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Competitividad
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 284 [2008-08-14]
 

Uno de los propósitos que se han reiterado en los últimos años, y principalmente en esta década, es que México se convierta en una nación altamente competitiva. La competitividad, de referirse originalmente a la capacidad de las empresas para lograr la mayor producción o dividendos con los menores insumos posibles, se ha trasladado a las sociedades en general y a la competitividad entre naciones, y se le ve como uno de los factores centrales para alcanzar el desarrollo económico y un bienestar sostenido.

Uno de los cinco ejes rectores del Plan Nacional de Desarrollo de la actual administración se denomina “economía competitiva y generadora de empleo”, mediante el cual se busca aumentar la productividad, mejorar la infraestructura, favorecer el desarrollo empresarial y la creación de empleos.

Sin embargo, el crecimiento económico en el país ha sido escaso e inestable en las últimas décadas. El gobierno actual tiene como meta un crecimiento anual de 5 por ciento del PIB para el final del sexenio, pero lo cierto es que conforme avanza el tiempo parece poco probable que cumpla su propósito, tanto por efectos de la globalización económica —la vertiente más clara de la globalización— como por el panorama local de conflicto y disputa política.

A pesar de que se enumeran múltiples factores asociados a la competitividad económica, entre las cuales están los recursos humanos, la infraestructura, la normatividad y el desempeño de los sectores productivos, apenas en años recientes se ha comenzado a sistematizar los indicadores de la competitividad. Esta ha sido una tarea que desde hace tiempo realizan organismos internacionales ocupados principalmente de temas económicos, pero que en México ha tenido resonancia sólo recientemente.

En 2005, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), asociación civil fundada en 2003 y cuyo consejo directivo preside Valentín Diez Morodo, publicó un primer reporte sobre la competitividad en el país (Análisis de la competitividad de México: evaluación e identificación de áreas de oportunidad) en el que utilizó los indicadores internacionales, el Índice de Crecimiento de la Competitividad elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) y otro elaborado por el International Institute for Management Development (IIMD), para tratar de ubicar las áreas de mayor impacto en la competitividad del país.

En 2004 el WEF adoptó un nuevo esquema para valorar la competitividad: el Índice de Competitividad Global (ICG). El nuevo índice maneja el triple de variables respecto del anterior, si antes solamente indagaba en una treintena de variables aspectos relacionados con el ambiente macroeconómico, la calidad de las instituciones públicas y la tecnología, el actual maneja 113 variables y mide una docena de aspectos que considera claves para la competitividad, como el funcionamiento de los mercados laborales, la infraestructura, la salud y la educación básica, la educación superior y la superación, el mercado, la innovación, entre otros.

El asunto es que hace un par de meses, se publicó un reporte específico sobre la competitividad de México, con los auspicios del WEF, y en el que se intenta identificar cuáles son los principales obstáculos que enfrenta en este terreno el país: Assessing the Foundations of Mexico’s Competitiveness: Findings from the Global Competitiveness Index 2007 – 2008. Disponible en la página electrónica del organismo (www.weforum.org).

Según destaca el reporte, la posición número 52 de México en el conjunto de 131 naciones, coloca al país entre las economías más competitivas de América Latina. Sorprendentemente por arriba de Brasil, que ocupa la posición 72 o Rusia en la posición 54, pero por debajo de Chile, que está en la posición 26.

Y a diferencia de lo que reportes e indicadores anteriores señalaban, donde se anotaba el marcado descenso de la competitividad de México, el actual reporte también destaca que el país ha mostrado una tendencia a mejorar su competitividad en los últimos tres años (p. 7).

No obstante, el reporte también advierte una serie de defectos en el desempeño de México en los doce componentes clave de la competitividad. Por ejemplo, en lo que concierne a educación básica y salud, reconoce los esfuerzos de cobertura y de mayor inversión que se han realizado, pero como también lo han reiterado una y otra vez el Banco Mundial y la OCDE, señala que el problema no es tanto de cantidad de recursos si no de cómo invertirlos, y añade que el sindicato magisterial ha sido uno de los principales obstáculos para la introducción de reformas que podrían mejorar la calidad educativa, por lo que sugiere acciones urgentes para “despolitizar el sistema educativo” (p. 15). O bien, resalta el escaso logro de México en la prueba PISA o la baja cobertura en educación media superior y superior, principalmente en el área de ingenierías.

La competitividad, como se puede notar, tiene múltiples aristas y si el discurso actual ha de ser coherente, tendría que hacerse cargo de ellas.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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