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El Poder Legislativo y el Conacyt
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 388 [2010-10-07]
 

La semana anterior, en este mismo espacio, sostuvimos que el Conacyt no está en el radio de las principales preocupaciones del gobierno federal, tampoco de los legisladores. En el primer caso, no solamente por la escasa atención a la ciencia y tecnología como factor para impulsar el desarrollo nacional, sino también porque, como ha sido evidente, desestima las formas de gestión y liderazgo del propio organismo. En lo que concierne a los segundos, los legisladores, más bien nos referimos al nulo interés de los senadores de la Comisión de Ciencia y Tecnología por la comparecencia del director del Conacyt el pasado 27 de septiembre, puesto que sólo uno de los integrantes de la comisión estuvo presente en la sesión.

¿El desinterés mostrado hacia el sector fue solamente un olvidable episodio o, por el contrario, es una actitud generalizada de los legisladores? La serie de reformas en materia de ciencia y tecnología, prácticamente desde la creación del Conacyt en 1970, y los ajustes a la normatividad sectorial una legislatura sí y la siguiente también, hablan de una recurrente atención al tema. Sin embargo, como también ha sido claro, apenas en esta década se vislumbró un marco normativo con capacidad para orientar el sistema, pero con dificultades para coordinarlo y centrado en modelos que están a contracorriente de las tendencias operativas y descentralizadoras. Además, se ha mostrado una incompatibilidad en ciertos tópicos entre una norma y otra. Por ejemplo, en materia de recursos financieros entre la Ley Ggeneral de Educación y la de Ciencia y Tecnología.

Entonces, el asunto de la ciencia y la tecnología ha estado presente en la labor legislativa, por lo que no se puede decir que los legisladores han sido omisos en este terreno. Más aún, han mostrado un trabajo coordinado con el gobierno federal y la disposición ha sido tanto de senadores como de diputados. No obstante, después de más de tres décadas de actividad legisaltiva reciente y a la vista de las dificultades, tampoco se puede decir que han dotado al sector de un marco normativo satisfactorio.

Si vamos a las comisiones de las cámaras, las cuales constituyen la base operativa de la actividad legislativa, constatamos que ninguna de las fuerzas políticas se disputa con gravedad la presidencia de las comisiones de Ciencia y Tecnología, como sí sucede con otras que consideran más relevantes. Se supone que la distribución en comisiones de los legisladores y la asignación de las presidencias de las mismas es conforme al tamaño de las fracciones parlamentarias y la capacidad de negociación de los respectivos cordinadores de las fuerzas políticas.

Los partidos políticos de más peso se quedan con la mayoría de comisiones y también tienen una mayor representación en las mismas. La titularidad en comisiones es importante por el manejo de sus presupuestos y también porque el trabajo en anticipa lo que sucederá en el pleno. Por tal motivo, los partidos se disputan la presidencia de las comisiones que consideran más importantes y buscan tener una amplia presencia en las mismas.

Por ejemplo, en la cámara baja existen 50 comisiones ordinarias y los 500 diputados se integran a ellas. En promedio, están formadas por 28 diputados y un diputado puede pertenecer hasta un máximo de tres. (Recuérdese que en esta legislatura hubo un retraso en la distribución en comisiones y, de hecho, se crearon otras más para que alcanzara el reparto). Sin embargo, las comisiones de Presupuesto y Cuenta Pública o la de Hacienda y Crédito Público, las más numerosas, concentran 42 y 34 diputados respectivamente, ambas encabezadas por el PAN. Por el contrario, la Comisión de Ciencia y Tecnología está integrada por 25 diputados, la encabeza Reyes Tamez Guerra, de Nueva Alianza, el único de ese partido en la comisión, y se suman 13 representantes del PRI, siete del PAN, tres del PRD, uno del Verde y otro más del PT.

En la Cámara Alta existen 58 comisiones ordinarias, si fuera una distribución uniforme, casi podrían ser dos senadores por comisión. Pero no. Existen comisiones que agrupan a 15 legisladores, como sería el caso de las comisiones de Hacienda y Crédito Público, Puntos Constitucionales, Energía o incluso Educación, unas bajo la presidencia del PRI y otras del PAN; mientras que otras, encabezadas por el PRD, como Desarrollo Urbano y Territorial, tienen sólo tres integrantes, o Ciencia y Tecnología, con 4 integrantes. Esta última es presidida por el senador Francisco Javier Castellón Fonseca, del PRD, y cuenta con dos representantes del PAN y uno más del PT.

Probablemente es una aritmética muy elemental para calcular la abulia de los legisladores. Lo cierto, sin embargo, es que el marco normativo deja que desear, las comisiones legislativas del sector no son el centro de la disputa, tampoco están asignadas a las fracciones con mayor representación parlamentaria, no son las más numerosas y la comparecencia del titular del Conacyt no les susctia gran interés (los diputados ni siquiera lo citaron para detallar el cuarto informe de gobierno). Bueno, falta un elemento: el delicado y decisivo asunto de los recursos financieros, un tema de competencia de los diputados. Allá iremos en próxima entrega.


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