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Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 217 [2007-03-22]
 

Uno de los principales obstáculos para ampliar el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y a internet en particular, es el de los costos. Es un problema relevante sobre el que han llamado la atención diferentes organizaciones internacionales, especialmente por sus repercusiones en la brecha digital que separa a individuos y naciones. A pesar de que en la última década se registró un importante crecimiento en el sector de las telecomunicaciones en México, los precios por la prestación de servicios de telefonía e internet sigue siendo uno de los problemas a resolver.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dio a conocer hace un par de semanas un adelanto de lo que será su reporte de este año sobre comunicaciones. En las cifras sobresale México como uno de los países más caros en la prestación de servicios telefónicos de esa organización ("Highlights of the OCDE´s Communications Outlook 2007: Focus on Mexico").

Al mismo tiempo, Carlos Slim, empresario mexicano y presidente honorario del consejo de administración de la principal prestadora de servicios telefónicos en el país, niega tales aseveraciones y señala que las bases de cálculo de la OCDE no son correctas. A propósito de su aparición en la lista de la revista Forbes, como sucede en marzo de cada año, el tercer hombre más rico del mundo con una fortuna calculada en 49 mil millones de pesos, rechazó las comparaciones de la OCDE y también las acusaciones de que su empresa es un monopolio.

Sin embargo, los datos comparativos de la OCDE, como lo indicó el director del área de políticas de las comunicaciones y reforma regulatoria de la organización, muestran que los precios en México están entre los más altos (www.ocde.org). El funcionario explicó que la forma de calcular los costos, como en casi todos los estudios comparativos internacionales, es bajo el modelo de "paridad del poder adquisitivo" (PPP, por sus siglas en inglés), una forma de calcular la tasa de conversión de moneda (el tipo de cambio) que elimina las diferencias en niveles de precios entre países, de modo que los precios de una misma mercancía o servicio son equiparables en diferentes países.

Las cifras de la OCDE son ilustrativas y muestran que México, junto con Polonia, la República Checa, Eslovaquia, Hungría o Turquía, están en el bloque de países que tienen los precios más altos en tarifas telefónicas. Incluso México ofrece el servicio más caro en tarifas para pequeñas y medianas empresas, lo mismo que en la suscripción mensual al servicio de banda ancha y, al mismo tiempo, junto con Turquía, tiene la proporción más baja de suscriptores de banda ancha por cada 100 habitantes.

Los usuarios de la TIC en México se han incrementado notablemente a lo largo de la presente década. Los datos del último informe de gobierno muestran que entre el 2000 y el 2006 las líneas telefónicas fijas pasaron de 12 a 21 millones, el número de usuarios de telefonía celular pasó de 14 a 54 millones y los de internet de 5 a 21 millones. Aunque se advierte un acelerado crecimiento en telefonía celular y en acceso a internet, también cabe notar que partió de una base relativamente pequeña de usuarios.

A su vez, el II Conteo Nacional de Población y Vivienda 2005 reportó que a nivel nacional dos de cada diez viviendas particulares disponían de una computadora. Aunque, en un extremo estaba el Distrito Federal con un porcentaje de 37.2 por ciento y en el opuesto Chiapas con 7.1 por ciento.

Un estudio de agosto del año pasado de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), calculaba que existían 12.5 millones de computadoras en el país, de las cuales 7.4 millones tenían conexión a internet y de ellas 3 millones estaban instaladas en los hogares.

Los datos sobre las TIC están cambiando muy rápidamente, pero el problema es que la información sistemática es relativamente reciente y una buena parte de los datos descansan en sondeos y encuestas. No obstante, es claro que se necesita ampliar el acceso a las TIC, salvar la brecha digital, mejorar el servicio y precios más competitivos en las tarifas. Una mayor conexión es lo básico del problema de la sociedad de la información. Otro asunto es cómo aprovecharemos esa infraestructura, especialmente en el terreno educativo y en el científico y tecnológico.


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