En el amplio escaparate del Foro Económico Mundial que tuvo lugar la semana pasada en Davos, Suiza, el presidente de México, Felipe Calderón, pronunció un llamativo y quizás desmedido discurso sobre el horizonte de posibilidades para la nación. "Pienso que México, si bien no es la tierra prometida, sí estoy convencido de que es la tierra de futuro", dijo. A tal convicción le siguió la enumeración de factores que apoyan su visión, como los recursos naturales con los que cuenta el país, la frontera con Estados Unidos, la estabilidad económica y política, las tendencias demográficas, etcétera. Una serie de atributos recurrente en los discursos de promoción nacional y para atraer inversiones.
El Foro es un espacio masivo --en este año los asistentes sumaron 2,400 participantes-- en el que converge fundamentalmente la elite económica y otras figuras públicas mundiales, el año pasado una de las atracciones fue el cantante Bono del grupo de rock U2. Sus sesiones anuales son un referente para moldear la agenda global, valorar algunos de los temas clave y también el peso de los líderes. Tal parece que el principal incentivo del presidente Calderón para expresar su optimismo proviene, no de los recursos naturales que cada vez son menos o de las condiciones actuales del país, sino de un relativamente reciente pronóstico de la centenaria firma de inversiones Goldman Sachs (GS).
GS es una de las compañías mundiales de inversión bancaria más antigua que utilizó por primera vez el acrónimo BRIC, al comienzo de esta década, para referirse a Brasil, Rusia, India y China, como un bloque de pujantes economías cuyo PIB para el año 2041, de seguir la tendencia mostrada, podrían sobrepasar al de las ahora 6 principales economías del mundo (el G-6). China estaría a la cabeza y le seguiría la India. La razón que expuso GS para seleccionar a ese grupo de países fue básicamente por su potencial para convertirse en economías importantes, principalmente por su tamaño (demográfico y económico) y la oportunidad razonable de cumplir con criterios clave de largo plazo para el desarrollo, como la estabilidad macroeconómica, las instituciones políticas, el comercio, la apertura a las inversiones o la educación. Esto es, una combinación de su potencial con sus condiciones actuales.
El alto desempeño del grupo BRIC en el primer lustro de la década actual, modificaron los escenarios previstos por GS y en su reporte de diciembre del 2005 señala que tales países podrían lograr su propósito antes de lo previsto (Global Economics Paper No. 134, 2005). China podría sobrepasar en el 2040 a Estados Unidos.
Lo importante para el caso de México es que en el mismo reporte de hace un año, GS incluye las proyecciones para otro grupo de países en desarrollo: Bangladesh, Egipto, Indonesia, Irán, Corea, México, Nigeria, Pakistán, Filipinas, Turquía y Vietnam. Los llamó los once siguientes (N-11, por sus siglas en inglés), pero de ese grupo, dijo, "solamente México y tal vez Corea tendrán la capacidad para volverse globalmente tan importantes como el BRIC".
Seguramente, por esta razón, aunque no era una proyección estrictamente reciente, en la exposición del presidente Felipe Calderón en Davos, señaló que para el 2040, junto con el BRIC, México será una de las cinco economías más grandes del mundo. En estos términos, sugirió agregarle una M al acrónimo para que dijese BRIMC, puesto que reflejaría de mejor forma lo que está ocurriendo. En realidad, las proyecciones de la firma sobre el tamaño del PIB, señalan que para el 2025 México estaría en la posición número 11 y para el 2050 ocuparía la posición número 6, después de China, Estados Unidos, India, Japón y Brasil.
En este mismo espacio hemos señalado la pérdida de competitividad y viabilidad del país, así como las estrategias que diferentes regiones y países han seguido para impulsar su avance, enfrentar el reto de la competitividad y conciliarlo con el bienestar social. Se trata de iniciativas de largo aliento, fundadas en las condiciones presentes pero sobre todo viendo al futuro. En todas ellas figura de forma destacada el nivel de escolaridad de la población y el desarrollo de la ciencia y la tecnología; estos componentes no son garantía pero poco podrá lograrse si no forman parte de la estrategia.
Las proyecciones de GS no son inexorables, dependen de la relación entre potencialidad y condiciones reales. Además, no basta con alcanzar un tamaño respetable de la economía si persisten o se profundizan las iniquidades y el atraso de una buena parte de la población. Las aspiraciones de mejorar como nación son positivas, desafortunadamente la experiencia muestra que a las promesas desmedidas les sigue un profundo desencanto. Ojalá que México se enfile en la ruta de un crecimiento sostenido, pero no vendrá por sí solo.
