalecimiento de las modalidades educativas. También se pretende flexibilizar los planes de estudio, ampliar los sistemas de apoyo tutorial y fortalecer los programas de becas. Asimismo, se aspira a consolidar el perfil y desempeño del personal académico y extender las prácticas de evaluación y acreditación para mejorar la calidad de los programas. Se tiene el propósito también, de articular la oferta educativa, las vocaciones y el desarrollo integral de los estudiantes, la demanda laboral y los imperativos del desarrollo regional y nacional. Finalmente, se tiene el empeño de mejorar la integración, coordinación y gestión del sistema nacional de educación superior.

Aún cuando los objetivos y estrategias serán instrumentados puntualmente en el programa sectorial que se anuncia en el anexo del PND, es de esperar que las acciones planteadas por la actual administración realmente puedan superar los grandes obstáculos, desequilibrios, insuficiencias y rezagos que aún presenta la educación superior. Ojalá que no sea este documento, una lista de buenas intenciones llena de retórica como ha sucedido en gobiernos anteriores. De ser así, seguirá ensanchándose la brecha que separa a nuestro país de las naciones más dinámicas del mundo actual.


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