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Opinan los universitarios. México: a la mitad del tunel
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 63 [2004-01-08]
 

En el ecuador del gobierno de Vicente Fox, el país terminó a la deriva el año 2003, según expresión de The New York Times. Yo no sería tan benévolo al calificar el desempeño nacional.

El año pasado la crisis se hizo más profunda y lacerante. La economía siguió estancada según fuentes oficiales, aunque más bien se mantuvo en recesión como en los dos años anteriores. En cualquier caso, un crecimiento de 1.5 no es panacea para el tamaño de las necesidades. La población económicamente activa siguió creciendo en el sector informal urbano, como resultado de la falta de empleo.

El modelo de desarrollo económico por la vía de los changarros simplemente se fue a pique. La ideología de los emprendedores se ha estado haciendo añicos ante las carencias de las grandes mayorías. El desordenado comercio ambulante se establece porque quien no trabaja se muere.

Nunca nos imaginamos que los 14 mil millones de dólares enviados por los inmigrantes constituiría el segundo ingreso de divisas después del petróleo. Ahí está la mayoría de los mexicanos sumidos en la pobreza frente a un sector de personas muy ricas que hace negocios redituables y funcionarios públicos que ganan muy buenos sueldos. Y no se ven salidas.

Estamos atorados y no ha habido capacidad política para desamarrar los nudos. No hay acuerdos para definir un rumbo de crecimiento con perspectivas que hagan viable al país. En este año nuevo las finanzas públicas seguirán siendo escasas y no alcanzarán para infraestructura, transportes, más y mejor educación y aprovechamiento del contexto global.

La competitividad se erosiona a una velocidad vertiginosa a medida que se mantienen limitadas las condiciones para la inversión pública y no hay gobernabilidad.

El gobierno mexicano tendrá más dificultades este 2004 para salir de la estrategia que vive la nación de “sálvese quien pueda”, y atender las necesidades de quienes siempre fueron marginados, de quienes no se adaptan a los cambios o son incapaces, por falta de oportunidades en el mercado laboral, de ganarse la vida mediante un trabajo que les proporcione un ingreso para sobrevivir.

ECUACIÓN SOCIAL, MISIÓN IMPOSIBLE

La ecuación social no está más fácil de resolver que la económica. El envejecimiento de la población mexicana supone más gasto en salud. A la juventud no se le brindan salidas suficientes y de calidad para prepararse. Pero además, los jóvenes que querían estudiar una profesión y hasta quienes la terminan se ocupan cada vez más en actividades para las cuales sus estudios no son de gran utilidad o, de plano, no sirven. Cuando la sociedad les permite seguir sus vocaciones encuentran que después no les brinda posibilidad de realizarlas.

La cancelación de expectativas nacionales abre otras a los jóvenes para cruzar la frontera de nuestro país (son más de 20.6 millones de personas en Estados Unidos de origen mexicano según el último censo), trabajar del otro lado, enfrentarse a los estadounidenses en su propio terreno y mandar dinero a sus familias a México. Otros, los que se fueron con beca a estudiar un posgrado tienen cada vez menos ganas de volver a México. Fuga de fuerza de trabajo, de cerebros y de talentos que no representaron costo a los países de destino. Nos vaciamos de talento y de mano de obra fuerte y creativa.

LA GUERRA DE DOS MUNDOS

Y como si faltara algo, el fin de año lo cerramos con desencuentros, tensiones y fragmentaciones políticas. La reforma fiscal le sumó otra derrota al Ejecutivo, al PAN, y dividió al PRI; pero afectó al país, porque el acuerdo entre las fuerzas pudo haber sido un factor de estabilidad política en la transición.

El PRD anduvo marginado en el debate y sus argumentos no tuvieron poder de convencimiento; tuvo que ajustar cuentas uniéndose a los priístas “jacobinos”. El PRI se pasó de mentiroso: engaño a Fox, se engañaron sus líderes, le tomó el pelo al PRD, sus diputados hicieron trampa con el proyecto de presupuesto.

¿Qué más? En la cultura mexicana todavía se dice que en política se vale todo, pero los del Revolucionario Institucional exageraron acelerando su desintegración. ¿Quién les va a creer de aquí en adelante? Lo ocurrido en los últimos meses del año 2003 dejó constancia de la escasa calidad de la clase política.

EL DESTINO NOS REBASÓ

Si la economía sigue como hasta ahora continuará la caída en la demanda, habrá menos inversión, más dificultades para genera empleo, menos confianza para los capitales extranjeros, más pobres condenados a ser inadaptados o disfuncionales en la sociedad (Bauma, 2000), un modo de ser humano en desgracia, empresarios cada vez más irritados con la “clase política”, un gobierno limitado en sus recursos para cubrir necesidades, que puede enfrentar descontento e inconformidad manifiestos, instituciones puestas en duda por su ineficacia, una mala imagen internacional del país. Total, México ha estado perdiendo capital: económico, social, político y hasta moral.

En esa dirección continuamos, en austeridad, como en 1982, con la diferencia de que actualmente vivimos en una democracia simulada dentro de la cual el Estado pierde autoridad en el ejercicio del poder para convertir intereses en normas aceptadas. Cada quien vela pos los suyos y trata de imponerlos sin tener la suficiente fuerza para lograrlo. De aquí salen remedios para los síntomas. La enfermedad está lejos de curarse.

¡Qué lástima si se desaprovecha esta oportunidad histórica! El desarrollo del país requiere un gobierno, partidos y empresarios con visión de largo plazo. Una sociedad más educada y culta. Un estado capaz de resolver las complejidades que supone auxiliar a la acumulación de capital, tener finanzas más abundantes y garantizar que exista una distribución social de los recursos que eleven el bienestar público en el contexto de un mercado interno más sólido.

Hacer coincidir el Estado de derecho con un régimen político fincado en instituciones democráticas nuevas. Un Estado que tenga fuerza para sacudirse las recetas en boga en los países postindustriales (cuya aplicación en los nuestros producen lo que ya se describió más arriba) y plantear un modelo propio que aproveche de suyo la globalización.

Más aun: hay condiciones en la nación para construir una fuerza política distinta a las existentes, que amalgame intereses nacionales, una coalición integrada en un frente amplio que tenga las condiciones de conciliar, crear una sociedad civil fuerte que se sienta representada, tomar y conducir el gobierno de manera legítima, creíble por sus avances, hacia otros derroteros que lleven al crecimiento, la justicia social, la cohesión cultural y a una vida política responsable. Lo que existe ahora ha entrado en franco proceso de agotamiento.


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