A pesar de que el programa Enciclomedia fue una de las noticias más reiteradas en los medios el mes anterior, poco sabemos de lo que realmente está ocurriendo. La serie de cuestionamientos y las variadas declaraciones de los actores involucrados no han sido suficientes para aclarar porque debe o no continuar.

El programa, como recordará el lector, fue puesto en marcha en la administración anterior y se presentó como una novedosa estrategia didáctica que permitiría mejorar el aprendizaje de los alumnos y elevar la calidad educativa. Una estrategia consistente en la digitalización de los libros de texto de 5to y 6to grado de primaria, su proyección en un pizarrón interactivo en el aula y la posibilidad de enlazar los contenidos con otros recursos didácticos y tecnológicos.

Se supone que el programa permite un mejor aprendizaje, por la interacción y convergencia de recursos educativos, el fomento a la capacidad de observación, el trabajo grupal y también porque acerca las tecnologías de la información y la comunicación al salón de clase.

El gobierno federal anterior rápidamente se entusiasmó con el programa y al final de su periodo anunciaba que estaría en todas las aulas de 5to y 6to grado de todas las escuelas primarias del país y también se extendería a la educación secundaria. Es decir, pasó de un programa relativamente acotado y experimental en miles de aulas, a un programa de gran escala, con más cien mil aulas involucradas, cientos de miles de equipos y la adquisición de otro tanto de licencias de uso de software. El último informe de gobierno reportó que en el actual ciclo escolar estarían equipadas poco más de 148 mil aulas, completamente digitalizados los 14 libros de texto de los grados correspondientes y 15 libros para el maestro.

El entonces presidente Fox, incluso ante las reticencias de los legisladores para autorizar los recursos en los presupuestos de 2005 y de 2006, llevó adelante el proyecto, firmó contratos multianuales y aseguró que Enciclomedia estaba blindado, porque había conseguido un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo. Sin embargo, un par de meses después de que concluyó su administración, la actual secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, ante las cancelaciones de las empresas proveedoras en las entidades federativas y las especulaciones que se desataron, anunció que el programa no se extendería a la secundarias y que solamente continuaría en los dos últimos grados de primaria. La única razón que dio fue que los diputados no autorizaron los recursos necesarios en el presupuesto de este año.

Independientemente de lo que señalan el par de evaluaciones que existen sobre la efectividad del programa Enciclomedia, lo que sorprende es el constante cuestionamiento financiero que se le hace y las dudas sobre su viabilidad técnica.

Por ejemplo, cómo se puede explicar que ayer se dijo que el proceso de licitación fue completamente avalado por el capítulo México de Transparencia Internacional y hoy esa organización denuncia que se le impidió el acceso a fases críticas del proceso de adjudicación y que la SEP no atendió sus recomendaciones (El Universal 09/02/07). O bien, como puede ser que se trataba de un programa "blindado" y resulta perforado por las primeras ráfagas de los desmentidos y las rescisiones de contratos a las pocas semanas.

También resulta inquietante que los festejados acuerdos entre legisladores y ejecutivo federal en la aprobación del presupuesto de este año tuvieron sus costos. Unos meses después nos enteramos que, en el mejor de los casos y si es que los diputados se percataron de lo que aprobaron, Enciclomedia carece de recursos para operar. Peor aún, como ocurre con los 4 mil millones de pesos para la rezonificación que ilustran la flexibilidad del manejo presupuestal, ocurre que un día los recursos están ahí y al siguiente ya no.

Es posible que ante las dificultades con Enciclomedia, la actual administración opte por un camino diferente para llevar la tecnología a los salones de clase. Ya se habla de que una posibilidad son las computadoras de 100 dólares, pero de ello nos ocuparemos la semana próxima. Lo que ahora conviene advertir es cómo el centro de la argumentación se desplazó de la efectividad del programa al cuestionamiento sobre el manejo de los recursos.