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La cooperación internacional en descenso
Alejandro Canales Sánchez
Campus Milenio Núm 198 [2006-10-19]
 

La semana anterior, a propósito de la reciente reunión en México de la Organización de Estados Iberoamericanos, señalamos que la cooperación internacional tiene amplias repercusiones para el desarrollo científico y tecnológico en el ámbito local. La dimensión internacional es un factor insoslayable en la composición de los diferentes sistemas nacionales. A la par de la formación de bloques regionales y el establecimiento de alianzas comerciales, poco a poco se ha visto la necesidad de precisar el tipo de cooperación en áreas como la educación o la investigación y el desarrollo experimental. Los convenios e intercambios han proliferado entre los distintos países, sin embargo, en el caso de México parece que la cooperación internacional va en sentido contrario.

Según los datos del sexto y último informe de gobierno, los proyectos de investigación científica y desarrollo tecnológico que se desarrollan en México a través de convenios de cooperación internacional, hoy son casi la mitad de los que había al comienzo de la década. En el 2000 México sostenía 400 proyectos y para este año se estima que serán 245. Incluso podrían ser menos, puesto que se trata de cifras preliminares y el año pasado sumaron en total 183 proyectos.

De acuerdo con las explicaciones del propio informe de gobierno, a partir del 2003 se dio una reducción en el número de proyectos por la disminución en el número de acuerdos de cooperación con diversos organismos internacionales. Lo curioso es que fue precisamente en la segunda mitad de esta administración cuando se realizó el mayor número de reuniones de alto nivel y se firmaron convenios con la Unión Europea, con Centroamérica o la reunión de Cooperación Económica Asia-Pacífico (Apec).

Las cifras indican que tanto los proyectos de cooperación con otro país (bilaterales) como con organismos internacionales (multilaterales) disminuyeron. Por ejemplo, los proyectos bilaterales en 1995 sumaban 341 y para este año se estima que serán 235. La reducción es más pronunciada en los proyectos de cooperación multilateral: de 77 a 10, a pesar de que alcanzaron los 170 en el 2003.

Los proyectos de cooperación bilateral con el Reino Unido prácticamente desaparecieron y la disminución fue sensible con Estados Unidos, Francia -país con el que sosteníamos el mayor número de proyectos-, Alemania y Cuba. Solamente con España, Italia y Argentina mantiene un número relativamente estable de proyectos.

La información del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) no indica cuáles son los acuerdos de cooperación que disminuyeron ni tampoco qué tipo de proyectos se suprimieron en estos años. En el 2003, por ejemplo, señalaba claramente que había 610 proyectos y les destinó poco más de 30 millones de pesos. Además, indicó que la UNAM participó en 146 proyectos, los centros Conacyt en 126, las universidades estatales en 125, el Cinvestav en 70 y la UAM en 43. Ahora solamente reporta el total de proyectos y enumera algunos de los convenios firmados; no aparecen las cifras de presupuesto ni tampoco las instituciones que participan.

En general, una buena parte de los acuerdos de cooperación internacional se han celebrado sobre todo en el terreno de becas y otra parte, menor, en lo que se refiere a proyectos de investigación propiamente. De hecho, el sexto informe de gobierno señala que los acuerdos académicos orientados al cofinanciamiento de becas de posgrado para estudiantes mexicanos se han incrementado 4.6 veces en esta administración (p. 30). Lo paradójico es que las nuevas becas al extranjero disminuyeron notablemente a lo largo del mismo periodo: pasaron de 1,469 a 808. No se sabe el número de convenios con universidades extranjeras ni las condiciones de los mismos, pero tal parece que pronto serán poco provechosos

Entonces, tanto los proyectos de cooperación internacional como los acuerdos con universidades extranjeras van en descenso. El número de unos y otros no necesariamente es un indicador del tipo de colaboración, porque puede tratarse de un solo acuerdo estratégico multilateral o un acuerdo marco que dé un impulso notable localmente, como es el caso de la Estrategia de Lisboa en la Unión Europea. Sin embargo, en el caso de México no se advierte ni una iniciativa ni acciones en tal sentido, pese a que los acuerdos no son solamente con el norte, sino también con el sur y con la Unión Europea. Tal parece que en el terreno de la ciencia y la tecnología tenemos pocos puentes con el exterior, el punto es si se trata de un problema de recursos financieros que no permiten ampliar la red de cooperación o, más bien, es una política deliberada de mirar hacia adentro.


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