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La pérdida de oportunidades
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 230 [2007-06-28]
 

Al comienzo de la década presente, con el ingreso al nuevo siglo, el cambio de partido en el gobierno, el inicio de una nueva administración y la expectativa de que la situación podría ser diferente, se enfatizó el tema de las transiciones. Se habló de las transiciones demográfica, social, política y económica para denotar los amplios y profundos cambios que estaban ocurriendo en la sociedad mexicana, pero también para destacar los retos y oportunidades que tenía (y sigue teniendo) la nación. No era la primera vez que se advertían los cambios, pero sí su convergencia. Los factores que se mencionaron en cada caso fueron el telón de fondo para la elaboración del plan nacional de desarrollo de la administración anterior; tanto para imprimirle un sentido de urgencia al proceso de planeación que estaba por comenzar como para señalar un horizonte que trascendía el plazo sexenal.

Desafortunadamente el periodo de la administración anterior concluyó y su contribución, en el tramo que le correspondía, en el terreno económico, político y social fue más bien escasa cuando no nula. A pesar de que había colocado a la educación como el eje principal de las transiciones y como prioridad central del gobierno (PND 2001-2006: 34), poco hizo para abatir el rezago educativo, elevar el nivel de escolaridad de la población, mejorar la calidad e incluso incumplió sus propias metas de cobertura. El sistema educativo siguió su propia inercia de crecimiento y los indicadores se movieron conforme un patrón previsible; la calidad no mejoró y en algunos segmentos el deterioro fue inocultable. Ni hablar del millón de empleos anuales, el ahorro interno, las obras mediáticas del sexenio o de las otras transiciones.

El problema es que la transición demográfica no se ha detenido, si acaso las cifras se ajustaron con los resultados del II Conteo de Población y Vivienda del INEGI del 2005 y las nuevas proyecciones del Consejo Nacional de Población (Proyecciones de la población en México 2005 - 2050). Lo cierto es que la participación relativa de los niños en edad de recibir educación preescolar continuará descendiendo en las próximas décadas (pasarán de 12.2 por ciento en el 2005 a 6.6 por ciento en el 2050), lo mismo que los niños y adolescentes en edad cursar la primaria y secundaria (pasarán de 19.1 a 10.2 por ciento en el mismo periodo).

Por el contrario, la demanda creciente de jóvenes en edad de cursar educación media superior todavía continuará mostrándose hasta el final de esta década y a partir de ahí comenzará a descender, la de educación superior todavía se prolongará hasta el 2014. Más importante es que la población en edad de trabajar, la que está entre los 15 y 64 años, continuará creciendo en las próximas décadas y poco antes del 2030 comenzará a disminuir (su participación relativa pasará de 63.5 a 67.4 por ciento entre el 2005 y el 2030) y más rápidamente será el crecimiento relativo de los adultos mayores (de 5.2 a 9.11 por ciento en el mismo periodo). Esto es, el crecimiento demográfico será cada vez más reducido y el envejecimiento mayor.

Total, lo que importa subrayar es el llamado bono demográfico, la ventana de oportunidad que se abre al presentarse las condiciones más propicias para el desarrollo socioeconómico, en donde la relación entre la población en edad dependiente (los menores de 15 años y los mayores de 65 años) y la que está en edad laboral resulta favorable. Esa ventana, según las proyecciones de Conapo, presentará la relación más favorable entre el 2012 y el 2030, después comenzará a cerrarse poco a poco. Es decir, la tasa de dependencia será mayor.

En el actual plan nacional de desarrollo se plantearon cinco ejes rectores y sí, se reconoce la importancia de la transición demográfica, principalmente en lo que corresponde al desarrollo económico, la presión por el acceso al empleo, los servicios de salud, vivienda y educación. De cualquier forma, el empleo es el único que forma parte de los ejes rectores ("economía competitiva y generadora de empleos"), seguramente porque, como recordará el lector, en el tiempo de las campañas electorales el actual ejecutivo federal se declaró presidente del empleo, así que ahora parecía inevitable recuperar esa promesa de campaña. La educación no, su lugar está en el eje de la "igualdad de oportunidades" y se le reserva un papel modesto o equivalente a otros factores.

El tema de la transición demográfica en esta administración no tiene el sentido de urgencia con el que apareció al comienzo de esta década ni es elemento central de su proyecto de planeación, pero al parecer sí está considerado. El punto es por qué ahora sí cabría esperar esa capacidad de anticipación para aprovechar la ventana de oportunidad que ofrece el bono demográfico.

No es un problema menor y desde luego no es una referencia etérea al desarrollo económico. Basta señalar el complicado tema de las pensiones que ya lo tenemos o el envejecimiento del personal en las instituciones académicas que avanza rápidamente. Tampoco es un problema de México solamente. UNESCO publicó recientemente un informe ("Estudio económico y social mundial 2007. El desarrollo en un mundo que envejece") en el que precisa los retos para los países en desarrollo, las diferencias con los países industrializados y las oportunidades que se abren para unos y otros.

Entonces ¿cuáles son los instrumentos que tiene a la mano y las acciones que pondrá en marcha la actual administración para enfrentar el reto de la transición demográfica? O llegaremos al final de este periodo de gobierno y, una vez más, constataremos que perdimos otra oportunidad.


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