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Las universidades: política, poder y reforma
Humberto Muñoz García
Campus Milenio Núm 200 [2006-11-09]
 

Las universidades son instituciones que gozan de poder en la sociedad como reconocimiento a las funciones que llevan a cabo. Son instituciones que generan confianza y credibilidad y, en esa medida, se les considera legítimas.

En el mundo actual las universidades se han reformado experimentando cambios respecto a la forma como se educa y para atender a nuevos públicos. En ellas se deposita una buena parte de las capacidades para crear y recrear el potencial cognitivo de la sociedad y distribuir conocimiento. Por ello se les pondera como piezas clave para el desarrollo de las naciones, motivo por el cual han ganado más poder del que ya tenían.

Los países desarrollados cuentan con un sistema de educación superior fuerte y universidades poderosas. Se han apropiado, por así decir, de las mayores capacidades para producir y distribuir conocimiento. Con lo cual se ha abierto una brecha a escala mundial (UNESCO, 2005) que es necesario zanjar para que la competencia en la globalización sea menos desigual.

Como se sabe, la política es el núcleo del poder. Hay actores en la sociedad: organismos internacionales, gobiernos, partidos políticos, cámaras de representantes, grupos empresariales y eclesiásticos, organizaciones de la sociedad civil, entre otros, que buscan influir en el devenir educativo. Las demandas que cada uno de estos actores le hace llegar a la universidad se dan en un marco de tensión política. Juegan, incluida la universidad, con su poder.

También entre las universidades se establecen vínculos políticos y relaciones de poder. Unas tienen influencia en el comportamiento de las otras. Compiten por recursos y prestigio que se traducen en fuerza política. Siguiendo a Bordieu, en la educación superior encontramos campos de fuerzas y campos de lucha para transformar los campos de fuerzas, esto es, las relaciones de poder prevalecientes.

En las universidades, también, la política está inmersa. Ellas tienen estructuras y relaciones de poder. Su organización se asienta en un sistema de gobierno, un senado y cuerpos colegiados de autoridad. Los actores universitarios tienen disputas políticas por las posiciones de mando, así como por los espacios académicos.

Los intercambios políticos internos y externos de las universidades, y la articulación de los mismos, son factores cruciales para sus procesos de cambio institucional. Además, suponemos que es a través de la política como se puede hacer fluir el poder entre ellas. La idea es que se comparta el conocimiento que radica en cada universidad a escala mundial y, a la inversa, que el circuito internacional llegue a cada establecimiento.

La política es el medio que nos permite crear redes de universidades localizadas en ámbitos nacionales distintos, en contextos culturales diversos, con historias y tradiciones propias. La conexión en red posibilita la cooperación, compartir y elevar las capacidades intelectuales de sus integrantes.

De hecho, el modelo de universidad, conocido por tanto tiempo, pasa a organizarse de otra forma al integrarse conjuntos interinstitucionales en los que interactúan las unidades. La conexión en redes provoca que el poder de las universidades en la sociedad se haga más férreo. Permite vincularse con los actores sociales desde una posición de mayor fuerza, entre otras razones, porque la nueva organización mantiene apropiado el conocimiento y va más allá de instituciones y fronteras.

La conexión en red, cuando es positiva, otorga acceso a la expansión y combinación de información y conocimientos. Agiliza los modos de su producción y es uno de los impulsos más interesantes y eficaces para que las universidades continúen sus reformas, para enfrentar los patrones de demanda social emergentes. Con lo cual adquieren una mayor y más decidida presencia en la sociedad.

Es por medio de la política y con base en los valores de colaboración que las universidades más fuertes se pueden vincular con las más débiles. Y es así como se puede llegar a equilibrar las capacidades intelectuales de las segundas con las primeras. Por la importancia de este proceso, la red es un factor que coadyuva a cerrar la brecha cognitiva entre las naciones y a resaltar el papel de la universidad para el desarrollo de los pueblos. A poner en relación lo global con lo local.

Se pueden mencionar muchas más ventajas de la organización de redes universitarias. Una es que al compartir proyectos académicos se socializan teorías, métodos y técnicas para transformar la información en conocimiento. La participación en redes resulta crucial, además de transmitir y difundir, para valorizar el conocimiento.

Asimismo, sin que sea una panacea, el establecimiento de las redes brinda una nueva perspectiva para organizar la educación superior a nivel nacional. También, sirve para democratizar el acceso y la expansión pública del conocimiento. Por tanto, para enfrentar los desafíos económicos, sociales, políticos y culturales de la sociedad actual.

En la identificación de la política, del juego de poder en el que participan los actores universitarios y sociales por la información y el conocimiento, es que se puede abordar la imperiosa necesidad de que una nación, como México por ejemplo, cuente con las capacidades intelectuales para entrar a la era del conocimiento en condiciones más ventajosas. Para que las universidades eduquen y le entreguen habilidades al hombre global que habite un país como el nuestro.

Al construir un amplio tejido universitario a nivel local, nacional y mundial se presentan resistencias y amenazas. Desde luego, hay que vencer el rechazo a incorporar los adelantos científicos y técnicos, la oposición a armar un nuevo entramado del trabajo académico y la obstinación por mantener políticas públicas centralizadas, en los casos donde operan. Asimismo, hay que cuidar que la producción y el uso del conocimiento no se privaticen y estimular las responsabilidades y acciones públicas para que se expanda la educación superior vinculada a una política del conocimiento.

El futuro puede ser promisorio si nos empeñamos en hacer buena política. Muchos cambios habrán de realizarse para que los universitarios trabajemos en un clima académico apropiado al momento histórico por el que transitamos y para servirle mejor a la sociedad.


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