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La educación y las paradojas del mercado
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 93 [2004-08-19]
 

Este modelo de desarrollo económico que le han impuesto a la sociedad no es exitoso para las mayorías y los jóvenes de la generación de la crisis que atestiguaron la movilidad descendente de sus familias en la estratificación social. Los académicos que nos dedicamos a las ciencias sociales damos pruebas y más pruebas de cómo se agrandan las desigualdades entre los mexicanos, pero la gente que está en el poder y toma decisiones prefiere ignorarnos.

El argumento fundado en la evidencia y la razón molesta, porque choca con la ideología del mercado. Quienes sostienen la necesidad de crear una sociedad competitiva y eficiente fortaleciendo al mercado como distribuidor de los recursos materiales y simbólicos se enfrentan día a día al transcurrir del tiempo sin que se corrija el rezago social.

No obstante, buscan afirmarse tratando de hacer creer que las cosas mejoran y el modelo que aplican es correcto.

Su paradigma busca desplazar al Estado y el gobierno de su papel para responder a las expectativas y exigencias legítimas de la población. En las palabras de Crozier, piensan que el Estado moderno es un Estado modesto. Aunque la modestia en nuestra realidad se transforma en incapacidad para impulsar y orientar el desarrollo, lo que deprime aún más las condiciones de vida.

En una sociedad donde el mercado es imperfecto, el Estado no puede renunciar a genera condiciones de bienestar social, entre otras razones porque pierde credibilidad y capacidad para gobernar. He ahí una de las paradojas del modelo de libre mercado en países como México. Aquí se ha tratado de reducir al Estado por su incapacidad para resolver problemas que provocaron quienes gobernaron en el pasado. Lejos de fortalecerse ahora enfrenta reclamos por su ineficacia e ineficiencia.

El modelo ha llevado a debilitar a las instituciones, a disminuir es espacio de lo público y a una especie de parálisis –a lo que se agrega la inexperiencia para gobernar y el desgarramiento de la vida política- que está impidiendo al Estado resolver cuestiones urgentes para no cancelar el futuro de la nación y de quienes habitamos en ella.

En una sociedad ancestralmente desigual, la operación del mercado no corrige las disparidades sociales. Por ejemplo, en los últimos veinticinco años ha aumentado la diferencia en el promedio de escolaridad de los sectores de más bajos ingresos con respecto a los más altos. Está en el espíritu de la nación defender su derecho a la educación y a que no se excluya de ésta a una enorme cantidad de mexicanos.

El modelo ha llevado a debilitar a las instituciones, a disminuir el espacio de lo público y a una especie de parálisis –a lo que se agrega la inexperiencia para gobernar y el desgarramiento de la vida política- que está impidiendo al Estado resolver cuestiones urgentes para no cancelar el futuro de la nación y de quienes habitamos en ella.

En una sociedad ancestral desigual, la operación del mercado no corrige las disparidades sociales. Por ejemplo, en los últimos veinticinco años ha aumentado la diferencia en el promedio de escolaridad de los sectores de más bajos ingresos con respecto a los más altos. Está en el espíritu de la nación defender su derecho a la educación y a que no se excluya de ésta a una enorme cantidad de mexicanos.

La educación ha sido y es un asunto de Estado. Tiene un carácter político y es indispensable para el logro de la democracia y la justicia social. La tarea educativa en el país es todavía gigantesca. Es de tal envergadura que se necesita la presencia de un Estado reformado; un nuevo pacto de éste con la sociedad, que impulse un proyecto educativo del cual emerjan políticas públicas de cara a la realidad que tiene y tendrá México en los próximos quince años para crecer económicamente y participar en el concierto internacional.

Es notable la falta de conocimiento y sensibilidad de parte de quienes consideran que el Estado debe retirarse de la educación superior para que las fuerzas del mercado amplíen su radio de acción sin cortapisas.

Felizmente, hay quienes comienzan a comentar críticamente la iniciativa de ley que promueve la fracción panista en la Cámara de Diputados. Los puntos de vista de María del Carmen Carrillo y Braulio Ramírez, expresaos en el número pasado de CampusMILENIO (núm. 92) son de tomarse en cuenta para quienes trabajan o están interesado en reforzar jurídicamente a las instituciones públicas de educación superior.

Se requiere una presencia del Estado diferente a la que ha tenido, que reorganice la administración pública, no interfiera en la vida de las instituciones y guarde respeto a su autonomía para que establezcan sus propias normas y conduzcan su vida académica.

Asimismo, para acordar los término de un financiamiento oportuno y suficiente que rompa las incertidumbres y tensiones que cada año se producen con motivo del asignación del subsidio.

En suma, es indispensable una visión de largo plazo ligada a una conciencia que promueva el avance educativo, la colaboración y participación de la sociedad en este propósito. Esto es lo que sería de esperar en un régimen democrático para beneficio de todos.

La historia que sigue en la educación se construirá sin el autoritarismo de unos y el conservadurismo de otros, con ejercicio pleno de la libertad intelectual, mediante el diálogo, para crear opciones y llevar a cabo acciones que verdaderamente estimulen el desarrollo humano y la difusión del saber.


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Last modification: April 29 2020 11:44:32.  

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