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Los recursos humanos y el informe
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 385 [2010-09-16]
 

A diferencia de los planes e informes de gobierno anteriores al año 2000, donde la ciencia y la tecnología aparecían junto al sector educativo, en el área de desarrollo social, ahora se reporta en el apartado correspondiente a economía (“economía competitiva y generadora de empleo”), seguramente para subrayar, correctamente, su contribución al desarrollo económico nacional.

Sin embargo, al menos en esta administración, tal parece que la información precisa sobre los diferentes componentes del sector científico y tecnológico se ha difuminado en el área económica, los datos están en un permanente ajuste y carecen de regularidad.

En este espacio dimos cuenta de la demora que tuvo el programa sectorial de ciencia y tecnología (apareció en diciembre de 2008), así como los continuos cambios en las posiciones de los funcionarios del Conacyt y, más recientemente, la reforma al estatuto orgánico del mismo Consejo. Esta última reforma incluyó, entre otros cambios, el renombramiento de la anterior Dirección de Información, Evaluación y Normatividad, por otra denominada de Planeación y Cooperación Internacional.

Tal vez los ajustes constantes en el organismo rector de las políticas científicas y tecnológicas han llevado a un continuo reacomodo de cifras y bases de cálculo. Es el caso de algunos datos del reciente cuarto informe de gobierno.

En lo correspondiente a los indicadores representativos del sector de ciencia y tecnología, a nota de pie de página del cuadro que los menciona (Anexos estadísticos. Principales indicadores de la planeación nacional del desarrollo,p. 29), se indica que algunas cifras difieren de las publicadas en el informe del año anterior.

El cuadro de indicadores básicos de este año muestra las cifras concernientes a dos de las principales variables del sector: formación y acervo de recursos humanos (siete indicadores), y recursos financieros (ocho indicadores). Las cifras de estos últimos no difieren de las reportadas el año anterior, siguen la misma tendencia y se refieren a: gasto federal ejercido en ciencia y tecnología como proporción del PIB (tomando como años base 1993 y 2003); gasto en investigación y desarrollo experimental (igual, para los dos años de referencia), y los estímulos fiscales otorgados al sector privado, tanto en términos de monto como en proporción al PIB y número de empresas apoyadas. Aunque, como seguramente lo recuerda, el programa de incentivos fiscales quedó sin efecto el año pasado, después del cúmulo de críticas sobre su operación y las grandes empresas que resultaron favorecidas.

Al contrario de lo que sucede con el financiamiento, las cifras sobre formación y acervo de recursos humanos sí muestran cambios significativos de lo que se había indicado anteriormente para esta administración. Por ejemplo, en el tercer informe de gobierno se anotó que el número de investigadores del sector público y privado en el año 2006 sumaban un total de 36 mil 264; para 2007, un total de 37 mil 930; en 2008 ya eran 40 mil 460, y en 2009 la estimación era de 39 mil 881 (Anexo estadístico del tercer informe de gobierno, p. 28).

En el reciente cuarto informe de gobierno, las cifras sobre el número total de investigadores (del sector de la educación superior, del gobierno, de las empresas y de las privadas no lucrativas) cambiaron para los años de esta administración. Ahora, el anexo estadístico señala que en 2006 el total de investigadores era de 36 mil 325 (61 investigadores más que los indicados en el informe anterior); en 2007 sumaban 37 mil 949 investigadores (una cifra casi similar a la ya reportada); en 2008 alcanzaban 45 mil 127 (casi 5 mil investigadores más de los que se había dicho); para 2009 disminuye la cifra a 38 mil 790, y la estimación para 2010 es que serán 40 mil 620 investigadores.

Además, en el penúltimo año de la administración anterior se reportó que había 43 mil 922 investigadores. Es decir, que en el paso de 2005 a 2006 había 7 mil 500 investigadores menos en las cifras oficiales, lo cual también implica que hoy todavía no se alcanza el número que había en 2005.

Como se puede advertir, las fluctuaciones en las cifras oficiales sobre el personal que labora en actividades científicas y tecnológicas son importantes. Desafortunadamente, no se sabe a qué se deben estas variaciones y tampoco el organismo encargado de las cifras se ocupa de aclararlas. Es suficiente señalar que la publicación periódica del Conacyt de los indicadores va con más de un año de retraso (Informe general del estado de la ciencia y tecnología, 2008).

No necesariamente el número de investigadores ocupados tendría que ir en ascenso, porque refleja las tendencias de nuestra economía, y si esta última no es particularmente boyante, pues no sería de extrañar. Sin embargo, no se sabe si ésa es la razón de las variaciones o es por una nueva forma de calcular su número (en mayo pasado firmaron un convenio el Conacyt y el INEGI). Esperemos alguna explicación.


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