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Educación terciaria
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 267 [2008-04-10]
 

Educación terciaria es una denominación poco utilizada en México. A la formación que se imparte después del bachillerato o la preparatoria se le denomina generalmente educación superior, en lugar de terciaria. No toda la formación de ese nivel es equivalente, existen algunas diferencias en los estudios que imparten universidades, centros públicos de investigación, escuelas normales superiores, universidades tecnológicas o las relativamente recientes universidades politécnicas. En México, en general, en el campo de la educación superior, se hace la distinción gruesa entre estudios universitarios y no universitarios; a unos y otros están asociados determinadas instituciones —no necesariamente universidades—, la duración de estudios y cierto prestigio.

Sin embargo, organismos internacionales como UNESCO, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) o el Banco Mundial (BM) utilizan más bien el término de educación terciaria para referirse a la mayoría de estudios postsecundarios. Es un tema impuesto por la situación actual de ese tipo de estudios. Hace cuatro o cinco décadas, cuando la formación estaba confinada principalmente a las universidades y concentrada mayoritariamente en las profesiones liberales, se le refería como educación superior.

Ahora, cuando las opciones formativas de este nivel se han incrementado notoriamente para un mayor número de jóvenes y su diversificación es creciente, se les llama educación terciaria. Lo curioso es que el énfasis parece concentrarse solamente en las opciones educativas que se apartaron de la formación tradicional.

Otro factor que también interviene es la internacionalización. No solamente se trata de flujos de opciones y prestadores de servicios educativos, también están las recurrentes comparaciones estadísticas internacionales y la búsqueda de equivalencias por nivel de estudio entre diferentes países que presionan para establecer estándares educativos.

En definitiva, el punto de referencia compartido por la mayoría de países para saber de qué tipo de estudios se trata es la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (CINE, o ISCED por sus siglas en inglés) de la UNESCO. Desde los años setenta este organismo propuso un esquema para clasificar niveles y programas de estudio que permitieran compilar y comparar las estadísticas en el ámbito nacional e internacional. La última revisión de su clasificación es de 1997 y es la que hasta ahora permanece.

Según el esquema de UNESCO, existen seis niveles y los programas pertenecientes a las categorías 5B, 5A y 6 son considerados como de educación terciaria, mientras que los inferiores al 5B no lo son. A su vez, de acuerdo con el mismo esquema, los programas de nivel 5A son en gran parte teóricos, de tres o más años que están destinados a facilitar una calificación suficiente para ingresar en programas de investigación avanzada y en profesiones que exigen un alto nivel de capacitación, mientras que los programas 5B exigen menos tiempo, de dos a tres años, y se centran en destrezas específicas de una profesión, con miras a ingresar en el mercado de trabajo (UNESCO, Clasificación Internacional Normalizada de la Educación 1997, 2006, p. 35).

Por otra parte, la semana anterior la OCDE realizó una conferencia en Lisboa, Portugal, sobre educación terciaria en la cual presentó y discutió el informe temático: Tertiary Education for the Knowledge Society. Un estudio que comenzó en 2004, concluyó recientemente y en el que participaron 24 países; México participó en el informe analítico y como estudio de caso.

Vale la pena notar que el informe de la OCDE —a diferencia de los encuentros y documentos que había realizado hasta el año anterior sobre innovación, sociedad del conocimiento, aprendizaje, en los que se refería a educación superior, ahora se refiere a educación terciaria—, sugiere diferentes líneas de política a considerarse en los contextos nacionales. Destaca los retos que enfrenta la educación terciaria, como su orientación, calidad, equidad, su papel en la investigación y la innovación, el vínculo con el mercado laboral o la internacionalización; tampoco se trata de nada nuevo.

En buena medida algunas de las recomendaciones que hace el reporte ya se conocían con anterioridad por los estudios de caso de los 14 países participantes que se publicaron previamente. El reporte de México se conoció hace más de un año (Thematic Review of Teritary Education. Mexico Country Note, 2006, 104 pp.). Documento en el que, por cierto, se sugirió la creación de un amplio Consejo Nacional o Foro de Educación Terciaria en el cual debieran participar los principales actores del campo, con el fin de enfrentar las dificultades de coordinación y planeación política del sistema. Una propuesta que retomó el subsecretario de educación superior y quedó planteada en el programa sectorial de esta administración.

Tal vez a partir de ahora será más recurrente hablar de educación terciaria y no de educación superior.


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