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Entrevista a Imanol Ordorika. La UNAM, sin proyectos de futuro.
Imanol Ordorika Sacristán
Campus Milenio Núm 4 [2002-10-03]
 

Imanol Ordorika lo dice atenido a sus propios argumentos, categóricamente: "El problema de la UNAM no es sólo presupuestal; su grave problema es que tiene un cuerpo dirigente que no tienen capacidad de dirigirlo, porque no tiene idea para dónde debe ir la institución y está más instalado en la preservación de sus privilegios y sus beneficios, que realmente en plantear el proyecto de la Universidad para el futuro".

En el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM hay poca iluminación. Los investigadores trabajan en apretados cubículos. Quienes comparten el piso con Imanol Ordorika son veteranos y jóvenes académicos. Trabajan en silencio. Mientras se desarrolla la entrevista, nunca fuimos interrumpidos, nada de llamadas, ningún saludo que nos distrajera, y estábamos situados en una pequeña mesa en el cetro de acceso a los gabinetes de los investigadores.

El ex líder del movimiento de 1986 (no parece agradarle mucho la referencia a ese rasgo ineludible) es licenciado en Física y doctor en Ciencias Sociales y Políticas Educativas por la Universidad de Stanford. Expone con propiedad y serenamente los temas que abordamos sobre la educación superior; sólo se altera un poco cuando llegamos al tema de la UNAM. Es lapidario: los grupos en el poder de la UNAM se han agotado: "Por endogámicos, patrimonialistas y corporativos con el poder federal y con los poderes estatales".

Y luego afirma: "Esos grupos no tiene nada que ofrecer, estamos viendo su coletazo con las administraciones actuales". Ordorika puntualiza que "las universidades públicas están en crisis. Objeto de políticas federales de corta visión y poco interés; con incapacidad en el interior para transformarse y hacer frente a esta situación tan difícil, porque priva todavía la dinámica de control interno y la dominación de grupos que no tienen liderazgo y visión de largo plazo para la Universidad. Inevitablemente van a tener que entrar a procesos de transformación, que requieren de enorme participación de los universitarios, para construir nuevos consensos y acuerdos para el futuro de las instituciones".

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores desde el año 2000, Ordorika señala que debido a los años de sumisión de los administradores universitarios al poder público, prueban que no haya, ni la fortaleza de argumentos ni la disposición de estos para plantear una orientación diferente a la Universidad Nacional. "Están todo el tiempo reaccionando a políticas públicas como el Sistema Nacional de investigadores, como las políticas de estímulos, etcétera. Todo el tiempo es estar parando, deteniendo esas cosas, tratándose de adaptar a ella, pero esencialmente el discurso a permeado, al interior, pero ése es el asunto que constituye el contexto en el que se da la disputa por la Universidad".

En el futuro inmediato, según Ordorika, se verán disputas de mayor intensidad entre las comunidades universitarias y el gobierno federal. En qué lugar se alineen las administraciones de cada universidad está por verse; hasta ahora siempre lo han hecho con el gobierno federal; creo que esos grupos ya dieron lo que podían dar, no tiene proyecto y no tienen visión y entonces los procesos de democratización interna tienen que producir nuevos liderazgos.

A pesar de la crisis que enfrenta la UNAM y sus problemas, el investigador universitario afirma que es la institución del país que integralmente mantiene la más alta capacidad de formación de cuadros nacionales y con la mejor comprensión del país en su conjunto y, además, es depositaria de una enorme carga cultural, moral y política que no ha perdido.

¿Cómo ve la situación actual y las perspectivas que tiene la universidad pública en México?

Hay que analizar el contexto mexicano en el ámbito de un conjunto de tendencias internacionales que están impactando notablemente a los estados nacionales y que están teniendo efecto en la definición de políticas públicas en particular para la educación superior. La globalización que ha dado lugar a lo que se llama una economía fundada en el conocimiento, plantea requerimientos y tendencias específicas que impactan a la educación superior en México.

¿Cuáles son éstas? Yo diría que los tres elementos básicos que desde el nivel internacional se desprenden y que impactan a la educación superior son: restricciones al gasto público y ajuste estructural que implica un retiro del estado de lo que es su responsabilidad educativa; segundo, un requerimiento de creación de conocimientos, como un espacio básico de la competencia y tercero, una estandarización del conocimiento.

Esto ha dado lugar a políticas paradigmáticas en el ámbito mundial, asociadas al tema de la evaluación, donde hay un reclamo de que el Estado vaya asumiendo de manera creciente un rol evaluador de los sistemas educativos, en sustitución del papel de proveedor de la oferta educativa en el ámbito público. La sociedad, lo que ocurre es que esta percepción de la economía global fundada en el conocimiento genera una aspiración educativa enorme; si en México ha habido de la revolución para acá una enorme valoración por lo educativo, por su impacto en el desarrollo nacional, por sus posibilidades como mecanismo de movilidad social, esta visión tradicional se ve incrementada por la percepción de que lo educativo juega un papel primordial en la nueva economía. Y si para los estados nacionales constituye un elemento clave de competencia por capitales internacionales la mano de obra barata y muy calificada en la sociedad hay la percepción de que la competencia por mejores oportunidades de empleo y de desarrollo individual están asociadas al ámbito educativo.

Se produce una enorme tensión cuando el Estado reduce su oferta educativa. Se expresa en un debate sobre la educación, en un reclamo que explica en gran medida fenómenos como el ocurrido en la UNAM en el año de 1999-2000, donde hay un percepción vaga de que, al reducirse la inversión pública y plantear la sustitución del presupuesto público por presupuestos individuales a través de colegiaturas, los estudiantes estarían perdiendo capacidad de acceder a ese espacio que es primordial.

¿Este impacto que ha tenido la globalidad en la educación en general, pero particularmente en la educación superior pone en riesgo a la universidad pública?

Sí. Porque las recetas internacionales que se desprenden de este contexto plantean que la responsabilidad educativa del Estado se mueva en dos direcciones: primero, que no es prioritario el ámbito de la educación; es una política del Banco Mundial que la oferta de educación superior se maneje a través de instituciones de carácter privado y que el énfasis primordial del Estado debe estar puesto en la educación básica y la educación media; la segunda tendencia es la de transitar de un Estado proveedor de educación aun Estado evaluador de la educación.

Vemos una adopción del discurso internacional de la universidad emprendedora, de acercamiento al mercado, de la sustitución de fondos, de la corresponsabilidad social; lo vimos en el informe del Presidente, el Estado no asume la responsabilidad plena del financiamiento.

La presencia de los partidos, de la política de la universidad tiene muchas zonas oscuras …

Creo que aquí hay que remitirnos a una comprensión de lo político en las universidades públicas mexicanas. Tenemos una situación verdaderamente contradictoria a partir de la Ley Orgánica de la UNAM de 1945. Desde entonces se fortaleció un paradigma que establece que las universidades deben estar separadas de lo político, y que parte de un supuesto de que la universidad tiene una comunidad de propósitos que es la búsqueda de la verdad absoluta. Con esta lógica se restringió lo político a ciertos segmentos de la universidad, la Junta de Gobierno, por ejemplo. Ocurrió que la administración universitaria se convirtió en un espacio tremendamente politizado con una vinculación intensa con los gobiernos federales y estatales, como un espacio de creación de carreras políticas, al tiempo que se planteaba que la universidad era un espacio apolítico. Es necesario reconocer la politicidad de la universidad como un espacio donde coexisten visiones totalmente diferentes y que están en conflicto, y establecer al seno de las instituciones espacios de representación, de debate y de decisión, que canalicen esa diversidad de puntos de vista, de proyectos y de propuestas de una manera más o menos acertada sin que necesariamente se conviertan todas ellas en conflagraciones de una enorme magnitud, como las que se han vivido en la Universidad Nacional y en otras universidades del país. A partir del acercamiento de líneas externas, en la lógica de la construcción de carreras políticas de la universidad hacia el Estado, ha sido profundamente perniciosa para la autonomía universitaria y para la institución en su conjunto. No quiere decir necesariamente que el gobierno estuviera interviniendo para decirles qué era lo que debían hacer; la simple aspiración de los funcionarios para integrarse al aparato estatal después de su paso por la universidad y de tratar de ser lo más, adoptar con mayor fuerza los lineamientos desde fuera evitaban el debate y el reconocimiento de las diferencias internas y subyugaban a la universidad de la misma forma como a lo mejor sujetar una política sindical universitaria a un proyecto sin relación con esta institución.

¿Después de tu participación en aquellos años decisivos de la universidad, durante el rectorado de Jorge Carpizo, 14 o 16 años después, cuál es tu visión de la universidad nacional y si consideras que siguen siendo válidas las posturas de aquel movimiento de los años 80?

Sí, tenemos una Universidad que sigue estando en disputa entre lineamientos o proyectos contrapuestos, algunos que se imponen desde fuera; algunos se imponen por las autoridades universitarias. El planteamiento de preservar una universidad pública, gratuita, la necesidad de fortalecer y extender la autonomía universitaria frente a un Estado que interviene en la vida universitaria, en ocasiones de manera muy negativa, son todavía posturas válidas. Todo esto adquiere mayor relevancia en un momento en el cual las políticas públicas impactan con más fuerza a las universidades y creo que la idea de democracia interna asociada a esta idea de la universidad como un espacio politizado adquiere también una enorme relevancia. Lo que estamos viendo es la confrontación entre proyectos poco definidos e ideas de universidad no acabados por segmentos que se agrupan en torno a dos polos, pero que no son necesariamente homogéneos en su interior; por un lado, la idea de recuperar a la universidad con un sentido más amplio que el que se trata de asignar estrictamente en su relación con la producción y el mercado, es decir, una universidad que se reconoce como entidad diversa, plural, que interactúa políticamente, que es un espacio de la sociedad en su conjunto, pública, gratuita y laica; frente a distintos proyectos que imponen una lógica de competencia interna, que centra si visión de la universidad en el tema de la calidad, que se asocian al esquema de la universidad para el mercado, que plantean la corresponsabilidad, que esconde el desplazamiento del financiamiento público hacia los sectores privados de la sociedad. Eso está en disputa hoy; estuvo en disputa en el movimiento estudiantil de 1986; estuvo en disputa en el congreso de 1990; generó enormes conflictos a mediados de los noventa, casi al final en la huelga más larga que ha vivido la institución y siguen ahí planteados sin posibilidad de solución, porque es de los sectores dominantes de la UNAM, los grupos que permanentemente la han tenido bajo su control; no hay disposición a que esta universidad produzca un cambio de fondo, que entre otras cosas implique que ellos pierdan el control sobre esta institución.

¿Cuál es el papel que juega en estos momentos la UNAM en el desarrollo nacional?

La universidad mantiene integralmente la más alta capacidad de formación de cuadros nacionales, los produce con la mejor comprensión del país; es la institución que produce más conocimientos en el ámbito de la investigación pero, además, es depositaria de una enorme carga cultual, moral y política que no se ha desplazado del todo por más que la vinculación tradicional entre administraciones universitarias y gobierno federal haya cambiado de manera sustancial con la alternancia en el poder. El papel de la Universidad Nacional como opinadora y como contrapeso de la vida nacional sigue siendo vigente.

Ahora, eso no quiere decir que la Universidad no se tenga que transformar a fondo, está en un momento crítico, tiene problemas muy serios; está en una situación de abandono en lo general, puede que puntualmente un año u otro reciba mayor presupuesto, pero no es sólo el problema presupuestal el del abandono, y tiene un cuerpo dominante sin capacidad de dirigirlo, porque no tiene idea de para dónde debe ir la universidad y está más instalado en la preservación de sus privilegios y sus beneficios, que realmente en plantear el proyecto de la universidad para el futuro, entonces ése es el enorme reto que tenemos en esta institución.

Tenemos una planta académica envejecida. El promedio de edad del personal de tiempo completo de la UNAM es de alrededor de 54 o 55 años, no se crean nuevas plazas; no hay renovación de cuadros. Frente a toda esta complejidad de temas y la necesidad de orientar a la universidad en un sentido muy concreto, lo único que recibimos como temáticas oficiales son aumentar las colegiaturas, restringir el pase automático, cerrar la entrada de estudiantes; temas viejos que muestran una corta visión por parte de las autoridades universitarias.

Lo que piensas sobre la situación actual de las universidades públicas y su futuro.

Las universidades públicas están en crisis; objeto de políticas federales de corta visión y poco interés; con capacidad en el interior para transformarse y hacer frente a esta situación tan difícil, porque priva todavía la dinámica de control interno y la dominación de grupos sin liderazgo y visión de largo plazo para la universidad. Inevitablemente van a tener que entrar a procesos de transformación, que requieren de enorme participación de los universitarios para construir nuevos consensos y acuerdos para el futuro de las instituciones.

Creo que será un futuro de disputa con las políticas y las visiones restringidas. Va a crecer el escenario de disputa, los actores van a ser los mismos pero agrupados, quizás, de manera diferente. Vamos a ver disputas de mayor intensidad entre las comunidades universitarias y el gobierno federal, en qué lugar se alineen las administraciones de cada universidad está por verse, hasta ahora siempre lo han hecho con el gobierno federal.


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