Las relaciones de la universidad con el gobierno es uno de los temas importantes de investigar en el campo educativo. Resulta que el gobierno, a través de sus políticas, tiene un fuerte impacto sobre el devenir del sistema universitario. Que la forma en que este impacto se lleva a cabo varía a través de la historia. Por su parte, las universidades realizan actividades que tienen que ver con la conducción de la sociedad y mantienen con el gobierno relaciones que son fundamentales para el sostenimiento del orden político. Se trata de relaciones de mutua conveniencia que no necesariamente son armónicas. En el presente texto comentamos una serie de datos sobre dichas relaciones, que han surgido en las semanas pasadas en las páginas de este Suplemento y que le dan actualidad a su tratamiento.

El caso de la UNAM

Destaco en primer término las declaraciones del Rector de la UNAM, Dr. Juan Ramón de la Fuente, quien sostuvo haber tenido varias discrepancias con el gobierno de Fox en materia de educación, ciencia y cultura. Y no obstante de haberlas expresado en su momento, junto a sus críticas sobre la mercantilización de la educación superior, pudo hacer que creciera el financiamiento público a la UNAM, por la fuerza política que supo ganarle a la Universidad y por el prestigio institucional de su proyecto académico. Demostró que no es incompatible tener un modus vivendi difícil con el gobierno y hacer mejor la institución.

Por detrás de lo enunciado se encuentra una visión de la universidad para estos tiempos, un manejo adecuado de la autonomía, una concepción de la responsabilidad del Estado con la educación pública, la estabilidad institucional lograda por el rectorado y el ambiente absoluto de libertad con el que trabajamos los académicos.

El Rector de la Fuente fue más allá. Señaló enfáticamente que la separación del CONACYT de la SEP constituyo un error cuyas consecuencias han sido negativas sobre el avance del conocimiento científico, las cuales se van a sentir en el país en los años por venir. Esta apreciación resulta fundamental por el momento del cambio de gobierno y la política que pueda seguir al respecto. Ciertamente, lo tratado en el libro de Cabrero, Valadés y Lopez-Ayllón (El diseño institucional de la política de la cienciaÄ) es una referencia obligatoria para lo que se vaya a hacer en la materia. Los autores proponen cinco escenarios posibles para el CONACYT, siendo uno de ellos su "resectorización" a la Secretaria de Educación Pública.

Tampoco se puede dejar pasar la opinión del Sr. Rector cuando indicó que la ANUIES debería tener más independencia de la SEP. Hay una tesis elaborada en nuestro Seminario acerca de la importancia de la Asociación como actor político de la educación superior que abonaría en la dirección de lo señalado por el Dr. de la Fuente.

Creo que muchos universitarios coincidimos en que ha habido fineza y habilidad política de parte de la UNAM para manejar sus relaciones con el gobierno. Tanto que el Rector agradece al Secretario de Educación su disposición al diálogo y su pronta respuesta a sus comentarios críticos.

Críticas y respuestas

A las críticas sobre el manejo de la política educativa que han hecho actores e investigadores de la educación, se tiene hoy, por así decir, una respuesta desde el gobierno con el texto (en dos partes) del Dr. Julio Rubio, Subsecretario de Educación Superior. Su postura es que en este sexenio se ha fortalecido este nivel educativo. Y como prueba de ello presenta una enorme cantidad de avances de acuerdo con las cifras de los programas ejecutados por esta administración.

No me cabe duda de que se ha logrado prosperar en este nivel educativo, de que muchas universidades públicas estatales tienen actualmente un alto reconocimiento de autoridades, académicos y grupos sociales. Pero también, considero que los esfuerzos del gobierno no han sido suficientes ante las demandas emergentes y las necesidades sociales. Ha habido un trato cercano, hasta personalizado, para controlar los impulsos a la educación superior, pero ello no quita que las relaciones de las universidades con el gobierno federal hayan dejado de ser tensas y complejas, entre otras razones por la escasez de recursos y por la manera como se han distribuido. Todavía persisten grandes desigualdades regionales en las capacidades intelectuales de las instituciones. Y queda mucho por hacer en materia de calidad, particularmente con las políticas hacia los académicos, e infraestructura.

Los actores políticos

En el transcurso de este sexenio los diputados se volvieron un actor político de la educación superior que cobró una enorme fuerza. Las universidades y la ANUIES tuvieron que hacer un mayor trabajo con la Cámara cada fin de año con motivo de la elaboración del presupuesto. Hoy es notable cómo el Poder Legislativo se ha vuelto un actor indiscutible, que interviene, define y convoca. Como muestra basta un botón. Son los diputados quienes citan actualmente a un Foro Parlamentario de Consulta para discutir acciones encaminadas a construir una Política de Estado sobre Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación en México. Todos los partidos en la Cámara tienen interés en el tema. El intercambio político en la educación superior se ha tornado más abierto y con más actores, con los cuales tienen que tratar las universidades.

Mayor compromiso del gobierno

Sería deseable que el próximo gobierno tenga un mayor compromiso con la educación superior pública. Respeto por la autonomía, una política que asegure la equidad y que impulse los esfuerzos de desarrollo local desde las universidades públicas. Son, por ahora, muchos los rectores de estas casas de estudios quienes han declarado su disposición para colaborar y acelerar el paso, en espera de lo que hará en la materia el próximo gobierno. Por lo pronto, la ANUIES se ha acercado al equipo de transición, en cumplimiento de sus acuerdos. Entregó un documento que espera sea considerado como base de las políticas del próximo Plan de Educación. En el acto de entrega, a la ANUIES se le reitero que será reconocida como interlocutor y que su propuesta será eje central de los trabajos del equipo.

En suma, la política se despliega desde las universidades para tejer relaciones más armónicas y de respeto con el gobierno, lo que de ninguna manera se puede interpretar como una concesión a su postura crítica frente al accionar del poder público en materia educativa. Esperemos que el próximo gobierno brinde condiciones suficientes y oportunas para que los universitarios podamos continuar nuestros trabajos y fortalecer verdaderamente a la academia y a la actividad científica. Que el gobierno entienda, como dijo el Rector de la UNAM, que las universidades son insustituibles para el desarrollo de la humanidad en el Siglo XXI.