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Formación de doctores: ¿para qué? Tercera parte
Armando Alcántara Santuario
Campus Milenio Núm 146, pp.8 [2005-09-22]
 

Durante los cuatro días de trabajo del seminario "Las fuerzas y formas del cambio en la formación de doctores a nivel internacional", realizado en Seattle bajo los auspicios del Centro para la Innovación y la Investigación en el Posgrado de la Universidad de Washington, se analizaron y discutieron una serie de temas cruciales para el tópico en cuestión. Entre los principales, vale la pena mencionar el referido a los propósitos de los programas y los perfiles de los graduados.

La mayor parte de los 15 países participantes coincidieron en que "la producción de nuevos investigadores que dominen el diseño, desarrollo, análisis y la comunicación oral y escrita de una investigación exhaustiva, que se espera produzca una contribución importante y original al conocimiento", es la guía de los esfuerzos para preparar doctores.

Sin embargo, además de la formación de expertos que ocuparán posiciones académicas, también se presentaron casos de doctorados con una fuerte orientación hacia el mercado profesional. De esta forma, por ejemplo, Japón procura que los graduados no sólo posean habilidades y destrezas aplicables en el mundo de la academia, sino en la solución de problemas externos a ella.

Asimismo, la estructura de la mayoría de los programas sigue el modelo resultante del Proceso de Bolonia (3+2+3 o 4): tres años de pregrado, dos de maestría y tres o cuatro de doctorado. La duración de este último ciclo incluye con bastante frecuencia una estancia de seis meses en el extranjero. Los estudiantes, en casi todos los casos, obtienen becas de diversas agencias gubernamentales nacionales y en contadas ocasiones de organismos internacionales.

Es sorprendente saber que en Dinamarca y Noruega, los estudiantes de doctorado perciben un salario de 50 mil dólares anuales. Se trata en ambos casos de procesos altamente selectivos y el financiamiento sólo es por tres años, al cabo de los cuales se cuenta con un semestre adicional (sin recibir salario) para graduarse.

El promedio general para obtener el grado entre los países participantes varía entre seis y ocho años, observándose diferencias notables entre los campos disciplinarios (menor tiempo en las ciencias y las ingenierías, y mayor en las humanidades). Algo que llamó la atención fue que no todos los países cuentan con cifras confiables del número de estudiantes que desertan.

Por otro lado, se observaron grandes variantes en cuanto al número de doctores formados por año: en un extremo están Estados Unidos (40 mil) y Alemania (25 mil) y en el otro Sudáfrica y Nueva Zelanda que tienen menos de mil. (México gradúa mil 400).

Grandes diferencias también se pudieron observar en el costo de las universidades, dado que en Europa y en América Latina son muy bajos o inexistentes, mientras que en la Unión Americana, Inglaterra, Canadá y Australia los costos son significativamente altos. Otro aspecto importante fue el de la existencia de instituciones u organismos encargados de asegurar la calidad de los programas, el profesorado y los alumnos.

En un número significativo de casos se han establecido agencias gubernamentales o independientes especializadas en dicha función, aunque también hay programas que se evalúan de manera interna Un asunto que mereció especial atención fue el de las innovaciones. En este sentido, los mayores esfuerzos han buscado alcanzar mayor efectividad y relevancia en los programas. Así, por ejemplo, se ha favorecido la participación de todas las unidades académicas de manera coordinada en el desarrollo de los posgrados, fortaleciendo la flexibilidad y la interdisciplinariedad (México).

También se ha reducido el número de cursos en algunos países, mientras que en otros se han aumentado. En otras naciones se han echado a andar doctorados "profesionales" (Japón, Holanda y Australia).

En todos los casos se está buscando consolidar .los programas de intercambio de estudiantes y profesores, tratando de aprovechar los beneficios de la creciente internacionalización. Se está promoviendo, también, el uso de las nuevas tecnologías de la información para ofrecer cursos y apoyo didáctico a los programas doctorales. En Australia y Canadá se está extendiendo la digitalización de las tesis de doctorado con el fin de que estén disponibles en internet.

Finalmente, las fuerzas de carácter nacional e internacional que han propiciado los cambios, así como las respuestas que ambas provocaron, fueron también un punto central de las deliberaciones. Entre las primeras se contaron las relacionadas con las demandas de la sociedad y los sectores productivos, así como las provenientes del mundo académico.

De particular interés resultaron las demandas de indígenas y otros grupos con desventaja en la vida social (Nueva Zelanda). Las respuestas a las fuerzas nacionales fueron en el sentido de expandir los programas o crear nuevos con la finalidad de fortalecer las capacidades locales en materia de ciencia, tecnología e innovación; y también de mejorar las condiciones de los grupos excluidos. Conviene señalar que en algunos casos (EU) hubo fuerzas que presionaron para reducir el apoyo del Estado a la educación superior, por lo que las instituciones se vieron obligadas a ampliar sus fuentes de financiamiento.

En cuanto a las fuerzas de carácter internacional, se mencionaron las provenientes del Proceso de Bolonia y las resultantes del impacto del llamado "Modo 2" en la producción de conocimientos. A éstas se unen los esfuerzos por reducir la brecha entre las naciones desarrolladas y las economías emergentes en materia de investigación científica y tecnológica.

Respecto de las respuestas a la creciente influencia de la internacionalización, ha sido principalmente la puesta en marcha de los acuerdos de cooperación e intercambio entre instituciones de distintas regiones del mundo.

Éste ha sido un apretado resumen de los temas y problemas discutidos en la reunión de Seattle. La experiencia fue muy enriquecedora y si bien la participación de representantes del mundo desarrollado fue mayoritaria, puede servir de precedente para organizar un acto semejante en el cual participen universidades de los países en desarrollo.


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