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Obama y la educación. De las promesas a las políticas
Roberto Rodríguez Gómez
Campus Milenio Núm 304 [2009-01-15]
 

Hace poco más de un año, el 7 de noviembre de 2007, Barack Obama, quien apenas contendía por la representación del Partido Demócrata para la elección presidencial de Estados Unidos de 2008, pronunció un célebre discurso en Bettendorf, Illinois. Ese discurso se conoció con el título “Recuperar el sueño americano” (“Reclaiming the American Dream”) y alcanzó una muy amplia difusión entonces y posteriormente. En él se apuntan los trazos generales de la propuesta de política social de quien el 20 de enero próximo tomará posesión del cargo presidencial.

El texto citado enuncia las ideas de renovación educativa de Obama, y su principal interés radica, en este momento, en que contiene el repertorio básico de las promesas de campaña en la materia, si bien enunciadas en la retórica propia de un candidato en busca de votos. Decía Obama, en primer lugar, que “los americanos compartimos una fe en sueños simples. Un trabajo con ingresos que puedan sostener una familia. Un sistema de salud con el que podamos contar y pagar. Un retiro digno y seguro. Educación y oportunidades para nuestros hijos. Esperanzas comunes. Sueños americanos”.

Pero no sólo una educación económicamente costeable por el ciudadano común, sino un proyecto que se diferencie del desarrollado en los últimos años. Al respecto, Obama se desmarcaba de las políticas educativas centrales del presidente George W. Bush: “Cuando sea presidente, dejaremos de impulsar iniciativas del tipo 'No Child Left Behind', que lo que han dejado atrás es el dinero, e iniciaré inversiones reales en educación. Esto quiere decir educación inicial. Esto quiere decir reclutar un ejército de nuevos maestros, pagarles mejor y apoyarlos para que no sólo aprendan a evaluar (teaching to test) sino que aprendan a enseñar”.

Es necesario, decía Obama, “poner la educación superior al alcance de cada americano. Ésta es la mejor inversión que podemos hacer para nuestro futuro. Crearé un nuevo y totalmente reembolsable crédito fiscal de 4 mil dólares anuales para inscripciones y colegiaturas, que pueda cubrir dos tercios de las colegiaturas del promedio de los colegios y universidades públicas. Asimismo, simplificaré los procesos para la solicitud de ayuda financiera, para que no tengamos a millones de estudiantes que no solicitan ayuda porque es muy difícil. Comenzaré por suprimir el actual formato de solicitud de becas federales y en su lugar se emplearán los datos proporcionados en la declaración de impuestos”.

La propuesta de modificar y simplificar los esquemas financieros y los trámites vigentes para la obtención de becas y créditos educativos será más tarde detallada con precisión, aprovechando algunos de los proyectos que había formulado el equipo de su competidora, la senadora Hillary Clinton.

Sobre la educación superior de ciclo corto, los denominados “colegios comunitarios”, el candidato Obama proponía “aprovechar el tremendo recurso que representan los colegios comunitarios que, al día de hoy, concentran la mitad de la matrícula de educación superior del país, mediante la creación de un nuevo programa de colaboración. Apoyaremos a estas instituciones para que determinen el tipo de formación técnica que requiere la industria local, ampliaremos la oferta de programas en nuevos campos de conocimiento y premiaremos a los colegios que logren una mayor proporción de titulados. Ése es el cambio que necesitamos para que nuestros jóvenes puedan alcanzar sus sueños”.

Una vez ganada la elección primaria, ya como candidato demócrata, Barack Obama hizo suyas las recomendaciones de política de educación superior contenidas en la plataforma del partido que lo postuló. Entre los proyectos y objetivos que se destacan conviene citar los siguientes: a) simplificación del proceso de solicitud de apoyo financiero; b) nuevo programa de crédito fiscal “Oportunidad Americana”; c) ampliación del programa de Becas Pell para estudiantes de escasos ingreso; d) programa de alianzas con colegios comunitarios; e) eliminación de los costos de intermediación bancaria en la gestión de créditos educativos subsidiados con fondos fiscales. Además, como una idea relativamente novedosa, la plataforma de Obama proponía un programa de evaluación temprana, a través del cual los estudiantes de educación media pudieran anticipar sus posibles resultados en las pruebas conducentes a la selección universitaria y, gracias a ello, mejorar sus posibilidades de elección de carrera e institución de destino.

Por ahora dejemos de lado la discusión sobre la bondad y, en todo caso, la viabilidad de las soluciones propuestas. Hay que esperar mayores precisiones acerca de las políticas y programas que ocuparán, efectivamente, el lugar de prioridades educativas en la administración de Obama. La cuestión es, al igual que en otros dominios de la política social, si tendrá el gobierno entrante la capacidad de generar los recursos económicos suficientes para emprender las transformaciones educativas que se propone. Dicho en otras palabras: en una coyuntura, como la actual, en que el acceso a recursos financieros por la vía fiscal es un auténtico desafío, ¿se seguirá pensando en la educación como la llave del futuro?


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